EL CASTILLITO

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UNA FINCA SINGULAR DE LA CALLE CARNAVAL
Enrique Vega Ayala
Cronista Oficial de Mazatlán

La casona que fue de la familia Díaz de León por la calle Carnaval es reconocida popularmente como El Castillito, por su estilo como de “chalet inglés”, dice
Oses Cole, en su libro “Las viejas calles de Mazatlán”.

Todo indica que fue la residencia de Antonio Díaz de León (hijo). Aunque en algunos textos aparece atribuida directamente a su padre del mismo nombre; sin embargo,
las razones calendáricas no favorecen la hipótesis de que, quien erigió el palacete, fuese el dueño original de las fábricas de tabacos “El Vapor” y de duces y chocolates “La Flor del Pacífico” y de la Cervecería conocida con el apellido compuesto del propietario
y fabricante de la marca “Listón Azul” que competió algún tiempo por las preferencias
en el mercado local contra la Cervecería Pacífico. Tan solo por el hecho de que Díaz de León padre señala que falleció en 1916, según el mismo Cole, y la edificación en cuestión data de los años veinte de ese siglo, no puede
sostenerse esa versión. Eso si la casa está en la misma cuadra que el resto de los inmuebles de los negocios fundados y manejados por Antonio padre, pero el estilo de la construcción la hace destacar entre las demás.

Algunos testimonios de familiares de la pareja proveen los datos de que Antonio Díaz se casó en segundas nupcias con María Lupio y que, durante la Luna de miel
a ella se le ocurrió la idea de levantar para su residencia en nuestro puerto un “chalet” como los que pudo admirar en Inglaterra.

Como no hubo descendientes directos en ese matrimonio, la Sra. Lupio de Díaz de León ya viuda decidió encargarle la casa a una de sus hermanas. Los descendientes
de esta última descuidaron la residencia por largo tiempo. Por años estuvo como abandonada y en ese periodo nacieron infinidad de leyendas alrededor del castillito. Perros endemoniados que la cuidaban; con un origen ligado a una familia de personas escasa
estatura, por aquello de la apariencia de un primer piso demasiado bajo y una ventana -como puerta demasiado pequeña- como acceso directo desde la banqueta. Se le inventaron procesos de intestado y otros de desahucio por problemas de abuso de inquilinos incumplidos.

Finalmente se dice que los herederos de la Sra. Lupio finalmente la vendieron y sus actuales propietarios están queriendo devolverle el carácter señorial que
la incuria le estaba borrando.