Perú se enfrenta a días de incertidumbre política luego de que la candidata que mantiene el segundo lugar en una ajustada segunda vuelta presidencial acusara a su contendiente de fraude electoral y prometiera luchar hasta que se cuente el último voto.
Keiko Fujimori, la favorita del mercado que perdió su ventaja inicial ante el izquierdista Pedro Castillo a medida que se iban contabilizando el lunes los votos de las áreas rurales de Perú, dijo que el partido rival tiene una estrategia para “distorsionar o dilatar” los resultados de las elecciones. No proporcionó evidencia que respaldara su acusación, pero dijo que lo haría.
Observadores locales e internacionales han dicho que creen que la votación fue justa. La Organización de Estados Americanos no detectó ningún problema importante durante las elecciones del domingo, según una evaluación preliminar.
“Han venido ocurriendo una serie de irregularidades”, dijo a la prensa el lunes por la noche; sin embargo, agregó que estaba optimista sobre sus posibilidades de ganar una vez que se contabilicen los votos de los peruanos que viven en el extranjero. Manifestó tener mucha fe, confianza y dijo que esperará atentamente los resultados finales.
Castillo, un maestro de escuela rural que promete redistribuir la riqueza, tenía el 50,3% de los votos con un 94,9% de las papeletas escrutadas. Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, ocupaba el segundo lugar con un 49,7%, una diferencia de 98.171 votos.
Los activos peruanos cayeron el lunes, cuando el sol registró su peor desempeño diario en una década, mientras los inversionistas contemplaban la posibilidad de un Gobierno de izquierda en el país andino.
Fujimori, quien está siendo investigada por corrupción e hizo campaña mientras estaba en libertad bajo fianza, ha prometido salvar al país del “comunismo” preservando un modelo económico liberal y aumentando los pagos en efectivo a las familias afectadas por la pandemia.
Castillo, por el contrario, se ha comprometido a aumentar los impuestos a las empresas mineras y petroleras para invertir en educación y salud. El candidato culpa por la desigualdad del país a la élite gobernante que, según él, se ha contentado durante mucho tiempo con dirigir Perú desde Lima mientras ignora otras grandes regiones del país.
Calma para los mercados
Sin embargo, Castillo intentó calmar las preocupaciones de los inversionistas sobre su posible mandato prometiendo en un comunicado del lunes por la noche respetar la autonomía del banco central y cumplir con las obligaciones de deuda pública. También descartó nacionalizaciones, expropiaciones, confiscación de ahorros y controles de precios, moneda o importaciones.
“Mantendremos un diálogo abierto y amplio con los diversos sectores de empresarios y emprendedores honestos, cuyo rol en la industrialización y desarrollo productivo es fundamental”, dijo en el comunicado.
Castillo emergió como el favorito de la primera ronda de abril después de vencer inesperadamente a otros 17 candidatos, sin embargo, lo hizo con menos de 19% de los votos frente a 13% de Fujimori.
La ajustada segunda vuelta refleja las últimas elecciones presidenciales de 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski finalmente venció a Fujimori por un estrecho margen tras días de incertidumbre.
La división de clases y geográfica esta vez fue evidente en la encuesta a boca de urna del domingo. Fujimori ganó la capital Lima y las zonas costeras del norte, mientras que Castillo se apoderó de las regiones andinas más rurales, incluidos los distritos mineros del sur del país.