EN LA GRILLA

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*¿Por qué ocultan las corridas financieras?

*Abre Villarreal otro frente en el Congreso

*Solidaridad y miseria ante las desgracias

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

 

No es mucho lo que el Congreso del Estado pidió al secretario de Administración y Finanzas, Armando Villarreal para tener información suficiente a la hora de votar la ampliación o no de las garantías para financiar la construcción de dos hospitales: las corridas financieras de la operación y la solicitud de Banobras para hacer esa ampliación.

Se supone que se trata de documentos de rutina, que ya deben tener en sus manos los funcionarios de la SAyF, y en las principales oficinas del gobierno del estado. La solicitud del BANOBRAS es un elemento esencial en la discusión que se ha armado en torno de esas importantes obras. Las corridas financieras son un trabajo rutinario que cualquier financiero haría antes de embarcarse en la aventura de un crédito, un contrato o un aval.

A pesar de eso, los documentos siguen sin llegar a las comisiones de Salud y de Hacienda del Congreso del Estado, donde se hizo la petición hace ya diez días, durante las comparecencias de los secretarios de ambos ramos.

El reclamo –tranquilo, civilizado-fue hecho público por el presidente de la Junta de Coordinación Política del propio Congreso, Jesús Enrique Hernández Chávez, alguien ajeno a cualquier sospecha de extremismo, de tozudez oposicionista, de militancia antimalovista. Si la declaración hubiese provenido de Jesús Burgos Pinto, de Ramón Barajas, de Sandra Yudith Lara Díaz, la respuesta podría haber sido la misma de hace unos días: hay quienes pretenden detener la marcha de los proyectos que benefician a la sociedad. Y no porque en efecto, ese sea el propósito de esa tercia de legisladores, sino porque ellos se han caracterizado por una actitud crítica en asuntos que para los demás han sido cotidianos.

¿Por qué la tardanza? Nadie puede sospechar que las corridas financieras no correspondan con lo que Armando Villarreal ha declarado públicamente. Sería absurdo que se pretendiese basar un asunto tan importante en datos falsos o incompletos. Además, Villarreal no tiene por qué intentar cosas como esa. Se trata de quien maneja las finanzas del estado y por tanto cuenta con una presencia profesional más allá de toda duda.

Como todos saben, la legislatura anterior aprobó la licitación de obras de construcción de los hospitales generales de Mazatlán y de Culiacán, pero a Banobras, le pareció insuficiente poner como garantía de pago a los constructores solamente los recursos que el gobierno federal manda para el rubro de “Servicios Hospitalarios”, y demandó que adicionalmente se comprometiesen por 25 años, una cuarta parte de los fondos del Fondo de Apoyo y Fortalecimiento a Entidades Federativas, que es uno de los ingresos más importantes del estado, además de otros fondos menores.

Se trata de una precaución de  banqueros, pero desde el momento en que está involucrada en la operación, esta garantía se encuentra verdaderamente en regla, lo que ha generado una enorme polémica en torno a las primeras experiencias de Sinaloa en materia de inversiones de colaboración público-privadas.

Tanto para Armando Villarreal como para Ernesto Echeverría Aispuro, no se trata de algo riesgoso, ni tampoco de una situación anómala, pero el hecho es que los datos concretos solicitados siguen sin aparecer.

No es la primera ocasión que esto ocurre. Cuando empezaban a ejercerse los dos mil seiscientos millones de pesos del megacrédito, los integrantes del Consejo Ciudadano creado para garantizar el buen uso de los recursos se quejó precisamente de que no fluía la información y amenazaron por primera vez con retirarse de esa encomienda.

Hubo intervenciones, mediaciones, explicaciones. El jefe de la Unidad de Transparencia y Rendición de Cuentas, Juan Pablo Yamuni, redujo todo a un problema de agendas del secretario Villarreal, pero garantizó que el asunto sería subsanado, lo que aparentemente ocurrió, pues los integrantes del consejo continuaron sus labores, hasta que al final se declararon marginados de elementos importantes en las cuentas del crédito. Como ya era el final, a nadie le pareció necesario hacer nuevas precisiones,

¿Será necesario que intervengan otros elementos del gobierno para volver a planchar la relación con el Congreso?

Se advierte innecesario abrir este otro frente con quienes hasta han sido acusados de colaboracionismo, cuando ayudan a reducir la investigación a cuestiones burocráticas, olvidándose de una parte importante de los señalamientos de Burgos Pinto, como la situación financiera actual del gobierno sinaloense.

Lo peor es que ahora ya están bajo sospecha hasta la solicitud de Banobras y las corridas financieras esgrimidas como soporte de las solicitudes.

UNA VERGÜENZA MÁS

EN EL RÉCORD MAZATLECO

La acusación de que el comercio sinaloense –y más concretamente el mazatleco- abusó alterando precios de productos demandados en Baja California Sur constituye una verdadera vergüenza para la comunidad. Ya recientemente se vivió un episodio de acusaciones sobre malas prácticas de la hotelería durante periodos vacacionales, situación que tuvo un componente político que la desvirtuó, pero que igual afectó la imagen del destino turístico.

Pero una cosa es especular con tarifas que pagan paseantes, si es que finalmente ocurrió, y otra muy distinta y por supuesto mucho más grave, es especular con artículos de primera necesidad, y más  en una circunstancia como la que se vive en las ciudades y poblaciones de Baja California Sur.

En esta circunstancia, a la Cámara de Comercio no le quedó más remedio que hacer un llamado a los comerciantes para que no incurran en esas prácticas.

De por sí, ha sido vergonzoso el rezago del gobierno en sus tres niveles, dejando a la población damnificada en manos de asaltantes, de encapuchados que empezaron por tobar en las casas solas y luego “extendieron su acción” hasta las viviendas ocupadas o resguardadas por una persona.

De nuevo, esta situación recuerda lo vivido el 19 de septiembre de 1985, cuando la ciudad de México fue destruida parcialmente por terribles terremotos, y las fuerzas armadas y policíacas se conformaron con desplegarse en derredor de las zonas afectadas sin ayudar y por el contrario, o obstaculizando a aquellos que querían ayudar.

En aquella terrible ocasión fallecieron muchos sinaloenses, enlutando a familias que a pesar del paso del tiempo, aún mantienen la herida.

Pero junto con ese dolor, recordamos con gusto la respuesta de la sociedad civil, que se movilizó, de organizó y desplazó a la burocracia para rescatar a personas con vida, a rescatar cadáveres, dando certidumbre a las familias afectadas, que reunió y distribuyó comida en un entorno de carencias en que desprenderse de cualquier cosa era un verdadero sacrificio que se hacía.

Ahora también, contra los especuladores, hay una sociedad que aporta, que entrega parte de lo que tiene en nombre de la solidaridad. Ayer fue una gran satisfacción ver a los niños, a las jóvenes, a todos los escolapios cargando con latería, con bolsas de comida, con ayuda para los hermanos en desgracia. Esas respuestas dan sentido a la vida y ayudan a superar las miserias humanas.