EN LA GRILLA

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Martha Tamayo

*La máxima expresión de la narcocultura

*La mano dura de Martha Tamayo Morales

*Aspirantes: varias preguntas sin respuesta

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Que los narcos vengan y hagan sus desastres es una calamidad; que el gobierno se deje infiltrar y corromper es otra, quizá más grave que aquella. Pero que una sociedad, así sea una mínima parte de la sociedad, sea capaz de generar las manifestaciones que se dieron ayer exigiendo la libertad del Chapo Guzmán, ya es un desastre.

Durante los últimos días hubo quien se escandalizara con la conducta de transportistas mazatlecos que por 250 pesos hacen al cliente un recorrido por los lugares donde hubiese ocurrido algún hecho relevante relacionado con el narcotráfico. Funcionarios como el secretario de Turismo, dirigentes como el presidente de la Canaco, fueron reiterativos en sus condenas.

Los cientos de personas que se detienen ante el edificio Miramar para tomarse la foto y conservar un recuerdo del sitio en que fue reaprehendido Joaquín Archibaldo Guzmán Loera también fueron señalados como muestra del impacto que tiene la narcocultura en la comunidad sinaloense, aunque a decir verdad, entre los ávidos del souvenir ha habido muchos turistas nacionales y hasta extranjeros.

Todo eso, decían, afecta la imagen que se tiene de Sinaloa en el mundo y tendrían razón. Sin embargo las manifestaciones realizadas ayer van mucho más allá. No es cómo nos vea el mundo, es cómo nos vemos nosotros, qué hacemos, es el hecho lamentable de que seamos capaces de generar un sector que se manifieste por liberar a un hombre que en su primera declaración ministerial, tras la reaprehensión, dijo haber matado entre dos mil y tres mil personas, y eso sin contar a las víctimas que han generado las drogas como que por años ha comerciado.

Él mismo debe estar muy consciente de su situación legal, de la imposibilidad de que se le deje libre por la manifestación de unos cientos de personas, así fuera de miles, pero los manifestantes no ven o no quieren ver eso. Simplemente dicen que quieren libre a su personaje, a su versión actualizada de Chucho el roto, a quien muchos atribuyen la generosidad de apoyos que nadie conoce fuera de las obras que se han divulgado en su pueblo o del apoyo económico diseminado entre los muchos jóvenes que influidos por su contratación po su ejemplo, tomaron el camino del sicariato, el halconaje o la puchaduría.

Aunque a diferencia de la de Guamúchil la manifestación de Culiacán haya terminado en corretiza, es obvio que cualquiera tiene derecho a expresar su sentir, y si ese sentir es por la liberación o la no extradición de un personaje con todas estas características, pues ni modo.

El problema es que aún siendo una parte mínima muestran una descomposición social muy grave.

Júzguese si no: en la manifestación, jóvenes muchachas de cara limpia y descubierta, con expresión gozosa y festiva, exigían la liberación de alguien acusado de delitos atroces. Enfrente, elementos de la Policía Preventiva de Culiacán se engarrotaban con el rostro cubierto, como si lo vergonzoso, o lo temerario, fuese defender el cumplimiento de la ley.

No es cosa de alarmarse gratuitamente por cualquier forma de expresión. Es para ir calibrando el asunto: ¿qué tan fuerte puede ser el amor a un personaje como éste para desafiarlo todo y lanzarse a una manifestación así? Por más que se quiera justificar el hecho diciendo que fueron jóvenes pagados o señoras relacionadas con alguna parte de esa actividad, lo importante es que nadie se detuvo por los riesgos o inconvenientes.

De algún lado por supuesto salieron las bandas de música que animaban y entusiasmaban a los manifestantes; o los camiones en que se transportaron, pero sobre todo, las camionetas que quemaban llanta en derredor de las calles de la manifestación. Es innegablemente el afloramiento de un sentimiento que se ha venido forjando a golpe de narcocorridos, de elevación del look de los buchones, de la filosofía de que el narco es una chamba que el gobierno debería dejar seguir sin intervención alguna. Es el principio de la derrota cultural de una sociedad.

TIENE MANO PESADA

Y HASTA LA PRESUME

Martha Tamayo Morales, la presidente del comité directivo estatal, no ve por ningún lado que haya algo indebido o inadecuado en su decisión centralista de enviar al profesor Eduardo Garrido Achoy como dirigente del PRI municipal, acéfalo tras la renuncia de Maribel Chollet Morán, hoy coordinadora regional de la Profepa.

En realidad lo que aquí procedía era el ascenso del secretario general, Valentín Zazueta Querea. Y en los medios políticos se hablaba de su disposición para hacer valer ese derecho estatutario, pero cuando se lo preguntamos a Martha Tamayo, con toda tranquilidad y con toda intencionalidad, dijo que Valentín presentó su renuncia desde el lunes pasado.

Lo convencimos de que presentara la renuncia y a cambio yo lo iba a apoyar sus aspiraciones futuras, dijo tajante la dirigente, en una expresión más de que aquí nomás sus chicharrones truenan y éste tronó a la primera manita de cochi.

Desde hace tiempo trascendió en Culiacán que el plan Tamayo consistía en enviar como dirigentes a delegados en los tres municipios donde el PRI es oposición.

El problema era que aquí era necesario resolver la situación de Zazueta, inmovilizarlo para que no reclamara su derecho a optar por la dirigencia. Lo primero que se les ocurrió fue aprovecharse de aquella acusación que le hicieron, de que se fue a Los Ángeles cuando todavía estaban corriendo los procedimientos postelectorales. Se pensó en determinar que había abandonado el cargo, pero luego encontraron que después de eso siguió cobrando religiosamente sus quincenas y los argumentos se vinieron por tierra, de modo que el paso siguiente fue coaccionarlo para que dejara el campo libre a los ímpetus del profesor Garrido Achoy.

No le falta razón a la dirigente cuando piensa que necesita a alguien con suficiente fuerza como para imponerse entre los grupos locales, cuyos enfrentamientos crónicos han llevado al PRI a la derrota una y otra vez. El problema es que a oesar de ser mazatleca, Martha Tamayo responde al desafío con la misma lógica que todos los demás dirigentes culiches: con una imposición cuyo primer efecto es generar irritaciones y resistencias entre todos los grupos por igual.

Vamos a ver cómo termina la cosa una vez que se dé esta dirigencia interina de un militante a quien Tamayo dewscribe como el priísta más acabado para esa tarea. En efecto, está acabado y es además perfectamente cuadrado, como en aquellos lejanos alos en que llegó a estar al frente del aula.

PREGUNTAS PARA LOS

ASPIRANTES TRICOLORES

¿Las desitnaciones de delegados especiales en Mazatlán y en Guasave no estarán dirigidas a contrarrestar las acciones de Diva Hadamira Gastélum Bajo, por su constante activismo en el territorio sinaloense, más allá de su representación legislativa?

¿Las fotografías divulgadas y constantes manifestaciones en las redes sociales a favor de Jesús Vizcarra Calderón, cuando faltan dos añlos para que se tome la decisión de quién será candidato priísta  a gobernador, son producto de entusiastas vizcarristas o de interesados madrugadores en contracampaña?

¿Aarón Irízar López seguirá dispuesto a buscar la postulación si sigue habiendo indicios de que Vizcarra intentaría una segunda ocasión?

¿Heriberto Galindo Quiñones insistirá en hacer tierra para robustecer sus aspiraciones por la gubernatura?

¿Daniel Amador Gaxiola <lcanzará a trascender el círculo magisterial para mantenerse en la carrera?

¿Gerardo Vargas Landeros podrá mantener la estructura con que opera actualmente para convencer al centro nacional priísta?.