En el terremoto del 85 tardaron horas en conocerse la magnitud y el epicentro, recuerda Víctor Hugo Espíndola, quien en ese tiempo era becario del Servicio Sismológico Nacional y hoy es jefe de Análisis e Interpretación.
El terremoto del 19 de septiembre de 1985 cimbró a la Ciudad de México sin información inmediata sobre su magnitud y epicentro; en esa época, los sismógrafos del Servicio Sismológico Nacional (SSN) aún eran análogos, su cobertura de estaciones era insuficiente y las notificaciones se hacían mediante operadores vía telefónica “cuando había un temblor importante”; a diferencia de los actuales sismos, cuya magnitud se conoce en tiempo real.
“En 1985, lo supimos porque se nos estaba cayendo la ciudad, pasaron varios minutos para saber más o menos el epicentro, porque los operadores hablaban, o con las poquitas estaciones que se tenían, se localizaba. Se supo que fue en la región de Michoacán, entonces lo que se tardó más, fue determinar la magnitud, todavía tardaron horas para que se pudiera saber la magnitud con precisión”, relató Víctor Hugo Espíndola Castro, jefe de Análisis e Interpretación del SSN.
En ese momento, el doctor Espíndola Castro aún era estudiante y fungía como becario en el Servicio Sismológico Nacional, organismo adscrito al Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Se dio una magnitud inicial, como se veía el sismograma todo saturado, lo que se hacía era estimar, ‘este sismo, al menos se vio como de 7’, pero en realidad había sido mucho mayor”.
Finalmente, tras los diversos análisis de las señales sísmicas plasmadas en papel, se llegó a determinar que el sismo registrado a las 7:17 horas, fue de magnitud 8.1 a una profundidad de 15 kilómetros con epicentro en las costas de Michoacán.
“Fue un impacto, no sólo en las labores propias del Sismológico Nacional, sino en el trabajo que se hacía en ese tiempo, en aquella época se utilizaba mucho que cuando ocurría un sismo fuerte, se iba una brigada a poner instrumentos para poder determinar réplicas, saber cómo estaba la fuente sísmica, ese mismo día yo fui a Lázaro Cárdenas con otras personas; desde el punto de vista humano, fue algo impactante ver todos los daños”, relató en entrevista.
Para la década de los setenta, el Servicio Sismológico Nacional –que fue inaugurado en septiembre de 1910–, contaba con cerca de 20 sismógrafos electromagnéticos, y se empezaban a instalar estaciones telemétricas digitales, para la trasmisión de señales por microondas. Fue después del terremoto del 85 que el SSN fue dotado de mayores recursos, lo que le permitió ampliar su red sísmica para obtener información en tiempo real, pero con cobertura aún insuficiente.
Información por MILENIO