Eso dicen algunas celebrities, que han encumbrado esta hortaliza a la cima de las dietas como la panacea para perder peso y milagros varios
Gwyneth Paltrow o Naomi Campbell son dos ejemplos. En sus redes sociales ensalzan con ahínco el zumo de apio, calificándolo como el mejor remedio para combatir problemas digestivos, trastornos autoinmunes, psoriasis, acné, síndrome de fatiga crónica, reflujo ácido, el herpes Zoster, estreptococos y, como no, para adelgazar. Algo tan sencillo como masticar sus tallos y hojas o pasarlos por la licuadora para extraer sus jugos y tomarlos en ayunas parece su secreto para no engordar, tener una piel perfecta y un organismo a prueba de enfermedades variopintas. ¿De verdad que esta hortaliza es un ‘superalimento curalotodo’? ¿Es una moda más?
Por mucho que las famosas se empeñen, lo de adelgazar a golpe de apio no es verdad. “Un producto o alimento por sí solo ni aumenta ni disminuye el peso de las personas. Las panaceas no existen en medicina». Así de claro lo tiene la Doctora Elena Soria, nutricionista de Clínica Menorca. “Una buena historia clínica, que incluya el aspecto nutricional, emocional, patológico y físico, es fundamental a la hora de establecer una dieta”, explica. Un prototipo de régimen de adelgazamiento puede servir para más de una persona, igual que un fármaco, pero debe ser indicado o prescrito después de haber realizado un diagnóstico exhaustivo” .
Es más, no existen evidencias científicas que consoliden la eficacia del apio como un vegetal milagro frente a la báscula, ni tampoco como la pócima para abatir males a gogó. “Como muchos otros vegetales, gracias los fitonutrientes que contienen, son grandes aliados para la salud, pueden mejorar el estado de la piel y ayudar al organismo a mantenerse sano», concluye Elena Soria. Conclusión que avala su colega la Dra. Mª Ángeles López Marín, diplomada en nutrición y alimentación y directora del Centro Médico Rusiñol. “El zumo de apio es un excelente recurso para incorporar vitaminas y nutrientes al organismo; sin embargo, no se trata de una bebida con poderes curativos, lo más importante cuando se realiza algún tipo dieta es la disciplina y constancia que se tiene para la misma. En ayunas o no, y siempre acompañado de otros alimentos que complementen una dieta regular y sana, el apio sin duda acompaña positivamente a la salud del organismo”.
De lo que sí hay evidencia científica es de que el apio contiene mucha fibra, fantástica para regular el transito intestinal. Además, es muy rico en magnesio, ese mineral que se alía con la energía y las hormonas del bienestar para combatir la fatiga, fortalecer los huesos, elevar las defensas y ponerle freno a la ansiedad. También “tiene más potasio y vitamina K que el zumo de tomate y el zumo de zanahoria, pero es más bajo en vitamina A que éste”, asegura la doctora López Marín. Es muy rico en flavonas, un tipo de flavonoides, con propiedades antioxidantes (vamos, que combaten los radicales libres que machacan la piel) y antiinflamatorios. Pero como afirma la especialista, “los alimentos son complejos y el hecho de que un alimento sea abundante en flavonas no se traduce en beneficios para la salud garantizados, ya que estos compuestos se modifican después de que se absorban, y estas formas modificadas podrían no tener el mismo efecto”.
La cara B de inflarse a apio en crudo o en zumo, como pregonan las influencers apioadictas, está en que “dificulta la absorción del calcio, por lo que no es muy recomendable su consumo excesivo en cuando existen afecciones renales agudas, durante el embarazo o en caso de cistitis”, comenta la doctora Soria. Y para seguir puntualizando a las celebrities, aclarar que “el hecho de tomarlo en zumo simplemente facilita su consumo si así nos gusta más, pero también podemos ingerirlo crudo en ensalada, que es más completo porque tiene más fibra”, argumenta la nutricionista. A lo que López Marín añade: “Los zumos, en general, retienen el sabor y concentran los nutrientes, pero muchas preparaciones reducen la fibra, que es la mejor parte, ya que el zumo contiene 3,78 gramos por vaso, muy por debajo de los 25 a 30 gramos diarios recomendados”.
Información por VOGUE