Claudia, poco qué ganar en el debate; Xóchitl, por el combo marea rosa-debate; medidas cautelares sobre pedido
¿Cuál será el efecto del debate de esta noche de domingo?
Para Claudia Sheinbaum es poco lo que se puede esperar. Sería una sorpresa que llegue en plan agresivo y que defienda más allá de lo elemental al programa de seguridad del presidente López Obrador. Lo más seguro es que reitere lo de sus resultados en la Ciudad de México, que presenta siempre como garantía de que hará las cosas bien en ese renglón.
El problema es que si Xóchitl Gálvez plantea de manera efectiva el panorama de la inseguridad en México, con cifras, con regiones, con efectos reales desglosados más allá de la mera enumeración de los 187 mil asesinatos del sexenio y les da dimensiones humanas a la tragedia, Claudia no tendrá más remedio que guardar silencio para que no se profundice en las grandes fallas, aunque la regañen públicamente en la mañanera siguiente.
Bajo esas circunstancias, a Claudia no le queda más que administrar la ventaja que las encuestas dicen que lleva y tratar de salir adelante con el menor daño posible. Aunque la elección, en su concepto ya sea sólo un trámite, el debate todavía es más que un dolor de muelas que además le puede dar muy pocas utilidades.
Para Xóchitl la expectativa es mayor, sobre todo por la oportunidad que significa hablar del tema más polémico para toda la sociedad, como es la inseguridad y todos los efectos que tiene sobre la vida nacional. Aún así, necesitaría un verdadero milagro tanto de su parte como de su contrincante, un lapsus todavía más gravoso que aquel en que acusó al presidente de haber llegado a la Presidencia por ambiciones personales.
Todos los especialistas consideran imposible que el solo efecto del debate cambie el curso de las elecciones, aunque se hayan dado casos como el del enfrentamiento Kennedy-Nixon, en octubre de 1960, que sí cambó la tendencia; y el de México en 1994, cuando tras la muerte de Luis Donaldo Colosio, Diego Fernández de Ceballos hizo pomada a sus dos rivales: Ernesto Zedillo Ponce de León y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, con una serie de sofismas que le sonaron muy bonito a la gente. Ahí se acabaron las posibilidades reales de Cuauhtémoc. Si no ganó Fernández de Ceballos fue porque suspendió su campaña en el último mes. (Le preguntaron un día al “jefe Diego” si realmente el presidente Carlos Salinas de Gortari le pagó 30 millones de dólares por dejarse ganar, y éste respondió -según su propia narración platicada en tono de chiste- ¡cállense, no vaya a venir Salinas a pedirme que le devuelva el dinero y a dejarme la Presidencia.)
Xóchitl Gálvez tiene a su favor otro elemento: la marcha rosa, que para cuando una parte de los lectores estén cruzando estas líneas, ya habrá ocurrido. Si la manifestación es espectacularmente exitosa, y se concatena con una actuación contundente en el debate, podría motivar a que la parte de la sociedad inconforme con el gobierno lópezobradorista, se decida a votar y por supuesto, a hacerlo por la oposición.
Se dice fácil, pero son dos condiciones muy difíciles de conseguir, aunque no imposible.
SÍ HABRÁ BANDERA
La marea rosa ha generado grandes expectativas en todo el país. Muchos de los activistas han dado lo mejor de sí para generar asistencia a cada una de las ciudades, pero el centro de atención está puesto obviamente en la Ciudad de México., donde se da por descontada una participación multitudinaria.
Demostrar capacidad de movilización en la capital del país significa también que hay fuerza a nivel nacional y sobre todo, que hay posibilidades reales de competir por el gobierno de la CDMX, que entre muchas otras cosas, es bastión histórico de la izquierda, bastión que en su tiempo usufructuó el PRD y luego lo arrebató Morena. Perderlo ante el execrado PRIAN significaría una derrota humillante para el presidente Andrés Manuel López Obrador, aún ganando el resto de la república.
Por lo pronto la oposición tuvo una pequeña victoria: este domingo sí ondeará la bandera nacional en el asta monumental, a diferencia de las manifestaciones anteriores, cuando se ordenó dejarla guardada porque quienes protestan no son merecedores del lábaro patrio. Eso sí, López Obrador no se quedó con las ganas y dijo que se las va a dejar también a los “traidores a la patria”. Muchos discuten por qué califica así a los opositores, pero es fácil: si él encarna a la patria y los manifestantes no están con él, son traidores y por extensión, traidores a la patria.
Por cierto que los altos cuadros morenistas ya están advertidos: deben dar su mayor esfuerzo y conquistar la victoria a como dé lugar en la Ciudad de México y en Veracruz. Ni Clara Brugada ni Rocío Nahle pueden perder, porque fueron candidatas impuestas a sangre y fuego por el propio presidente, contra las encuestas y contra el sentir de la sociedad y de la militancia. Y por lo menos de aquí a octubre, el que manda manda. Aunque hay quienes dicen que después de esa fecha fatal, va a seguir mandando, o aspira a seguirlo haciendo.
LA LITERATURA
ADIVINADORA
Le preguntaron al presidente si las vallas que rodean a Palacio Nacional iban a permanecer después de la concentración de la marea rosa y dijo que sí, que seguramente iban a esar hasta después de las elecciones, para evitar que alguno de los neoliberales de la oposición quiera ir a dañar el edificio.
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