*Especialistas piden acciones concretas y se muestran escépticos respecto a la presidencia de la COP28, a cargo de Sultan Ahmed Al Jaber
La política climática internacional gana “impulso” con un “discurso fuerte” por parte de los líderes y con una agenda para 2023 repleta de encuentros para avanzar en las tareas de la COP28, una cumbre que se celebrará bajo el escepticismo en torno al “conflicto de intereses” de la presidencia.
Así lo han valorado diversos expertos en diplomacia climática -veteranos observadores de estos procesos de cooperación internacional-, días antes de que se celebre la primera reunión de la comisión que decidirá los detalles del nuevo fondo de pérdidas y daños que los países se comprometieron a crear en la pasada COP27.
Un “hito” de la cumbre del clima COP27, celebrada en noviembre en la costera ciudad egipcia de Sharm el Sheij, fue la decisión de establecer un fondo dedicado exclusivamente a compensar económicamente a los países más afectados por la crisis climática, que además son los que menos han contribuido a este fenómeno.
El fondo, una batalla histórica de los países en desarrollo, forma parte de la “solución mosaico” que los cerca de 200 estados reunidos en Egipto acordaron diseñar para facilitar el acceso a financiación de las economías más vulnerables ante los impactos climáticos.
Esa solución, han recordado este miércoles los especialistas de varios laboratorios de ideas presentes en las negociaciones de las cumbres -E3G, Destination Zero, Concito y el Instituto para la Gobernanza de Recursos Naturales-, pasa por identificar maneras de financiar el nuevo fondo, pues si el instrumento se queda en una “cáscara vacía” los líderes “no habrán hecho su trabajo”, afirma desde E3G, Alden Meyer.
Entre otras vías de financiación, Meyer destaca la posibilidad, ya planteada en la cumbre de Egipto por dirigentes de algunas pequeñas naciones isla como Antigua y Barbuda, de gravar los beneficios extraordinarios de la industria de los combustibles fósiles, una medida respaldada por el secretario general de la ONU, António Guterres.
Entre el 27 y el 29 de marzo, tal y como establecía una decisión de Sharm el Sheij, la comisión transicional compuesta de 24 miembros -14 de países en desarrollo y 10 de economías más aventajadas-, y que acaba de formarse, se reunirá por primera vez en Lúxor, Egipto.
Los responsables políticos designados para formar parte de esa comisión transicional de pérdidas y daños deberán hallar la forma de movilizar decenas de miles de millones de dólares para ayudar a los países en desarrollo a lidiar con los efectos de la crisis climática o de lo contrario “no estarán haciendo su trabajo”, según Meyer.
Para el especialista, la cumbre de Sharm el Sheij supuso un “gran avance” al reconocer que “los mecanismos actuales de financiación no funcionan”, pero ahora los líderes deberán elevar su ambición y cumplir con lo comprometido, a fin de recortar las emisiones de gases invernadero un 43 por ciento para 2030, lo que implica una rebaja anual del 7 por ciento, según el grupo de expertos climáticos de la ONU.
Los especialistas ven cierto progreso en cuanto a los compromisos de algunos mandatarios, como Emmanuel Macron o Mia Mottley -que en junio abordarán, entre otras cosas, la propuesta de Mottley de reformar el sistema financiero internacional-, o de los gobiernos de países que se comprometen a abandonar los combustibles fósiles, como el de Colombia.
Sin embargo, piden acciones concretas, y sobre todo se muestran escépticos respecto a la presidencia de la COP28, a cargo de Sultan Ahmed Al Jaber, quien además de ministro de Industria de Emiratos Árabes Unidos es el presidente de la petrolera ADNOC (Abu Dhabi National Oil Company), por lo que temen un “conflicto de intereses” que pueda entorpecer los avances en cooperación climática.
Inciden en que la COP28 debe “corregir el rumbo” y poner el planeta en línea con el objetivo de no superar el grado y medio de calentamiento para finales de siglo, pero para ello, dicen, habrá que salir de la cumbre de Dubai con una “hoja de ruta política” que incluya dejar atrás los combustibles fósiles, “no solo el carbón”.
Ya sabemos lo que hay que hacer, sabemos que las tecnologías están disponibles y que son costo-efectivas”, subraya Meyer, para destacar que el mayor obstáculo es “la resistencia por parte de la industria del gas y del petróleo”.
En este sentido, han criticado la presencia de este sector en las cumbres, con un máximo de lobistas alcanzado el año pasado en Sharm el Sheij -donde la mayor delegación de observadores eran personas asociadas a esta industria fósil, recuerda Catherine Abreu, directora de Destination Zero- y han insistido en la necesidad de “proteger” el espacio de las COP frente a esas presiones.
Con información de EFE