La cultura mexicana otorga supremacía a la crianza materna y exalta poco los efectos positivos del acompañamiento paterno. Para lograrlos, es fundamental la alianza entre los padres, misma que frente a una separación, puede verse afectada por el Síndrome de Alienación Parental
Mexicali, B.C. a 18 de junio del 2021.-
¿Qué festejar el día del padre? Esta es una pregunta que muchos pueden hacerse, sin dimensionar todo su valor, ya que “vivimos en un país donde la cultura parece otorgar supremacía en la crianza a la maternidad y poco se habla de los efectos positivos de la crianza del padre. Por ello, es importante resaltar las funciones particulares que ejerce el padre en la formación de los hijos”, consideró la Mtra. Silvia Muñoz, docente de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad Campus Mexicali.
Brindar seguridad en sí mismo, propiciar el desarrollo de habilidades para relacionarse con los demás -especialmente con el sexo opuesto-, ser modelo de autorregulación de la conducta, formar hábitos de disciplina y enseñar habilidades para la solución de problemas y para el aprendizaje escolar, son los roles fundamentales de la figura paterna en el crecimiento de los hijos.
Para que se logren adecuadamente, es fundamental generar una alianza entre ambos padres, señaló la especialista. Sin embargo, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hasta el 2018 en México, se estimaba que 796 mil hombres eran jefes de familia sin la figura materna: 259 mil eran separados o divorciados, 42 mil fueron abandonados y 495 mil por viudez.
Si dicha alianza no existe en el hogar por motivo de divorcio o separación, suelen presentarse situaciones desgastantes psicológica y emocionalmente para los hijos, cuyos efectos dependen de la madurez que los padres tengan, o no, para separarse de manera sana.
“Cuando ante la separación surge la percepción de contar con pocas redes de apoyo, sentimientos de desamparo en los hijos y en el progenitor que se queda a cargo (generalmente la madre), puede desarrollarse un descontento perjudicial para todos, especialmente para el cónyuge que se va, dando pie al Síndrome de Alienación Parental”, detalló la docente.
Se trata de una condición que consiste en programar al hijo para que odie a uno de sus padres sin que tenga justificación, lastimando a los niños y al padre que es víctima del progenitor alienador o agresor, que vulnera tanto el bienestar emocional como el jurídico de ambos, y que además, es considerada como una forma de maltrato infantil.
El Síndrome de Alienación Parental puede identificarse cuando:
- Un padre manipula al hijo contra el otro padre, fuera de toda objetividad
- Los hijos presentan reacciones desproporcionadas de hostilidad y actitudes negativas
- Rechazo en general hacia el padre víctima de la alienación
- El alienador tiene antecedentes de psicopatología, o posee sentimientos de inferioridad respecto al otro, carece de recursos para enfrentarse a las crisis, y sus perturbaciones emocionales son intensas
“El alienador utiliza a los hijos para manipular. Es frecuente escuchar frases donde sube al niño a los conflictos de la relación conyugal y lo predispone: “Si tu padre nos quisiera, nunca nos hubiera dejado”, “Nunca te quiso”. Existe un narcisismo herido que le lleva a querer ser más atractivo para el hijo, a la vez que niega el contacto con el otro padre. Toma decisiones importantes sobre los hijos excluyendo al padre alienado y quitándole el control deliberadamente. En cambio, el alienado adopta una actitud distante o es rígido. Está confundido, con desconfianza y hasta temor a la ex pareja. Se siente culpable, con impotencia y frustración”.
Es muy importante identificar y tratar a tiempo este síndrome, de lo contrario, puede ocasionar en los niños el rompimiento de la relación con el padre alienado y rechazo hacia la familia extensa de ese padre, así como el fenómeno del pensador independiente, que consiste en que el menor considera que las creencias descalificadoras sobre el padre víctima son decisiones propias, y aún con evidencias de que el padre alienador miente, no es capaz de verlo.
“Son niños que tienen bloqueados los sentimientos de culpa ante algún hecho cruel del padre alienador contra el alienado. No existen sentimientos ambivalentes hacia ninguno de los padres, como normalmente sucede; el niño ama totalmente a uno y odia totalmente a otro”, expuso la Mtra. Muñoz.
Añadió que esta circunstancia puede evitarse dando al niño o niña información de la separación sin generar expectativas falsas de que los padres volverán a estar juntos; pero darle, en la medida de lo posible, la contraparte de las cosas positivas que pueden pasar, como el poder disfrutar más tiempo con cada padre o no presenciar peleas entre ambos. También se recomienda aclarar con hechos los argumentos descalificadores de la parte alienadora, sin insultos, y por ningún motivo perder el contacto con el niño ni tomarse como personales los desaires que pueda hacer; más bien, insistir en decirle que se le ama, y recibir asesoría terapéutica para sanar y fortalecer sus vínculos.
“El padre sano en sus relaciones siempre termina atrayendo al hijo y siendo un modelo para él. No es necesario destruir al otro para brillar; finalmente, ese “enemigo” al que se quiere derrotar antes fue alguien amado y siempre será parte de la vida de nuestros hijos y de nosotros como padres. Aunque no siempre sea fácil, es necesario hacer alianzas con el otro progenitor a favor de los hijos, y aunque solo estén en nuestra intención, finalmente será sano para nuestros los menores ver esa intencionalidad; ya que necesitan tener imágenes de ambos padres lo más sanas posibles, pues eso repercute directamente en su autoestima y bienestar.
El mejor regalo que un padre puede recibir es un hijo feliz y realizado, seguro de sí mismo, que se sienta muy amado. Y eso, a pesar de cualquier circunstancia, es un poder maravilloso que cada padre tiene, pues surge del amor incondicional al hijo”, concluyó.