A CORRUPCIÓN: ESE INASIBLE LODAZAL QUE SE ENMASCARA EN SUS ADJETIVOS

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1.- El sigilo fue el signo que vistió y desvistió la endémica corrupción que ha primado, para no ir muy lejos, desde que la revolución de hizo gobierno y desgobierno. De ahí que se hayan creado frases que pintan de cuerpo entero esa era de prevaricación: El que no tranza, no avanza; un político pobre, es un pobre político y así por el estilo. Ese acecho y acceso permanente a las arcas públicas han dejado una huella indeleble en las mentes de los mexicanos. El sigilo, las manos, las arcas públicas, las fortunas personales y los negocios de la clase política conformaron un circulo vicioso que parecía interminable.

2.- No obstante, desde los años sesenta hasta década de los noventas la sociedad civil y la sociedad toda, iniciaron una larga travesía de denuncias de los colectivos ciudadanos contra la corrupción, al tiempo que otros sectores de la sociedad impulsaron una guerra de iniciativas para rescatar a la nación del presidencialismo y restituirle los tres poderes de la unió, que parecía ser los pilares de la democracia republicana. Se dice fácil, pero los participantes de esta transición experimentaron una vida difícil, salpicada de sangre, sudor y lágrimas.

3.- Vale decir también que en esa época las elecciones dejaron de ser un simulacro, aunque no totalmente. Después del 1988, que marco imborrable fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas, el presidencialismo empezó a “ceder” hasta conformarse una institución electoral autónoma, el tan recordado IFE, para luego cambiar de nombre, aunque no cambio sustantivamente de horizonte. Emergieron otros partidos y con ellos el Congreso, las gubernaturas y las presidencias municipales se volvieron policromáticos y plurifónicos, a veces demasiado grises y ruidosos.

4.- Pero la prevaricación no se terminó con las transformaciones señaladas, pero el último emblema de la corrupción “sigilosa”, Enrique Peña Nieto, quedó convertido en estatua de sal colgado de un pedestal la Casa Blanca, porque la crítica, en todos grises matices fue demoledora. Inclusive Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial el 2018, porque puso como estrella de su programa una campaña que si ganaba las elecciones erradicaría la corrupción, y barrió con sus oponentes de todos los colores y sabores, aunque…

5.- Puedo afirmar que la corrupción sigilosa llegó a su fin, pero no con ello el fin de la corrupción sin adjetivos; creo que con el arribo de AMLO a la presidencia ha iniciado una lucha ruidosa contra la corrupción, en la que no se castiga a los manilargos, simplemente se les “desacredita” y se les amenaza públicamente con el objeto de mantener la popularidad del presidente y sus compañeros de viaje, pero además para tela para afirmar que en su gobierno de cometen actos de corrupción: para nuestra tres botones: INEGI anunció en su reciente consulta que en el 2019 subió el índice de corrupción un 17%. Tampoco ha habido licitaciones públicas para los contratos sobre obras las obras y servicios gubernamentales, a lo que hay que agregar la poca transparencia del gasto público. Vale decir que estos enjuagues poco republicanos han tenido como cortinas de humo la pandemia y sus efectos colaterales, como dijera el presidente Calderón.