Han escuchado o leído el poema de Ursulina y Paco? Él no se le arrimaba porque ella le tenía prohibido mientras fumará carretadas tabaco…. Les dejo este poema picaresco en letra y también bien declamado. Pero vaya a creer que que dejar de fumar es como la pomada de la campana: que todo lo puede curar con una untada, hasta eso que estás pensando. Es un poema divertido hecho por un cubano de cuyo nombre nadie puede acordarse.
************************************ Declamación
*************************************Letra
Ursulina y Paco que se idolatraban,
para el matrimonio horas les faltaban,
unos días antes con gran embeleso
Ursulina y Paco se dieron un beso,
más ella al besarle, le dice a su Paco
¡Ay Hijo!, como te huele la boca a tabaco,
si no dejas ese vicio maldito,
ya no nos casamos, querido Paquito.
Desde aquel entonces dejó Paco el vicio,
haciendo al dejarlo un gran sacrificio,
triunfó la coyunda de la nicotina, y por fin
se unieron Paco y Ursulina.
La Noche de bodas hubo alegremente
comilona y baile, como es consiguiente.
Terminado el baile, Paco al momento se
llevó a Úrsula para su aposento,
ella esperaba como toda esposa
que ahí él, le dijera alguna cosa,
pero el truhán de Paco se hizo el distraído
y profundamente se quedó dormido,
Úrsula a Paquito no le dijo nada
de aquella conducta tan inesperada,
pensando que el pobre se hallaba cansado,
aunque no era propio de recién casado.
Pasó una semana sin que Paco diera
a su linda esposa ni un beso siquiera,
ni de hacerle un mimo Paco se acordaba,
ni tampoco Úrsula se lo insinuaba,
porque no es correcto que ninguna esposa
deje de ser digna y pudorosa.
Más de aquel estado se cansó de fijo
y una noche a Paco, Úrsula le dijo:
¿qué te pasa Paco?, te veo tan triste,
es que de casado ya te arrepentiste?,
y el fresco de Paco se hacía el dormido
y le contestaba con algún ronquido.
A la madre, entonces, frente a aquel fracaso,
Úrsula corriendo fue a contarle el caso,
y la vieja vino hecha un basilisco,
y le dice al yerno: ¡oye tú, Francisco!:
¿Quieres explicarme inmediatamente,
el por qué mi niña te es indiferente,
es que no lo sabes o no lo supones, de
todo casado, las obligaciones?
Si lo sé, señora, eso se adivina,
más la culpa de todo la tiene Ursulina,
¡Que ya no fumara!, ya me lo ha exigido,
y yo sin tabaco, soy hombre perdido,
no puedo animarme, no tengo energía,
no tengo carácter, no tengo alegría.
La madre y la hija dejaron a Paco
y corriendo fueron a comprar tabaco.
Entre picadura, cigarrillo y puro
se gastaron ciento treinta y siete duros,
y desde el momento en que llegó el tabaco
comenzó la dicha de Ursulina y Paco,
cada vez que un puro Paco se fumaba
de una nueva dicha Úrsula gozaba
y los dos contentos, y los dos dichosos,
eran un modelo de buenos esposos.
A los pocos días de esa paz bendita,
de Úrsula, los padres fueron de visita,
que al ver a sus hijos, ¡que antes tan violentos!
que con el tabaco se hallaban contentos.
¡Eh qué tal hija mía!, la madre le dice
¡Eh! noto en tu carita, mucho regocijo,
así que la conducta que observaba Paco,
¡Era tan sólo debida al tabaco!
¡Eso solo era madre idolatrada,
ahora, si mamita,
no me pasa nada desde que ya fuma
mi querido esposo!,
no hay hombre más bueno y más cariñoso.
Cada que un puro fuma mi marido,
como me da halagos
muy agradecidos, ya no paso penas,
ya no paso apuros.
Hoy ya se ha fumado diecisiete puros.
Don Juan Recadero, padre de Ursulina
nunca había fumado ni una tagarnina,
así es que la vieja quiso ver si el tabaco,
surtía el efecto, lo mismo que a Paco.
Así es que le dijo:
Por qué no pruebas fumar, Recadero,
unas cuantas brevas,
hace tiempo te noto tan alicaído,
tan desamoroso, tan desfallecido,
que puede, el ánimo se te levante,
y el tabaco sirva como estimulante.
Don Juan Recadero contestó al momento
poniendo al hablar mucho sentimiento:
¡no creas esposa!, ¡que pueda el tabaco
surtirme el efecto, lo mismo que a Paco!,
el ánimo mío no hay quien lo suba, ni
aunque me fumase la Isla de Cuba.