Tercera Llamada… ¡Heil Hitler!

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En Culiacán, capital sinaloense, región cien por ciento futbolera y beisbolera también, que carajos, difícilmente se atreverán a festejar de nuevo el o los triunfos- si es que se dan- de la selección- dicen que nuestra- mexicana en el mundial de Brasil por la sencilla razón de que están prohibidos, o cuando menos no están permitidos, que para el caso es lo mismo, luego que agentes de la policía municipal detuvieron a una veintena de jóvenes que tuvieron la ocurrencia, aunque ahora le aplico el término de osadía, de vitorear el triunfo del “tri” ante Croacia para conseguir su ansiado pase a los octavo de final.

Yo creo que los agentes tenían como favorito al equipo Croata y les encabritó que los aficionados festejaran el añorado triunfo y decidieron aplicarles la ley del garrote, llevándose entre las patas a un reportero de TV Azteca, por andar grabando lo que no debía, porque, ¿qué ocurrencias son esas de imprimir imágenes de alegría, salud, felicidad, ansias de triunfo, algarabía por algo que ocurre solamente cada 4 años? No, para los policías no era justo que se expresaran de tal modo y órale, a meterlos a chirona pa´que se les quite y a la otra aprendan que no deben hacer ningún movimiento así y le ganen a Holanda el domingo siguiente.

O bien:

Que se vayan al cerro del Elefante a gritar todo lo que su ronco pecho les dicte, pero que ni se les ocurra que el resto de la comunidad los vea para que no cunda el ejemplo; imagínese y que fuera contagioso y que todo mundo quiera hacer lo mismo. No señor.

Fascismo puro.

Pocas ocasiones tenemos de poder gritar nuestro sentimiento en buena onda como ese triunfo de México ante Croacia como para que lo quieran coartar por el hecho de que gente que no tiene el mínimo criterio, como quedó demostrado, actúen de esa manera. Porque hasta los que no tenían la mínima idea de lo que es el futbol vitorearon cada gol, como ocurrió con las Rebecas, mi esposa e hija, que de veras se entusiasmaron con cada uno de los tres goles anotados por el seleccionado tricolor.

¡Qué bueno que no estábamos en Culiacán!, porque si no, hasta multa hubiéramos tenido que pagar.

¿Qué quieren entonces que haga la raza cuando de festejar cosas que sirven de catarsis ante la situación que vivimos, se trata?

O qué, ¿acaso los santos guardianes del orden no tienen la mínima idea de que gritando, pataleando, y demás sacamos los demonios que traemos adentro, como causa de todos los infortunios que vivimos diariamente? Porque de acuerdo a lo que sabemos, alterar el orden público se da de manera muy, pero muy diferente, como por ejemplo, esos energúmenos que valiéndoles un soberano pito la gente que los rodea hacen retumbar sus pavorosos “cuernos de chivo” u otro armamento que portan, por citar tan sólo un ejemplo de los muchos que ocurren en este México nuestro. Esto sí es trastornar no fregaderas y luego, ¿por qué no los apañan infraganti?

No es lo mismo, ¿verdad?

Está bien que quieran imponer la llamada “cero tolerancia”.

Está bien que quieran que la gente se comporte como es debido, total que son los mismos policías los que predican con el ejemplo, ¿qué no?

Pero tampoco que quieran imponer la ley de ese modo, porque al final de cuentas tenemos que recordar que el pueblo se harta de que lo juzguen de esa manera, a golpes y cuando se acaba el respeto comienza el rencor y el repudio generalizado.

El abuso de autoridad, el pan nuestro de cada día.

Mientras, los verdaderos delincuentes se pasean impunemente sin que se atrevan a echarles mano, mucho menos cinchos como los que utilizaron para “esposar” a los que armaron la gresca… de alegría.

Entonces:

Señoras, señores, en Culiacán y puntos intermedios ni se les ocurra salir a la calle el domingo en caso que el “Tri” gane; no se vale.

O si lo hace, hágalo como el mudo.

A puras señas, aunque cuidado con el dedo que utilicen. Sí es el del medio, que no lo vean los señores de azul porque lo pueden acusar de perjurio.

Imagínese que en el Distrito Federal actuaran de la misma manera; que todos los que van al Ángel de la Independencia fueran apañados y llevados a la cárcel por el festejo.

Y conste que allá, los agentes no son unas peritas en dulce, pero cuando menos saben- o sus jefes, vaya usted a saber- que si actúan de manera prepotente, no podrían contener toda la marabunta que se reúne en el sitio.

  

Escríbanos, si quiere: ismael.estrella@live.com.mx