Tercera Llamada… Hartazgo de violencia

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ISMAEL ESTRELLA GUERRERO

La sociedad en general no quiere saber nada de extorsiones, violencia, de asesinatos, de persecuciones ni de asesinatos en serie, que en los últimos días empezaron a elevarse en Sinaloa.

Y lo peor es que las autoridades reconocen de nuevo que este tipo de agravantes regresan-¿Cuándo se fueron, realmente- incluso el presidente de la Fecanaco Sinaloa, Guillermo Romero habló de que existe el grave riesgo de que resurjan, como ocurre en Jalisco, Michoacán y otras entidades del país.

Javier Pérez Arciga de la Policía Federal reconoció en la UAS, durante una exposición del tema secuestro y violencia, que la extorsión aumentó considerablemente en México.

La raza está harta de ver en la prensa diariamente; escuchar en la radio y televisión de los hechos delictuosos que no únicamente ocurren aquí, sino en cualquier parte del estado, del país o del mundo.

Además de los telefonazos anónimos exigiendo dinero para no causar daño a algún familiar, hay que sumar otros que también son igualmente escandalosos, el de los supuestos premios ganados en concursos que ni sabemos de su existencia o de los avisos de que la tarjeta de crédito está excedida; llamadas advirtiendo bombazos, o que el plazo a pagar en cualquier comercio se venció o está por fenecer, y otros más. Son un común denominador que causa hondo pesar en quienes son sus víctimas.

Es verdaderamente preocupante que este tipo de situaciones priven a muchas gentes de la tranquilidad y los mantengan en un sopor y angustia permanente, ante el riesgo de sufrir alguna anomalía que venga a destrozar el seno familiar.

Y ya entrados en el asunto de las llamadas telefónicas, en realidad muchas de las preocupaciones que padecemos- en parte- son responsabilidad de empresas que no tienen el menor empacho en contratar telefonistas para que de manera permanente estén comunicándose con “quien sea” para vender algún producto e informarle de las ofertas, o para decirles que la tarjeta fulana de tal es la mejor, incluso preguntar por quién no vive en el domicilio y a quien buscan desde hace mucho tiempo “porque no ha liquidado cierta deuda bancaria”. Y en el peor de lo casos, cuando amenazan de hacerle daño a algún familiar si no se les paga determinada cantidad. La extorsión, pues.

Y no hay que olvidarnos de algo que podría ser muy gratificante, pero que desgraciadamente también es un fraude: Las llamadas que anuncian que ganamos algún premio en efectivo, un automóvil y quién sabe que “alegrías más”.

Quizá a usted le ha tocado más de una vez atender esas llamadas a tan deshoras de la mañana, poco después de las 7, para preguntarle si ahí vive “fulano de tal”. Conste que no hablan una sola vez, lo hacen de manera reiterada y no se convencen que la persona a la que buscan nunca ha vivido en el domicilio.

Ora sí que son tercos.