Ismael Estrella Guerrero
¡Esto es un asalto!… ¡Todos al piso y al que se mueva me lo quiebro!
Todo pasó de una manera vertiginosa.
Dos tipos armados con pavorosos rifles- quién sabe si serían “cuernos”, escopetas o lo que fuera, se veían impresionantes-, le gritaban a la gente que se encontraba en el interior de una frutería que se localiza en una de las 4 esquinas del mercado de la Juárez, hasta donde llegaron para efectuar el asalto a plena luz del día, en la mañana, y nadie “los atoró”. ¿Y que superman se atrevería además a lidiarlos?
Era un domingo más.
Como todo mundo, andábamos en el mercado buscando las mejores ofertas para llenar la alacena de la casa.
En estos tiempos no podemos darnos el lujo de comprar lo primero que veamos y al precio que sea.
Tiene que ser meticulosamente escogido y sobre todo, que sea más barato.
Apenas así alcanza la quincena que tristemente vemos como se volatiza en menos que canta un gallo, por lo rápido “que se va”. Ni chanza de “calentarlos hay”.
A temprana hora, o mejor dicho, desde la madrugada, la gente empieza a llegar para aprovechar las gangas del tianguis y conseguir cosas que requieren en sus hogares a bajos costos.
Sabemos lo difícil que es encontrar estacionamiento, por eso hay que ir a ganar espacios para poder caminar tranquilo, sin que nadie nos ande apresurando. Bueno, la vieja si nos chicotea con tal de que hagamos el mandado rápido, ya que tenemos que regresar a realizar otros quehaceres en la casa. No sería al primero que le pase esto, desde luego.
Ese domingo decidimos ir temprano al mercado.
Los niños se quedaron bajo la custodia de un pariente que llegó del rancho por que quería ir al cine. Son 4 niños que necesitan una supervisión estoica. No se aguantan los calzonudos.
Llegamos en el viejo fordcito que nos heredó mi abuelo.
Eran como las 9 de la mañana y huelga decir que el lugar estaba atestado.
– Hay qui´r primero a las carnes y después a las frutas- Me dijo la brujer.
– Claro que no rezongué, ella es la del dinero y capaz que me regaña delante de todo si me hubiera quejado. Es más, ya ni caso le hago, “pa´ qué”
Llegamos por fin a la segunda parte que les menciono al principio y en esas estábamos, escogiendo los tomates- compramos de a montones, aprovechando que están bara bara, cuando clarito “oyí” pegado a mi oreja:
-¡Ora cabrones, no se muevan!…Esto es un asalto…Todos al piso y que nadie…-
No necesité que terminara la frase, más rápido que de inmediato me aventé al piso y ya no escuché y mucho menos vi nada.
“Nomás” via la pistolota o el riflote, vaya uste a saber que era, pero si daban miedo. Ni parpadié, quedé quietecito, quietecito, con la ñora a un lado. Observaba que se llevaba las manos a la boca, y pensaba que me decía que no hiciera ruido ¡Qué va!, taba rezando, y desde luego que no me quedé atrás, vaya usted a saber como reaccionarán los tipos que les vale llegar cuando todo mundo los puede ver. Se notaba que iban a decididos a todo.
Total que arremangaron con lo que pudieron, a nadie dejaron sin “trasquilar”
“Adiós quincena”, fue lo único que alcance a decir.
Me parecieron horas las que estuve tirado, pero en realidad después averigüe, no tardaron más de un minuto los facinerosos pa´llevarse la lana, y quién sabe si algún plátano o manzana, pa´terminar de desayunarse.
Esto que le cuento no crea que es la primera vez que ocurre.
Ya han existido otros desaguisados similares incluso hasta secuestros y hay quienes aseguran que los tienen amenazados si no sueltan dinero para evitar que les hagan algún daño.
“Nadie” se percató de nada.
“Nadie” vió nada.
¿Yo? Menos.
Mientras tanto, a dos cuadras del sitio la policía estaba como si nada.
¡A esa distancia se encuentra la Secretaría de Seguridad Pública!
¡Imagínese entonces como estamos!
Y eso que nuestras autoridades dicen que ya están disminuyendo los hechos de inseguridad y de violencia. Eso dicen.
Menos mal, porque si no, que canijo estuviera.
¿No cree?
ismael.estrella@live.com.mx