Es la corte cosa brava/ todos mal de todos piensan/
Los enemigos comienzan/ donde la nariz acaba./
Tú allí con muy buenos modos/ sé expansivo, sé jovial:/
De todos piensa muy mal; pero habla bien de todos.
Antonio Plaza.
Giovanni, Joan, Huas, Joanes, Chan, Chaun, Johan, Yuhanna, Hovhannes, Jan, Jen, Iván, Johano, Yann, Johano, Yann, Xoan, Johannes, Johnny, Janes corresponden al nombre de Juan en español, y todos ellos derivan del hebreo Johánnán, que quiere decir fiel a Dios. Seguramente la diáspora que conformó la primera mundialización de la humanidad le fue dando a Johánnán diversos matices y tonalidades en las variopintas lenguas que surgieron en aquel encierro primordial.
Afirman los textos bíblicos que San Juan era el más querido de los apóstoles por Jesús El Cristo; pero ese cariño era igualmente correspondido por este insigne hijo de Zebedeo. Lo de Juan fue amor a primera vista: la voluntad de este santo patrón se encadenó al espíritu del Hijo de Dios. ¿Admiración? ¿Miedo? ¿Admiración y miedo? Tal vez la palabra exacta para estos hechizos sea fascinación. Qué sé yo, lo cierto es que…
Y uno se pregunta por qué San Juan, ay, tan poderoso se entregó con todo a los designios de Jesús.. Esta pregunta me remite a otra no menos inquietante: ¿Por qué yo también me he pegado como lapa a otros y a otras hasta perderme en ese laberinto en el que yo soy yo y ya no soy yo? Huelga decir que estos apegos me han producido terribles sentimientos de ambivalencia: el disfrutar por mi conversión casi sin objeciones de otros y otras y, al mismo tiempo, esta sujeción me ha producido, tiro por viaje, una vergüenza que me enrojece hasta generarme un caudal de lágrimas negras y no pocos hipos e hipocondrías.
LOS HOMBRES CARISMÁTICOS Y SUS HOMBRE DE PAPEL.
Este goce/sufrimiento rebasa la idea que Paz expresó sobre el masoquismo. Este inmenso autor señaló a propósito que si alguien goza con el escarnio que le haces a su cuerpo y y a su espíritu porque el sufrimiento de transforma en goce. Esta afirmación, dicho sea con todo respeto, desoye que los individuos somos mucho más que dos. Y es justamente a partir de esta concepción se puede afirmar que cuando alguno de nuestros álter egos goza, el otro sufre y seguramente otro más, en algún meandro de nuestra subjetividad, se burla del que sufre y del que goza, porque está inmerso en un proceso ataraxia que ya lo ha alejado del mundanal ruido…
El amor, las adicciones, los dioses, los hombres providenciales, los santos y los héroes poseen un influjo tal que suelen convertir en proverbiales ‘estatuas de sal’ a los individuos que presumían una independencia a prueba de fuego. La alienación, dicho sea con todo cuidado, seguramente desfigura, más no anula, nuestra individualidad al sujetarse a algo o a alguien. Y digo que no la anula porque los otros que nos habitan por lo general suelen hacer coaliciones para resistir la sujeción del sujeto, del cual a veces nos liberamos con un ´Perdónenme, por favor, no sabía lo que hacía…’
EL PODER PIRAMIDAL
Si bien es cierto que ocurren posesiones todos los días y todos los días vemos por doquier deambulando una especie de sonámbulos gloriando a su hombre providencial, no menos cierto es que podemos confundir este tipo de hechizos con manifestaciones que tienen un parecido gigantesco; pero que a decir verdad solamente imitan sus gestos a través de adhesiones y genuflexiones inimaginables, cuyo fin expreso es evadir las diversas manifestaciones del autoritarismo.
Allá una caída en los meandros del fanatismo; acá por una una inmersión calculada que permite a los súbditos sortear, a través de la simulación, las trampas de la exclusión política que les tiende el poder, como un panóptico de Bentham.
Tendrán que internalizar hasta el fondo del alma un principio que esculpió en oro y mármol Antonio Plaza: “No te oirán si no te encorvas/ ya que ellos tienen, Andrés/ las orejas en los pies/ y el talento en las corvas”.
Conocer las artes del sigilo, la “prudencia”, el aprender a callar, a obedecer, a arrodillarse, a adular, a mentir, y hacerle sentir al jefe que es inteligente, audaz y poseedor del un futuro realmente resplandeciente es más que un arte… Y sobre todo aprender nuevas estratagemas para que el jefe les crea que son fieles hasta que la muerte los separe.
Estos saberes sólo pueden alcanzarse ahí donde la dignidad retrocede para cederle el espacio a un catecismo en el que los principios constituyen solamente una nota de pie que deben olvidar los principiantes.
PSICOPATOLOGÍA DE LA SOBREVIVENCIA POLÍTICA.
En las actuales circunstancias, en efecto, los aprendices de la política tendrán que refinar los saberes que aprendieron en una larga carrera, no pocas veces ahogándose en el lodo de la doble moral, para crearle la certidumbre al jefazo de que su lealtad está a prueba de cualquier canto de sirenas, aunque el mandarín sospeche que tienen las maletas listas para emigrar a otras trincheras del qué hacer político. Seguramente muchos aprendices de brujo quedarán en el camino: unos porque les ganará la risa, a otros porque serán triturados por el pánico escénico, pero la vida seguirá, porque todo ha cambiado para que todo siga igual.
La actitud silente, comedida, lambiscona, indigna, desvergonzada ante el jefe que les da vida y dignidad republicana, anida en los subalternos un odio cerval, profundo, apenas contenido para evitar quedar fuera del presupuesto contra sus jefes políticos. Y como siempre ocurre, este odio suele desplazarse inconscientemente como forma de compensación en direcciones que no buscan vengarse de quién les hizo el agravio, sino quién se los pague: el rencor se transforma en agresividad contra la familia y, sobre todo, contra la esposa; se troca en prepotencia contra los ciudadanos de a pie y, más aún, contra los más jodidos; un odio que se torna en desprecio a los amigos, a los parientes y, sobre todo, a los compañeros de trabajo; porque éstos, en el clímax de la rabia y la impotencia, suelen convertirse en el espejo donde subalternos miran con horror las contrahechuras éticas que le desgarran el alma.