Santa Cecilia es considerada como la santa patrona de los músicos, pero ¿qué la ha llevado a adquirir el histórico nombramiento?
La celebración del Día del Músico se lleva a cabo anualmente, cada 22 de noviembre se conmemora la existencia de todos aquellos que de alguna u otra forma se relacionan con la música. La razón de este festejo se debe a que Santa Cecilia, considerada patrona de los músicos, murió después de su martirio el 22 de noviembre.
El primer festival de música en honor a Santa Cecilia fue llevado a cabo en Evreux, en la región noroccidental de Francia, en el año de 1570. Posteriormente, los escoceses retomaron la tradición en 1695 y después también lo hicieron Alemania, España y Francia.
Con respecto a Latinoamérica, esta tradición comenzó con la llegada de los españoles durante la invasión europea, aunque se convirtió en algo regular en Río de Janeiro entre 1919 y 1920, tras lo cual se extendió al resto de las naciones como una fecha oficial.
En la actualidad, no sorprende que el patronaje de Santa Cecilia hacia los músicos sea tomado como parte del sentido común, pues durante muchos siglos el culto fue transmitido a través de las generaciones de cristianos y es considerado como uno de los más antiguos del cristianismo.
Algunos documentos incluso datan de los inicios de la celebración de su fiesta en el siglo V después de Cristo, llevada a cabo por la Iglesia Católica en sus inicios.
Sin embargo, la leyenda de Santa Cecilia ha sido contada en diferentes momentos de la historia, adquiriendo distintas cualidades y dejando de lado otras características, lo que ha construido la imagen de la beata en la actualidad, sin dejar de ser considerada como una de las más importantes y veneradas de la religión cristiana.
Santa Cecilia como mártir cristiana
Al principio, Cecilia fue elogiada y beatificada debido a su instrumental vida en el desarrollo del cristianismo en Roma como evangelizadora de jóvenes mujeres, y un ejemplo a seguir de la vida de una mujer cristiana por excelencia. Además, Santa Cecilia ejercía un disciplinado ascetismo y nunca rompió sus votos de virginidad, incluso después de contraer matrimonio con un joven pagano.
Las representaciones más antiguas de Santa Cecilia la muestran como tradicionalmente se muestra a los mártires en el arte cristiano de los siglos IV y V: con una corona de mártir en las manos y en actitud orante.
Los actos o documentos que cuentan el momento de su juicio y condena a manos del emperador romano Alejandro Severo, también datan del siglo V después de Cristo.
Santa Cecilia, quien para ese entonces logró el bautizo de más de 400 jóvenes mujeres por parte del Papa Urbano I, fue juzgada por el ejército romano después de su esposo, el hermano de éste y un oficial converso. Los cuatro fueron degollados con una espada.
Santa patrona de la música
No fue hasta los siglos XIV y XV que se comenzó a relacionar a Santa Cecilia expresamente con la música.
El primer texto que retoma los actos del que se tiene registro es la Passio S. Ceciliae, escrito durante los inicios de la Edad Media.
Aquí, el autor narra que durante la boda entre Cecilia y su esposo Valerian, mientras los músicos tocaban, ella reproducía la música que escuchaba en un canto interno “sólo para Dios en su corazón”.
De esta forma, la santa fue relacionada de manera más cercana con la música.
Durante el renacimiento, cuando se recuperaron los trabajos de la Passio S Cecilia, que aparecieron imágenes en las que la santa es representada sosteniendo un órgano hidráulico como atributo, o bien haciendo uso de éste para tocar música.
Incluso, cuando la Academia de Música fue fundada en Roma, ella fue nombrada como patrona del instituto
En Roma, en el barrio de Trastévere, también existe una basílica dedicada a ella, supuestamente construida sobre la casa donde residió junto a su esposo y ocurrió su martirio. Se dice que ahí mismo dio asilo y convirtió al cristianismo a más de 400 niñas romanas.
Santa Cecilia, ¿mística?
Su historia sería transmitida en distintas instancias a través de los siglos, ilustrados en la Legenda aurea por Jacobo de Voragine, donde los personajes en la historia de Santa Cecilia adquieren una disposición supernatural, en lugar de mantener el estado humano de su entendimiento y responsabilidad.
Aunque la versión más difundida de su vida es la que se recoge en las Historias de Canterbury, escritas por el poeta medieval inglés Geoffrey Chaucer. Esta versión es de las más retomadas por autoridades eclesiásticas y, por consiguiente, es la más popular entre los devotos.
Eruditos en historia y teología, como Sherry Reames de la Universidad de Wisconsin, argumentan que en el texto de Chaucer, la leyenda está privada de su cercanía con la experiencia humana y adquiere tonos de misticismo, en parte debido al uso de la Legenda aurea de Jacobo de Voragine como referencia principal.
Una lectura académica del texto también indica que Chaucer realizó una reducción propia de la historia de Santa Cecilia, por lo que se considera que lo que se cuenta sobre ella no está necesariamente basado en hechos históricos.
No obstante, a pesar de los enredos en los que la historia de Santa Cecilia se ha visto atrapada, hoy en día existen sociedades cecilianas alrededor del mundo que la veneran como una importante personalidad para la música, representada siempre con el órgano, como en el cuadro de Rafael Sanzio, consagrado pintor renacentista, que se conserva en Boloña, Italia.