ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ
Pareciera que López Obrador en un ojo tiene nube y el otro le relampaguea, seguramente por ello el espectro de su visión es sumamente reductivo: desdibuja el espacio multicromático en el que se expresa la sociedad, a un simple y deslucido blanco y negro sin grises ni matices, pero aleteando sobre ellos sombras que semejan la caverna de Platón. El mal que lo afecta no es el daltonismo, pues no confunde los colores, simplemente a esa diversidad cromática no la ve ni los oye y pocas veces, muy pocas, cuando se acuerda de las cien escuelas filosóficas que creó Mao en su mollera, le parecen una anormalidad que debe combatida.
Desde esa ceguera que es pródiga en él, lanza como flechas envenenadas contra todos y contra nadie. Sus generalizaciones se convierten en acusaciones, descalificaciones, chantajes y bulos son producto de ese maniqueísmo que convierte a los miembros de la sociedad en buenos y malos, en traidores y leales, corruptos y santos, en traidores a la patria y redentores de res pública, en un ellos y un nosotros… Pero estas generalizaciones amargas y dulzonas que se llevan entre las “patas” a ciudadanos que no la deben ni la deben ni la temen, y esconden llamar por su nombre y con pruebas a quienes realmente han dañado al país, incluyendo a muchos militantes de Morena.
Y en este oleaje de generalizaciones, la Unidad de Inteligencia Financiera, cuyo titular es otro Nieto, se convierte también en un circo mediático que acompaña a la algarada de la mañanera, violando la secrecía y el debido proceso de las investigaciones judiciales en materia de corrupción y no sólo. En fin… Y en el túnel de ese vocerío el espacio de convivencia plural de los ciudadanos adquiere el rostro de una polarización que ahoga la diversidad que fundó -no sin tropiezos ni debilidades- nuestra vilipendiada democracia, porque adicionalmente se restringen o se ahogan las instituciones que sirven de contrapesos en nuestro tejido institucional, seguramente con la intención que en nuestro país “mande” un solo hombre.
PERO A PESAR DEL MANIQUEISMO NUESTRA PLURALIDAD EXIITE.
Consecuente el presidente, Andrés Manuel López Obrador, con ver la realidad en blanco y negro, dijo el 11 de mayo: “Consideró que lo ideal es que haya sólo dos partidos políticos en el país: el liberal y el conservador.¿Para qué tantos partidos (…) si al final son solo dos” (Redacción de Animal Político). Muchos deseos nacen de la vista aunque sea cavernícolas, este ferviente deseo no podrá eclipsar nuestra realidad polifónica porque es constitutiva de las interpretaciones que nos constituyen a los seres humanos, inclusive cuando una dictadura “evapora” las diferencias sociales y para fundar una república sin fisuras , porque toda pretensión de homogeneidad es falsa, como ocurre en China, Cuba y demás etcéteras… La liberad de pensar y elegir es consustancial a la humana condición.
Pero además los supuestos que conducen al presidente a esta conclusión tienen por lo menos cien años de soledad. AMLO, efecto, se remonta a más cien años atrás y se mira en la gesta Juárez, embistiendo a los conservadores por su traición a la patria, desde el asidero patriótico del partido liberal. Así como en esos días, sobre todo a partir del triunfo del Benemérito de las Américas, todos los mexicanos de convirtieron en liberales; vaya, hasta Porfirio Díaz, Madero, el PAN, el PRI y Morena; asimismo el concepto conservador quedo sepultado en los diccionarios, porque se convirtió en un mote peligroso, sus defensores podían ser perseguidos por la guadaña revolucionaria, que siempre fue liberal de a mentiritas Creo que el presidente debería revisar hoy, pero a profundidad, qué es el liberalismo, las corrientes que lo integran, así como sus derrotas y victorias. Sobre todo para que no ande arando en el mar con ropajes victorianos.
Ahora bien si persiste en su empeño de que se conformen dos partidos, tiene a la mano la posibilidad de hacerlo; claro, con la compra de un voto para tener mayoría calificada en el Congreso. Vale decir que en está propuesta los partidos no se disolverían; por el contrario, podrían aumentar su número cumpliendo por supuesto con las las leyes que corresponden para el efecto. Simplemente con su mayoría de votos en las cámaras podría instaurar la segunda vuelta electoral, pues en ella competirían sólo dos candidatos a todos lo puestos en los tres niveles de gobierno. Seguramente el Presidente sería laureado y no tengo que la patria y la historía se lo agradecerían. Pero además repararía una tara que nos conducido a formar gobiernos sin mayoría parlamentaria. En este asunto capital se nos han adelantado la mayoría de los países de América Latina.