*México con tradición en el mundo
*Padres, los más contentos
En una emotiva ceremonia, de redoblar de tambores, aplausos, gritos de júbilo y lágrimas de familiares, esta mañana la explanada de la Escuela Náutica de Mazatlán “Antonio Gómez Maqueo” se vistió de gala, el blanco de los marinos, para festejar la graduación de 86 jóvenes, 46 ingenieros pilotos navales y 40 ingenieros maquinistas navales. Una gran fiesta.
Desde las 10:30 de la mañana, inició todo el protocolo y al filo de las 11 empezaron a llegar los familiares a esa noble institución que ha miles de marinos que han cruzado los océanos del mundo. A las 11:30 horas aparecieron las autoridades para presidir el gran evento: el general Alfonso Duarte Múgica, comandante de la III Región Militar; contralmirante Gilberto Carreón, jefe del estado Mayor de la IV Zona Naval, quien llevó la representación del comandante de esa zona, el almirante Francisco Limas López; Salvador Reynosa Garzón con la representación del alcalde Carlos Felton; el doctor Aarón Montoya, con la representación del gobernador Mario López Valdez; Alfredo Vizcarra, alcalde de Concordia, y el director de la Escuela Náutica, Eugenio Soler Osuna, quien dirigió un mensaje a los egresados.
Vino un breve desfile de todos los alumnos, parejos todos, cuidando bloques por estaturas, impecables y gallardos, también “gallardas” porque se vieron marchar también mujeres; luego los honores a la bandera y después los mensajes oficiales. También relevo de bandera.
El director de la Escuela Náutica destacó el profesionalismo de los jóvenes graduados, que pasarán ahora a las filas de los mejores marinos del mundo, donde Mazatlán y México tienen historia y tradición, por la calidad educativa y profesional y también por el respeto a las leyes y la normatividad internacional.
Fue también un mensaje de aliento a los egresados y de que pongan en alto no sólo a la Escuela Náutica, sino la gran tradición de México de excelentes marinos.
Luego vino la entrega de documentos, de nuevo el redoble de tambores y honores a los símbolos patrios para después dejar paso a los abrazos de familiares y amigos, los gritos de júbilo y las lágrimas de emoción.
