Ómicron —la variante más reciente del virus SARS-CoV-2— se está adentrando a paso constante en las poblaciones con altos niveles de inmunidad en todo el mundo. Habrá muchos casos positivos por coronavirus en los próximos días y semanas, y poco por hacer para detener la propagación, aunque la inmunidad existente todavía puede evitar casos de enfermedad grave.
Estados Unidos reportaba más de 120.000 nuevos casos diarios positivos por coronavirus la semana pasada. En el Reino Unido, no han dejado de aumentar los casos de ómicron.
En Estados Unidos, los llamados casos de infección posvacunación —los contagios entre personas vacunadas— eran menos comunes antes de ómicron, pues solo afectaban a un pequeño porcentaje de la gente vacunada, según la mayoría de los conteos. Ahora, los casos de infección posvacunación entre los vacunados se están volviendo el statu quo con bastante rapidez.
Es probable que la ómicron, una variante muy contagiosa, vuelva “completamente irrelevante” la idea de una infección posvacunación sorpresiva, opinó Ali Ellebedy, profesor asociado de patología e inmunología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. Esto iba a suceder de todos modos: conforme más estadounidenses se vacunen y más variantes circulen, se espera que haya más infecciones entre personas vacunadas. Sin embargo, la variante ómicron está acelerando el proceso.
Hasta ahora, los casos de infección posvacunación solo han causado una pequeña parte del daño, en comparación con los contagios entre los no vacunados. “Hay muchos sabores de infección”, dijo Marc Lipsitch, profesor de epidemiología en la Universidad de Harvard y director del Centro de Dinámicas de Enfermedades Transmisibles. Tenemos la infección, que es cuando el virus se replica en el cuerpo de una persona, y tenemos la capacidad de contagio, que es cuando el virus se replica en partes del cuerpo de tal manera que puede infectar a otras personas.
En un inicio, tener un esquema completo de vacunación implicaba estar protegido contra la mayoría de los sabores de infección y sus efectos.
En septiembre de 2021, los casos de COVID-19 en personas no vacunadas eran seis veces más numerosos que los casos en personas vacunadas, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Las muertes por COVID-19 de personas no vacunadas también eran unas 12 veces más altas que las muertes por COVID-19 de personas vacunadas. La enfermedad grave y las hospitalizaciones también eran mucho menos comunes entre la gente vacunada. Incluso cuando se contagiaban era menos probable que las personas vacunadas propagaran el virus a otras personas.
Sin embargo, con ómicron, estar completamente vacunado no parece brindar el mismo nivel de protección, en términos de infección y transmisión. Aunque al parecer todavía es probable que las personas vacunadas puedan evitar desarrollar una enfermedad grave, sigue habiendo un riesgo de que experimenten síntomas. También podrían transmitir el virus a alguien más.
Todavía no se sabe a ciencia cierta cuán grave o leve es la ómicron para alguien que no ha sido vacunado y por lo tanto no tiene inmunidad frente al coronavirus. En Estados Unidos, los datos sugieren que más o menos el 62 por ciento de los estadounidenses de todas las edades tiene el esquema completo de vacunación. Hay millones de estadounidenses que no están vacunados.
Los hospitales ya están saturados de pacientes infectados con la variante delta y las consecuencias de que haya muchos contagios en un periodo corto serán cada vez más mortales. Incluso los casos de personas vacunadas pueden derivar en casos de covid persistente.
Por fortuna, hay cada vez más evidencia de que una tercera inyección de la vacuna, que recibió la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense en noviembre para todos los adultos, puede aumentar las defensas de las personas. No obstante, solo alrededor del 28 por ciento de los estadounidenses ha recibido una dosis de refuerzo.
Aunque quienes hacen las políticas públicas siguen instando a la gente a hacer todo lo posible por evitar propagar o contraer el virus, en esencia la respuesta frente a la variante ómicron ha sido volver a dar énfasis a la necesidad de las dosis de refuerzo para fortalecer la inmunidad en contra de una infección que es complicada de controlar. Es probable que se necesiten más medidas para disminuir el impacto en el sistema sanitario. Por ejemplo, hacer pruebas rápidas a todos los estadounidenses podría ayudar a evitar la transmisión, pues se identificarían las infecciones en etapas tempranas.
Dado que ha quedado descartada la erradicación de la COVID-19, se espera que a final de cuentas una variante —en el mejor de los casos una inocua— produzca endemicidad en Estados Unidos, un nivel de infección constante, pero relativamente contenido. Sin embargo, el mundo necesitará mucha más inmunidad para llegar a ese punto. En una situación ideal, la gente estaría vacunada y se pondría refuerzos con regularidad para estar protegida en contra de la enfermedad cuando esté expuesta a cualquier variante, y como mucho sentiría que tiene un resfriado fuerte y se recuperaría.
Las vacunas anuales, como sucede con las variantes estacionales de la influenza, y las dosis de refuerzo, como sucede con el tétanos, siempre han sido una parte aceptada de la prevención de enfermedades infecciosas. Y fuera de la pandemia de la covid, nadie habla mucho de las infecciones posvacunación, aunque el término también sea aplicable. En el futuro, los refuerzos contra la COVID-19 y las infecciones posvacunación serán parte de la nueva normalidad, dijo Ellebedy.
Aunque las infecciones de SARS-CoV-2 entre los vacunados puedan parecer un problema personal, en realidad representan uno social y mundial. Por ejemplo, en Estados Unidos, la variante delta ya ha causado estragos en la infraestructura de la atención sanitaria, pues ha sobrecargado a los proveedores y dificultado más la búsqueda de atención para todos, desde los pacientes de cáncer hasta la gente con apendicitis.
“Seguirán apareciendo variantes dignas de preocupación mientras haya grandes porciones de la población humana que no estén protegidas”, dijo Nancy Jecker, especialista en bioética y profesora de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.
Cada una de las olas de la pandemia ha tenido sus desafíos, pero, para las personas vacunadas, la ómicron ofrece una vista preliminar de uno de los aspectos más frustrantes de la endemicidad: las infecciones posvacunación frecuentes.