LA GESTIÓN DEL COROVIRUS HA SIDO UN DESASTRE (2/3)

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ

El coronavirus también está golpeando la imagen del Gobierno mexicano. La aprobación de la gestión de López Obrador roza el 70%, pero más de la mitad de los ciudadanos (56%) cree que este asunto se le escapa de las manos a la Administración Federal, según una encuesta que publico este diario. Prueba de ello es la imagen del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, cuyo estilo profesoral y su solvencia científica gozaron de la confianza de la ciudadanía en un primer momento para enfrentarse paulatinamente a un deterioro que se alarga tanto como la pandemia. (El País. Carmen Moran Breña/Jorge Galindo. 03/07/2020)
El desgaste no es sólo atribuible al paso del tiempo, obedece también a los mensajes fallidos que han ido minando la paciencia de la población. Hoy López-Gatell languidece en su imagen pública. Cuatro meses después, la población de Ciudad de México sabe que tendrá que lamentar tres veces más muertes de las que se actualizan en la rueda de prensa diaria; que a pesar de iniciarse el desconfinamiento a principios de junio la recomendación machacona sigue siendo que todo el mundo permanezca en casa (…) y que las predicciones de descenso o final de la pandemia se han ido retrasando cada vez que llegaba la fecha y los contagios seguían activos y bien activos (Id)

QUÉ SE HA HECHO MAL O PEOR EN LA GESTIÓN DE LA PANDEMIA?

1.- La capital de México llorará tres veces más muertes que los oficiales y numero de fallecido se replicará en todo el país, como ha terminado por reconocer este jueves en una entrevista al Washington Post, Hugo López-Gatell. Y esto va a ser así los erráticos análisis de la pandemia hechos en México, que han desgastado la imagen de un Gobierno que se resiste a la autocrítica

2.- Sabíamos que esto iba a pasar”, dice López-Gatell; pero hubo que esperar a que los medios de comunicación que veían cada día la realidad en las calles, hicieran sus cuentas, muy bien encaminadas, como se demuestra ahora, porque calcularon exactamente lo mismo y presentaron su metodología. El mismo día, EL PAÍS, New York Times y Wall Street Journal sacaron sendas informaciones que cuestionaban el proceder de las autoridades, el subsecretario lanzó duras críticas a los medios.

3.- Mientras López- Gattel reconocía ante la prensa que iba a ver una tres largas filas de cruces en el país, Andrés Manuel López Obrador, presumía sin fronteras unas cifras de afectados que sorprendían a propios y ajenos, precisamente porque se conocía la realidad social de este país y su precario sistema de salud. “Estamos cerca del punto medio de la curva epidémica, en el descenso de la curva podríamos tener, más o menos, otras 2.000 o 3.000 [muertes], unas 6.000″, declaró López-Gatell el 5 de mayo. Hoy no se sabe aún en qué kilómetro de la curva está el país y ya se rozan las 30.000.

4.- La ceremonia de la confusión siguió con las medidas presentadas por el Gobierno para devolver paulatinamente al país a la vida normal, cuando el presidente ya veía “la luz al final del túnel”, hace algo más de un mes. Y pese a estos augurios del presidente, todavía no se ve la luz, casi ni el túnel. El 30 de mayo empezaba la desescalada, pero hubo que recordar que los días de la “sana distancia” todavía no se podían extinguir. El tono de los mensajes gubernamentales se mantiene así también en la confusión no sólo para las cifras sino también en lo que respecta a las directrices para la población.

5.- El 28 de mayo, cambió la estimación: calculó que la enfermedad acabaría con la vida de unas 25.000 o 30.000 personas. Estamos empezando julio y cada día recuerdan que “la epidemia sigue activa”. Y en tanto, en los últimos 14, días se han detectado 25.565 nuevos contagiados. Dijo Gatell que en México había alcanzado la meseta de la enfermedad, pero luego resultó que no podía demostrarse, puesto que las cifras que se daban a diario de muertes no correspondían a las últimas 24 horas sino a días y meses precedentes. Por tanto, se calculaba a ciegas.

6.- De todo ello se deriva para el subsecretario que la estrategia de “disminuir la velocidad de crecimiento de la epidemia” era la estrategia lógica, casi la única disponible. Esta aproximación, conocida en epidemiología como “mitigación”, asume un ritmo de contagio determinado pero inferior al normal del virus. La estrategia tiene sentido epidemiológico siempre que la severidad de la enfermedad aparejada a la epidemia sea menor que la implicada en la estrategia alternativa: la supresión completa de la transmisión.

“Desgraciadamente, es muy poco lo que se puede hacer a menos que se pague un coste elevadísimo si se cierra el país o se paraliza”. ¿Aislarnos? Ya nos preguntamos que haremos con los pobres? También nos preguntamos que haremos con los ricos. Ahora la pregunta es: Qué haremos con López-Gatell?