Abren las Fuerzas Armadas su historia
y sus espectaculares instrumentos
En unos cuantos metros cuadrados se resume la historia militar contemporánea del país: desde los viejos cañones usados en la revolución hasta los modernos vehículos artillados que parecían destinados a no conocer la guerra, hasta que llegó la cruenta lucha contra el narcotráfico.
Uno entra a los patios de la terminal de transbordadores y se encuentra con un museo sobre la Defensa del Puerto de Veracruz ante la invasión norteamericana de 1914, para terminar caminando entre sofisticados helicópteros, tanques de guerra, réplicas de un buque escuela, modelos a escala de barcos y aviones de la Marina, y hasta un pabellón del ejército.
Esta exposición itinerante llega a Mazatlán para abrirnos, curiosamente, una ventana a la actividad marítima que trae consigo muchos temas históricos y actuales, y está abierta a toda la población, sin más requisitos que acudir a esta parte de la ciudad, vecina de la famosa Puntilla.
Por los pabellones del museo pasa la historia del teniente José Azueta, del cadete Virgilio Uribe, del comodoro Manuel Azueta, a quienes hemos conocido sólo por ser nombres de calle. Con ellos están los uniformes de época, el armamento, las fotos que consignan las huellas de la cruenta intervención armada sobre Veracruz.
Por momentos parece un parque de diversiones:
Fuera, a descubierto, una pequeña lancha soporta los embates de los escolares que mueven el timón para ver cómo en correspondencia mecánica se mueve también el motor en la popa.
Son varias las carpas, y en cada una hay verdaderos hallazgos. Una se dedica al asunto ambiental, donde encontramos huesos de ballenas, un esqueleto completo del esquivo manatí, estaciones meteorológicas, maquetas del mar y de la forma en que se capturan los peces de manera industrial.
Por supuesto, lo que más llama la atención son los vehículos y las salas de armas: helicópteros para el transporte de tropas, para vuelos de reconocimiento, para operativos sorpresa; un verdadero tanque artillado y vehículos todo terreno, blindados, un helicóptero alemán que recuerda a los de las películas de acción que hacen despliegue de tecnología, pero que en realidad es un modelo de los años ochenta que está a punto de ser dado de baja y posiblemente enviado como donación a un museo o una escuela.
Entre las armas, los lectores de periódicos, de portales digitales, de Sinaloa enlínea, encuentran a un viejo conocido: la Barret, que en el argot de los narcos se llama “la matapolicías” por su enorme poder. Aquí está del lado de los buenos, con sus tres mil seiscientos metros de alcance, compartiendo estante con los históricos winchesters de tres kilos de peso y con un fusil de fabricación mexicana, impresionante por su modernidad
Cuando la exposición fue inaugurada, los jóvenes estudiantes de secundaria corrían vueltos locos para subirse a los helicópteros, a los vehículos terrestres artillados, pero lo mismo hicieron los oficiales de la Marina en cuanto se vieron libres del protocolo.
La lancha anfibia es también un gran atractivo. Sus enormes llantas son capaces de rodar bajo dos metros de agua o de acompañar al cuerpo de la nave flotando sobre embalses o corrientes más profundas.
Con las instalaciones portuarias cerradas detrás de los protocolos de seguridad de la Armada, y las restricciones fiscales para la Marina Mercante, esta exposición es una gran oportunidad para devolver a los mazatlecos su origen cercano al mar, y le espera, pues va a permanecer aquí por lo que resta del mes.