La defensa del INE; los excesos de AMLO contra ciudadanos; ¿van Estado y UAS hacia la confrontación abierta?               

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FRANCISCO CHIQUETE

¿Por qué defender al INE?

Los ciudadanos de todo el país que hoy participarán en concentraciones de más de ochenta ciudades, tienen muchas razones para expresar su inconformidad con la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su partido -Morena- para transformar al Instituto Nacional Electoral al modo que a ellos les parece más conveniente.

Es cierto que tanto los defensores como los detractores del INE hablan en nombre de la democracia y del interés de la sociedad, pero es obvio que la razón no está en dos partes.

El Plan B del presidente, aprobado en el Poder Legislativo por la mayoría morenista, establece una reducción sustancial de las estructuras del Instituto. Obliga a que muchas de las tareas que ahora se hacen de manera permanente, se realicen por personal que sea contratado temporalmente y con mucha premura, de suerte que nadie garantiza que haya una buena selección y capacitación de ciudadanos para que integren las directivas de las mesas electorales. La reducción es tan drástica, que ni siquiera podrán permanecer los espacios para emitir las credenciales electorales que ahora son tan asequibles a cualquiera que tiene derecho a obtenerla.

El gobierno y su coro dicen que se trata de evitar los gastos excesivos en que incurre el INE, sobre todo en salarios. Es un argumento real, pero insuficiente para acabar con una institución como la que nos ocupa. La cuestión económica debe resolverse, pero no al costo de acabar con algo que funciona adecuadamente.

Por más que lo nieguen los promotores del Plan B, su aplicación acabará con la certeza electoral que hoy vivimos y que nos permite conocer los resultados de cada proceso prácticamente desde la noche misma de la jornada electoral.

Seguramente muchos pensarán que al no ser militante de un partido o peor aún: ni siquiera simpatizante de los candidatos, estos hecho no le afectan, pero es un gran error. No sólo se trata de la capacidad de decidir quién gobierna. Además hay que considerar la influencia que ese hecho tiene sobre la vida nacional.

A partir de la normalidad democrática el país ha tenido incluso progresos económicos impulsados por la estabilidad que dan las buenas condiciones de la organización social. No ha sido un desarrollo suficiente porque los gobiernos han resultado ineficientes, desde los anteriores hasta el actual, pero el marco ha sido el adecuado gracias a la democracia.

Cuando las elecciones estaban en manos del gobierno, la mecánica de la cobertura periodística era muy distinta: había que recorrer los puntos donde se instalarían casillas para saber si había condiciones y si se abrieron las casillas; había que estar pendientes de las sesiones y los reportes de cada sección electoral; había que estar al pendiente de las denuncias de los partidos de oposición; abundaban lps observadores electorales porque la sociedad tenía desconfianza de cómo se desarrollaban los procesos. Las noches eran de tensión pues no se tenía certeza de que los paquetes electorales fuesen entregados oportuna e inmaculadamente. Se tenía que esperar hasta una semana para conocer los resultados formales y las comunidades se enfrascaban en largas y azarosas disputas postelectorales que con frecuencia eran resueltas a culatazos por las autoridades, eso cuando no salían a relucir las armas, de las que se hacía uso.

A partir de la estabilización del organismo electoral ciudadano, mucho de eso se acabó. Las organizaciones legítimas y las espurias que armaban grupos de observadores, perdieron su razón de ser. La vigilancia y la persecución de directivos de mesas electorales fueron innecesarias. Los resultados son tan homogéneos y normales, que prácticamente desde las primeras cifras conocidas en el PREP, se empieza a marcar tendencia, sin esperar a que llegue “el voto verde” para saber quién va a ganar. Y muy importante: la alternancia es una realidad en todos los niveles de gobierno.

¿Por qué el régimen de AMLO insiste en acabar con la certeza de que ahora se dispone?

Más aún: ¿por qué el presidente y los suyos insisten en ofender a quienes decidan participar en la manifestación de apoyo al INE?

Desde hace tiempo López Obrador viene diciendo que quienes se manifiesten el domingo estarán apoyando a García Luna y por supuesto, a los neoliberales y a todos los fantasmas que pueblan la cabeza y la narrativa del presidente.

Cada invectiva de ese tipo ha sido acompañada con una reiteración de que “están en su derecho” y la aseveración de que en su gobierno “no se coartan los derechos”, pero la realidad es que señalamientos de ese tipo son verdaderas amenazas para ciudadanos comunes y corrientes que no ven a una persona expresando su opinión, sino a una autoridad -la máxima del país- ejerciendo su poder ilimitado para influir sobre los ánimos y las conciencias.

También el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, le entró a la onda de denostar a la ciudadanía aseverando que los defensores del INE “están desorientados” y que defienden a García Luna. Y como él, muchos que tienen hueso y estatus y muchos más que sólo siguen directrices, ya por convicción o porque están esperando hueso o status.

El desgaste por ejercer el gobierno es importante, pero al presidente parece hacerle lo que el viento a Juárez. De todos modos, entre los errores y abusos en que ha incurrido para polarizar a la sociedad, ha ido perdiendo apoyos importantes, sobre todo en sectores como las clases medias. Hay quienes creen que el presidente actúa así (agresivo, deseando reventar las manifestaciones pro INE), por miedo de perder la elección presidencial del 2024. Yo creo que no es tan drástico el riesgo y que la explicación de su agresividad es peor: la necesidad absurda de seguir concentrando poder y de demostrarlo además, ostentarlo incluso.

Si usted lee esta entrega por la mañana y tiene tiempo suficiente, reflexione sobre el evento de defensa del INE, y si lo considera, participe. La movilización de la sociedad es muy importante.

UN CULPABLE

MUY EVIDENTE

Por más que los antilópezobradoristas analizaban el caso desde la perspectiva jurídica, el exsecretario de Seguridad de Felipe Calderón, Genaro García Luna, fue declarado culpable de los cinco delitos de que lo acusaba el gobierno estadounidense. Y el presidente por supuesto, estalló en júbilo con más entusiasmo del que mostraron los fans del equipo Cañeros de Los Mochis al ganar su campeonato.

El dinero que la esposa de García Luna atribuye a “préstamos, ahorros y bonos” como base de su fortuna, es demasiado como para que sea bien habido. No se podía esperar un resultado diferente, independientemente de los tecnicismos jurídicos.

Al final qué bueno que se castigue a este tipo de personajes, que aunque sea en el extranjero, terminen los abusos, las truculencias y la impunidad de que hemos sido víctimas durante tantos y tantos años, a lo largo de los diferentes gobiernos.

Qué bueno además que los partidos políticos paguen la parte que les corresponda en estas circunstancias. Por más que el PAN diga que García Luna no fue militante, sí fue un elemento importante en el gobierno de extracción panista y eso cuesta. A partir de la estabilización electoral del país, cada partido en el gobierno ha enfrentado las consecuencias y el PAN debe saber que los costos a veces se pagan a plazos y en tiempos diferentes, lo mismo que Felipe Calderón.

Lo que no quedó muy claro fue la advertencia del presidente a propósito del juicio y condena a García Luna. Cuando vi una primera nota de esa reacción, pensé que se trataba de una falsificación, una fake new, pero luego tuve acceso a informaciones oficiales que lo confirmaban: ya las cosas no son como antes, dijo el presidente, un secretario de seguridad fue enjuiciado y encontrado culpable. Eso no se veía antes.

Es cierto, pero ¿qué tiene que ver el presidente con eso? ¿qué es lo que ha cambiado? Por que el juicio y veredicto inculpatorio se dieron fuera del país. Hasta antes de eso, García Luna no tenía un solo proceso abierto en México, no había ninguna causa abierta por presunción de delito. Hoy ya lo hay, pero pasaron casi cuatro años de este gobierno sin que se moviera un timorato oficio en su contra ¿qué ha cambiado?

LA UAS: ENTRE EL DEBATE

JURÍDICO Y EL ZOOLÓGICO

La guerra entre el gobierno de Rubén Rocha Moya y el poder real de la Universidad Autónoma de Sinaloa ya está declarada. No se trata sólo de la reforma legal que involucra a la UAS, sino de las posiciones que han adoptado las partes, que ya perdieron la contención diplomática.

La reforma a la Ley de Educación, dirigida a las universidades, pero en especial a la UAS, fue una sorpresa porque se fue por encima del escudo planteado en la Ley Federal de Educación, que obliga a hacer una consulta dentro de las instituciones y a que cualquier propuesta de reforma salga de sus propios órganos de gobierno.

El gobernador había aseverado que no estaba interesado en plantear una reforma universitaria, pero sus compañeros de partido la plantearon y la sacaron adelante. Ante las inconformidades se especuló que el propio Rocha podría detener el proceso con un veto de bolsillo, es decir, no publicándola en el Diario Oficial, para que no entre en vigor, pero él mismo aclaró que no incurriría en tal veto e incluso rechazó buscar reformas a la reforma, a menos que la pidan los diputados, pero la excepción no la haría a petición de los afectados.

En paralelo con ese endurecimiento, entre los actores políticos de uno y otro bandos han abundado los desencuentros, aunque ninguno del nivel de este último en que el rector Jesús Madueña es acusado de llamar perros a los diputados. De acuerdo con el legislador local Manuel Luque Rojas, durante la ceremonia inaugural de la Expo Agro de Culiacán, se topó con el rector, a quien conminó a platicar para ver lo referente a la reforma, a lo que el rector habría respondido “yo no hablo con los perros, hablo con el dueño de los perros”.

Es una descortesía muy fuerte, independientemente de que hay dichos similares que se aplican mucho en la política: “yo hablo con el dueño del circo, no con los animales”, sería el más común y equivale a la expresión que se atribuye a Madueña, aunque la palabra “perro” parece resultar más ofensiva que “animales”.

El rector tiene fama de conducirse con corrección y no se le ha conocido algún exabrupto de ese estilo, por lo que no puede desestimarse el desmentido que hizo. Pero por otra parte lo caliente del momento hace pensar en que los ánimos pudieron salirse de control. El problema es que se trata de la palabra de uno contra la del otro, sin testigos ni medios de probanza.

Al margen de quién tenga la razón, lo que se advierte es que los desencuentros caminan hacia un encontronazo que sacaría a todos de sus proyectos políticos para generar un pleito de grandes proporciones, quizá tanto como aquel de Antonio Toledo Corro, sin lo mostrenco de este personaje.