La Casa del Marino de Mazatlán Enrique Vega Ayala: Cronista de la ciudad

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Origen y normatividad

De haber durado un poco más las hostilidades en el Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, como puerto estratégico, Mazatlán hubiera recibido una mayor inversión federal en esa época. La construcción de cuatro de los edificios públicos más importantes en la ciudad se inició precisamente entre 1943 y 1944: el Palacio Municipal, el Palacio Federal, el Hospital Civil y la Casa del Marino.

La Casa del Marino ofrecía alojamiento a la gente de mar en caso de emergencia o por necesidades económicas. Los centros de hospedaje denominados Casa del Marino en México nacieron hacia los años cuarenta del siglo pasado bajo el amparo de la recomendación internacional R-48 sobre las condiciones “de Estada (sic) de la gente de todos los puertos del mundo”. En 1943 se publicó el Reglamento General de la Casa del Marino de los Estados Unidos Mexicanos. Con dicha norma se creó una institución nacional bajo cuyo resguardo se brindarían, entre otros, “servicios de hospedería y conexos” en las localidades donde los recursos económicos de la institución lo permitieran. El Secretario de Marina ostenta, por este ordenamiento, la Presidencia de la Junta Directiva de dicha institución.

La normatividad de los centros de hospedaje a cargo de La Casa del Marino les garantizaba supervivencia mediante la posibilidad de obtener subvenciones del gobierno federal y de los gobiernos estatales, donativos y aprovechamientos por costos de sus servicios. En el caso de nuestro puerto, en entrevistas periodísticas, algunos dirigentes de la Asociación de Marinos han comentado que “el sindicato de los pilotos de puerto hacía una aportación para el sostenimiento de la Casa en Mazatlán; además, la Capitanía de Puerto cobraba unos cuantos centavos por cada tonelada de carga a cada barco que atracaba en los muelles” para el mismo fin.

  1. Características del inmueble

El edificio está construido en una superficie de 1321 m2, se diseñó con 18 habitaciones. Cuando operaba como hostal, la mitad de ellas eran para oficiales y el resto para miembros de tripulación. Está integrado, además, con dos salones para eventos, cocina, restaurant, un pequeño estudio y un patio.

“Por las características arquitectónicas que presenta y la época de construcción, el inmueble está incluido en la Relación del INBA de Inmuebles con Valor Artístico, de estilo arquitectónico Ecléctico… Este tipo de obras arquitectónicas reúnen características estéticas relevantes y su conservación es del interés de este Instituto… de acuerdo con el oficio 0577-C/0291, de fecha 9 de abril de 2013 emitido por la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del INBA al Área de Restauración y Conservación del Centro INAH-Sinaloa.

Además, está considerado como “Bien Inmueble con valor cultural” por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) de acuerdo con la Ficha Nacional del Catálogo correspondiente, con número de clave 250120010108.

De las construcciones mazatlecas del siglo XX, contempladas en esas categorías, es probablemente la más amenazada públicamente por la picota. Ya en varias ocasiones el inmueble ha sido desahuciado en atención a presuntas fallas estructurales o simplemente se ha apelado a la prioridad utilitaria de darle una mayor proyección turística al Fuerte que quedó semioculto, visto desde la calle.

III. Usos, abusos y litigios

De los sitios llamados “Casa del Marino” que existen en nuestro país, la Casa en Mazatlán fue la primera en construirse e inaugurarse. La primera piedra fue instalada el 13 de junio de 1944 y la inauguración formal se realizó el 1 de junio 1946; y también la primera en cerrar sus operaciones como tal. Las de Manzanillo y Veracruz todavía funcionaban hace unos años y se hablaba de la apertura de algunas más.

Un dato curioso del caso mazatleco se localiza en la nota publicada en el vespertino El Correo de la Tarde, 13 de junio de 1944, alusiva a la colocación de la primera piedra, donde se indica que “el edificio estará destinado exclusivamente para refugio de los marineros, especialmente aquellos que ya, en el umbral de la senectud, se encuentran ante un porvenir nebuloso tras de una agitada vida por todos los mares del mundo”.

Hay registros de la Casa del Marino en servicio de hospedaje económico al personal de la marina mercante nacional de su fundación hasta 1990. Todavía en funcionamiento, aunque entonces cada vez menos frecuentado, en la primera mitad de los ochenta, el área del restaurante dio cobijo, durante unos meses, a una peña bohemia regenteada por un par de exiliados chilenos. Luego quedó totalmente en desuso, fue abandonada. Posteriormente, de manera temporal fue ocupada para albergar oficinas federales. En ese mismo periodo o un poco después, el salón de la planta baja empezó ocasionalmente a ser utilizado para celebrar fiestas privadas, con un éxito regular, durante algunos años.

Entonces el inmueble ya era “administrado” sin autorización oficial por un grupo denominado Colegio de Marinos. Este grupo se constituyó formalmente en 1997 como Patronato Pro-Rescate de la Casa del Marino de Mazatlán, A.C. Esta Asociación Civil ha justificado la ocupación bajo la bandera de la reconstrucción arquitectónica y en la causa nostálgica de la restauración de la hospitalidad gremial. Durante años, a pesar del deterioro creciente de las instalaciones, compitieron por años con ventaja contra los salones de fiestas tradicionales y los centros nocturnos costeros. Justificaban el cobro de cuotas de arrendamiento de los salones con el propósito de obtener fondos para su causa.

Se auto exoneraban ante cualquier señalamiento aduciéndose como víctimas de la incuria gubernamental. Su argumento: la federación olvidó su responsabilidad al prácticamente desaparecer la marina mercante y se desentendió del compromiso — firmado ante la comunidad internacional — de mantener las casas del marino. El convenio C-163 para el bienestar de los marinos, suscrito en 1987 por la Organización Internacional del Trabajo (OTI), del que México es firmante, respaldaba sus acciones, según sus alegatos. Lo suyo debía tenerse como lucha justiciera por lo que los gobernantes y la sociedad debían tolerar que usaran una propiedad de la nación para fines particulares.

Algún día estos fines, manifestaban, se traducirían en la remodelación de las construcciones ubicadas en el predio usufructuado y en el restablecimiento de los servicios para los que se construyeron originalmente. Se preciaban de estar ajenos a cualquier afán de lucro y exhibían su buena voluntad explicando que habían iniciado un proceso legal para conseguir la concesión del inmueble o interpuesto amparos para detener cualquier intento de demolición que, sin mayor trascendencia jurídica, tenían el efecto deseado al congelarse los proyectos por indecisión de las autoridades, si los había.

Con el paso de los años la presencia de este grupo en torno al tema si acaso resuena en los medios tradicionales. Parece haber perdido respaldo social como queda evidenciado en algunos momentos en los cuales el asunto de la Casa del Marino se ha vuelto a ventilar social y políticamente.

En 2009 un colectivo ciudadano denominado “Amigos de Mazatlán”, llevaron ante el Ayuntamiento y ante el Congreso del Estado la propuesta de que la Casa del Marino fuera demolida para construir en su lugar un área recreativa. El proyecto contemplaba “la restauración del cañón, la construcción de una explanada con motivos marinos y dos museos, uno dedicado a la Independencia de México y otro a Revolución Mexicana, los cuales estarían en las galerías del Fuerte 31 de Marzo”, según lo publicado en Noroeste el 9 de octubre de ese año. Las nuevas alternativas de comunicación virtual les permitieron a los promotores una alta visibilización social, pero los costos estimados y solicitados para sacar adelante el proyecto, por onerosos, lo volvieron inviable. En 2015, algunos exalcaldes mazatlecos volvieron sobre el tema, en los medios y a través de las redes sociales, apoyando la opción de la demolición.

Una vez que el Gobierno del Estado consiguió, en 2018, que se destinarán bajo su encargo los inmuebles de El Fuerte y de la Casa del Marino, se filtró a los medios y a las redes sociales las alternativas que se analizaban para recuperarlos comunitariamente. Se integró un grupo de respaldo a los proyectos con la participación de miembros del sector empresarial y profesional. Una de las actividades más relevantes atribuidas a este grupo fue la desactivación momentánea del grupo de Marinos. Para ello se aprovechó la exposición pública de la Asociación Civil referida, que en un giro de sus demandas solicitaron “a las autoridades estatales y municipales apoyar las gestiones permanentes de este grupo que promueve la reutilización del edificio de la Casa del Marino como un Museo Marítimo”. Cabe anotar que la petición asentada en el portal change.org a la fecha solo ha sido firmada por 5,359 personas de las 7,500 que se propusieron alcanzar; sin embargo, la idea de un museo interactivo sobre temas marinos se pasó a la mesa de análisis del grupo convocado por el Ejecutivo Estatal y ahí quedó. Finalmente, el Gobierno del Estado y el sector empresarial decidieron que los recursos previstos para ese museo se utilizaran en la construcción del nuevo Acuario.

  1. Reconocimiento oficial

La Casa del Marino y el Fuerte 31 de Marzo son oficialmente parte de un mismo predio, por lo que ambos inmuebles están cobijados por una sola clave catastral, bajo la denominación de Casa del Marino; y, el uso del suelo ahí registrado es el de hospedaje, de acuerdo con información proporcionada por la oficina de la Delegación Regional de Catastro en Mazatlán

Por acuerdo del Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales y de la Dirección General de Administración del Patrimonio Inmobiliario Federal; la Dirección de Incorporación y Desincorporación de Inmuebles emitió el 7 de febrero de 2018 un Acuerdo por el que se destinan al Gobierno del Estado de Sinaloa, dos fracciones de terreno con superficies de 338.27 m² y 1,394.47 m², las cuales forman parte de un inmueble federal de mayor extensión denominado Casa del Marino, ubicado en Paseo Claussen s/n, frente a la Colonia Los Pinos, Municipio de Mazatlán, Estado de Sinaloa. Dicho Acuerdo fue publicado el 15 de febrero del mismo año en el Periódico Oficial de la Federación.

En enero de 2022 el Presidente Municipal anunció que el Gobierno del Estado le había cedido la posesión de los predios de El Fuerte y la Casa del Marino e hizo público que ya estaba listo el proyecto arquitectónico para usar el edificio como Museo de la Marina Mercante. Sin embargo, tal acto solo consistió en el otorgamiento al Ayuntamiento del derecho de uso de los inmuebles.

Apenas este 2023, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) del Gobierno Federal incorporó la “rehabilitación del espacio de la Casa del Marino y El Fuerte 31 de marzo” como actividad a desarrollar en Mazatlán dentro de su Programa de Mejoramiento Urbano. Esta segunda semana de octubre se iniciaron las obras de rescate, para transformarlo en un museo y centro cultural, con una inversión de más de 71 millones de pesos.

La remodelación inició con el derrumbe de buena parte de la vieja Casa del Marino, que motivó la intervención de oficio del INAH porque al parecer no se habían cumplido los requisitos para la autorización de la obra. El Patronato Pro Rescate habría recurrido al INAH, poco antes, para patentizar su inconformidad con el proyecto de la SEDATU.