*Experto califica de extraordinario el hecho
*Cuando aparecen en la playa es para morir
La triste noticia llegó en menos de 48 horas y los pescadores de la Isla de la Piedra no lo podían creer, tampoco muchos otros mazatlecos que supieron del feliz regreso de la ballena rorcual a su hábitat natural la tarde del miércoles; está mañana el gigantesco cetáceo, de unos 13 metros, apareció de nuevo en la Isla de la Piedra, pero en el área de los Chivos…muerta y en descomposición.
Oscar Gutzon, maestro en ciencias e integrante de Onca Productions, fue de los primero en llegar a esa parte de la Isla de la Piedra; tomó muestras del mamífero muerto, pero que no servirán para identificar la causa de su muerte.
A las 11:30 horas de esta mañana se vio una camioneta y de Profepa cerca de la zona, pero ninguna autoridad se hizo presente ni para dar la cara a los medios; funcionarios del Acuario estaban llegando alrededor de las 12:30 horas, sin embargo, ya los curiosos y algunos turistas se tomaron la foto con el enorme animal muerto panza blanca para arriba y con un evidente olor a putrefacción.
En la entrevista con Oscar Gutzon dijo que normalmente cuando una ballena aparece en la playa es porque llega morir, pero las autoridades y los pescadores el miércoles tal vez pensaron que podía sobrevivir al regresarla mar adentro y eso fue lo que se hizo.
Explicó que la muerte de una ballena rorcual es extraordinario acontecimiento en esta parte de Sinaloa, porque normalmente estos mamíferos viven en el Mar de Cortés, en las aguas del Pacífico entre Baja California y Sonora.
Dijo que es difícil saber las causas de su muerte; pueden ser por razones naturales o causas antropogénicas, ya que no hay evidencias que traiga una red o chinchorro, pero además en estas condiciones de descomposición es difícil hacer una necropsia. Indicó que es un mamífero macho y que puede tener un peso de unas 30 toneladas.
El especialista dijo que la mejor manera de deshacerse del cuerpo es enterrarlo en alguna parte amplia de la playa y que alguna autoridad esté pendiente para que después sus huesos sirvan de estudio a las propias instituciones investigadoras o
universidades. Cremarla no es recomendable por el tamaño y la otra opción es llevarla mar adentro y allá, en las aguas del Océano Pacífico, se descomponga.