Las encuestas mexicanas vuelven a darnos un espectáculo difícil de interpretar en materia de aprobación presidencial. Hace unos días una encuesta de El Universal le daba al Presidente una aprobación de 59 por ciento. Poco antes, una de Parametría le daba 75. Una diferencia de 16 puntos. Ayer, El Financiero publicó otra encuesta, ésta telefónica, no comparable del todo con las otras, dando al Presidente una aprobación de 68 por ciento, cifra igualmente disparada de las anteriores, muy alta respecto de El Universal y muy baja respecto de Parametría (Milenio/ Héctor Aguilar Camín 27/11/2019).
Continúa Aguilar Camín: “pero la encuesta publicada ayer -la de Parametría- tiende a coincidir con las demás que la aprobación del Presidente es mayor que sus políticas de gobierno. Veamos la diferencia:
1.- La encuesta de El Financiero publicada ayer, refrenda este patrón: el Presidente tiene 68% de aprobación. Pero solo 39% cree que la economía está bien, solo 34% piensa que avanza la lucha contra la corrupción y solo 26% piensa que está bien la seguridad (ID)
2.- La separación de ambas percepciones se refrenda en la aprobación de 52% que tienen las conferencias mañaneras del Presidente, mientras que la cuenta de sus mayores logros como gobierno registra solo un 17% de acuerdo en materia de corrupción, solo un 15% en materia de seguridad pública y sólo un 12% en combate a la pobreza (ID.
UNA COSA ES UNA COSA Y OTRA COSA ES OTRA COSA
Dice el autor de La Guerra de Galio: “He tratado de explicar esta diferencia esbozando la idea de que la gente tiene dos miradas para evaluar al gobierno: la primera se dirige al gobierno simbólico, unido al discurso del Presidente, que es visto muy bien por la ciudadanía.La segunda mirada valora los hechos del gobierno y arroja cifras bajas. Es como si en la mirada de la gente hubiese dos gobiernos: el del discurso y el de los hechos. La distancia entre la calificación de los dos gobiernos es demasiado grande para mantenerse ahí mucho tiempo: o los hechos se acercan a la alta aprobación del Presidente o ésta desciende a la baja aprobación de los hechos” (ID).
Creo que Camín se equivoca con las “dos miradas” que supone sobre los altos porcentajes en favor de López Obrador en las encuestas y la bajísima aceptación porcentual de sus políticas públicas. Quizá para despejar este “misterio” había que recurrir a la imagen de Dios en los creyentes. Sus fans cuando están en serios aprietos, sobre todo en la hora de su muerte, le ruegan, un milagro para vivir mejor o para no morir, por que Cristo es su salvador. Cuando el “milagro” no llega, los creyentes no culpan a Dios, inculpan a los bancos, al gobierno o a alguna persona X, según sean sus problemas y las familias de los muertos a los hospitales, los médicos o a las enfermeras.
AMLO ES EL SALVADOR QUE NOS LIBERÓ DE LAS VÍBORAS PRIETAS
A partir de la “parábola” anterior, Andrés Manuel López Obrador tiene un negro expediente en las manos del que puede servirse para transferir sus errores a los macropecadores mafia del (en el) en el poder y que sus fieles se los crean a pie juntillas. AMLO tiene tienen aún un océano de posibilidades de escabullirse en el mar negro que dejó como legado el PRIAN. Dicho en otras palabras, AMLO tiene aún mucha cuerda para que sus creyentes sigan confiando en él.
Desde esta perspectiva no hay dos miradas distintas como especula Aguilar Camín, hay una sola mirada la gente mira y quiere al Salvador, y a través de su voz miran sus feligreses a los judas. Pero el mito dura hasta que la realidad llega, como expresaría Hegel.