*Emilio Chuayffet Chemor, el político duro
*Gobernadores, clave para aplicar la reforma
*Se viene encima la reforma fiscal: más IVA
Emilio Chuayffet tiene fama de hombre duro y se la ha ganado. Ayer le preguntaron si ante las presiones del magisterio disidente podría haber alguna negociación que cambiara algo de la reforma educativa y la respuesta fue contundente, absoluta: “ni un paso atrás”.
Este hombre de hablar suave, de modales educados, sabe cuál es su papel. Rechaza el haberse quedado fuera de la interlocución ahora que se ha enfrentado la movilización magisterial y explica que de acuerdo con la ley, el único interlocutor con que él puede negociar es el dirigente formal del SNTE, Juan Días de la Torre.
Todo patrón o todo representante patronal sabe que si bien hay una representación formal de los trabajadores, puede haber una o más fracciones adicionales con las que es necesario dialogar, aunque los contratos y convenios formales deben ser firmados con la representación oficial de la organización sindical.
Chuayffet no. Él sólo tiene ojos para díaz de la Torre y sus planteamientos, aunque reconoce que los maestros de la CNTE tienen razón en algunas cosas y hasta les reconoce el derecho a plantearlas y presume que se les escucha.
No por nada este hombre, exgobernador del estado de México, exsecretario de Gobernación, excoordinador de los diputados federales priístas en el primer trienio de Vicente Fox, fue seleccionado para enfrentar al problema educativo en tiempos de Elba Esther Gordillo, con quien guarda una historia muy conocida por todo el país.
La Gordillo era la jefa de la bancada tricolor y un día, dice ella que de acuerdo con Roberto Madrazo Pintado, presidente del PRI –ella era además secretaria general- negoció con Vicente Fox Quezada la aplicación del IVA en alimentos y bebidas, por aquellos tiempos en que el actual impulsor de la mariguana ofrecía devolver el sacrificio fiscal, “y copeteado”.
Madrazo la hizo caer de la coordinación y la sustituyó Chuayffet. Había que tener tamaños para echarse a cuestas esa empresa. La Gordillo ya era muy poderosa con su sindicato y sus relaciones con el foxismo y hasta había logrado incrustarse entre un sector de la intelectualidad luego impulsaría a Fox.
Chuayffet la echó hasta de las oficinas de San Lázaro y se granjeó el odio de “la maestra”, que después de eso fue creciendo en el ámbito político nacional, mientras el exgobernador mexiquense parecía quedarse rezagado.
Es cierto que en este conflicto con el magisterio lo han dejado de lado, que el manejo del asunto lo ha tenido la Secretaría de Gobernación, tanto en lo referente a la negociación con los partidos políticos para hacer posible las reformas legislativas, como en las pláticas con los maestros disidentes, que por cierto de nada han servido.
Con ese espíritu duro, Chuayffet advirtió ayer que el problema de los comisionados se resolverá por una vía muy simple y sencilla: les van a dejar de pagar. Los comisionados son trabajadores de la educación que están adscritos a alguna dependencia gubernamental, a alguna comisión sindical o bien son autoridades electas y que además de ganar el sueldo del lugar en que trabajan, ganan el de la Secretaría de Educación Pública, como si siguieran dando clases o desempeñando la función que corresponde a sus contratos originales. Ya no les van a pagar en la SEP.
Ese ha sido un motivo de indignación popular. Se trata nada menos que de ochenta mil personas colocadas en esa situación. Y se trata además de situaciones más graves que Chuayffet no tocó, porque una cosa es que seas duro y otra que descobijes totalmente. Además de los comisionados al gobierno, los que han tenido un puesto de elección popular, o los de tareas sindicales, están los comisionados que en realidad son aviadores -cobran sin trabajar-, y unos todavía más humillante, si es que eso es posible: los que están comisionados a casas de políticos encumbrados o de dirigentes sindicales, para que con el sueldo de la SEP, sirvan en sus casas como mozos, choferes, jardineros, criados…
Corregir todo eso será muy útil para la nación, aunque el propio Chuayffet reconoce que será una tarea difícil y ha admitido en otras entrevistas, que pasarán años antes que se pueda poner totalmente en práctica y empiece a dar los resultados requeridos.
Ayer el gobernador Mario López Valdez dedicó buena parte de su discurso en la reunión de la CONAEDU, a refrendar su apoyo y el de Sinaloa a la reforma educativa. Se podrá decir que es una fórmula de cortesía política, que todos los gobernadores, al menos los que son afines al gobierno de Peña Nieto, están más o menos obligados a pronunciarse en ese sentido.
Pero hay un elemento de gran importancia: buena parte de la operatividad de la reforma dependerá del compromiso de los propios gobernadores. Si éstos se siguen haciendo los occisos ante las prácticas viciadas cuando los cambios legales ya estén en vigor, simplemente el país tendría islas de simulación en que se hace como que se hace para no hacer nada.
Los gobernadores tienen pues un papel clave en esto, y más clave será aún el de la sociedad, que si detecta algún caso de ese tipo, podrá ejercer presión para que se corrija. De ahí que resulte tan importante también despejar a la comunidad mexicana las dudas que pueda haber sembrado este proceso de disidencia.
CUANDO TÚ QIERES YO NO, Y VICEVERSA
Durante sus doce fallidos años de gobierno, el Partido Acción Nacional estuvo suspirando por las reformas constitucionales que le permitieran mejorar el ingreso fiscal a partir de una generalización del IVA y de ser necesario y posible, un aumento en la tasa de ese impuesto, llamado “al consumo”, abatir buena parte del tutelaje gubernamental sobre los derechos laborales de la población y por supuesto, negociar el petróleo con las compañías extranjeras, desde la explicación hasta la venta final.
Precisamente el episodio Chuayffet-Elba Esther fue, después del pleito por el control del PRI, para evitar la suma de votos con el PAN-GOBIERNO a favor del IVA en alimentos y medicinas. Tan lo pensaba inadecuado el PRI, que incluyó en sus documentos básicos una prohibición a brindar apoyo o promover esa medida.
A la vuelta de cuatro legislaturas, es el PRI el que busca esas reformas y es el PAN el que se pone los moños, exigiendo una reforma electoral que ponga las cosas a modo para que los priístas no vuelvan a ver la Presidencia de la República en mucho tempo, pues eso significaría la aplicación de una segunda vuelta electoral, en que PAN y PRD siempre pondrían su antipriísmo por encima de las diferencias ideológicas que en otros tiempos tuvieron.
Este domingo se anuncia finalmente la iniciativa presidencial para la reforma fiscal, de la que dependerá el modelo de país que empiece a caminar a partir del 2014. Mañana se conocerá la magnitud de los cambios que quiere el presidente y se determinará la viabilidad de la orientación que el equipo de gobierno está pretendiendo.
Por lo pronto la Coparmex ya lanzó su punto de vista, que se resume en un IVA del cinco por ciento para alimentos y medicinas, y una reducción impositiva para las empresas, de modo que “se incentive la inversión” y se detone la creación de empleos.
Parecen olvidar los señores del dinero que en enero anterior otorgaron un aumento salarial menos al cuatro por ciento, al que hay que restarle una inflación que ya rebasó las expectativas más conservadoras, y al que habría que añadirle ese cinco por ciento que ahora están proponiendo. ¿Cuál será la situación de los trabajadores bajo esas condiciones? Porque los programas compensatorios son obviamente para las capas más desprotegidas de la población y no para los que teniendo ingresos insuficientes, o los clasemedieros que viven al día, se van a ver arrastrados a una situación crítica. Y eso por no hablar de la creación de empleos, que ha sido siempre una oferta incumplida, por más que se tomen decisiones de apertura, de “desincorporación”, de liberalización y todas esas fórmulas que se van ensayando infructuosamente, hasta alcanzar esta producción récord de pobres y miserables que hoy ostenta el país.
Acordes con estos tiempos de pactos y de coordinaciones, el domingo estarán concentrados en México los gobernadores de todos los estados del país. Es claro que les pedirán un pronunciamiento a favor de la reforma fiscal y que incluso les encargarán la operación para asegurar los votos de los respectivos diputados.
Los gobernadores, como usted sabe, son en su gran mayoría coincidentes con las propuestas del presidente Peña Nieto, pero además saben que les va en esa participación la posibilidad de obtener más recursos para sacar adelante proyectos y déficits que los tienen acogotados. En la reunión de la Conago en Mazatlán, el presidente se comprometió a corregir por ejemplo el déficit de los servicios descentralizados de educación. Sólo Sinaloa ha aportado de sus recursos más de dos mil millones de pesos para ese rubro en los últimos tres años. Y así hay otras tareas en que esta situación se va repitiendo, aunque no sea en cantidades tan escandalosas, pero que de todos modos le suman al déficit y sobre todo le restan a las finanzas de cada gobierno regional.
Por supuesto hasta los perredistas tendrán una óptica favorable, aunque para ellos sea más difícil convencer a su partido de que pueden transitar por ese rumbo. Si no, véase cuántas críticas se le vinieron encima a Arturo Núñez Jiménez, gobernador perredista de Tabasco, por aceptar ser él quien diese el posicionamiento de la Conferencia sobre la reforma petrolera,. Y eso que sólo fue un gesto simbólico, pues el discurso no establecía otra cosa que la necesidad de negociar y acercar los diferentes puntos de vista que hay sobre el tema.
Son tiempos duros a los que habrá que sumar los efectos de corto plazo. Los vivieron o aun los viven los españoles, con la crisis que enfrentan, y lo vivimos nosotros en el 95, cuando para sacar adelante “los errores de diciembre” y los costos del Fobaproa, nos aumentaron el IVA del 10 al 15 por ciento. Lejos de recaudar más dinero, el gobierno vio caer la recaudación debido al golpe que le significó esa alza al consumo de los mexicanos. Pero ahí vamos por la misma fórmula en nombre de las mismas metas incumplidas.