EN LA GRILLA

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*Acabaron las impugnaciones del proceso 2013

*Arturo Duarte se impuso a todo, incluso al PRI

*Edgardo Burgos critica las deudas que él apoyó

FRANCISCO CHIQUETE

Ayer terminó la parte contenciosa del proceso electoral sinaloense. Cuatro meses y trece días después de la jornada en que la ciudadanía acudió a las urnas, cedió la última traba que daba certeza al último de los resultados de aquella jornada.

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decidió que la última de las impugnaciones vigentes no tenía razón, y por tanto fue desechada. Se trataba de la demanda panista para que el Trife declarase inválida la elección de presidente municipal, síndico procurador y regidores del ayuntamiento de Ahome, ganada por el Partido Revolucionario Institucional.

De la larga lista de impugnaciones que presentó la coalición Unidos Ganas tú, integrada por PAN, PRD y PT, sólo prevalecía el caso mochiteco. Las demás fueron desechadas una tras otra, sin conseguir modificaciones en las derrotas sufridas, aunque también hay que decir que los rivales, la Coalición Transformemos Sinaloa, que reunió a PRI, PANAL y PVEM, tampoco pudo transformar en victoria una sola de las derrotas que recibió, no por escasas menos dolorosas.

En todo el largo juego postelectoral sólo una cosa cambió, aunque fue para volver a su sitio original: en el caso San Ignacio, Amado Loaiza Perles había ganado la elección por unos treinta votos, pero el Tribunal Electoral del Estado invalidó esa victoria porque en dos casillas fungieron como funcionarios una persona que no tenía credencial de elector y otra que, según se acreditó, tenía –tiene- un empleo oficial, lo que se contrapondría con disposiciones legales.

Sin embargo, la Sala Regional del Trife decidió que ninguna de las dos casillas fue correctamente anulada, por lo que repuso el resultado original y volvió a dar el triunfo a Amado Loaiza. Todavía hubo un último intento al llevar este caso a la Sala Superior, pero tampoco funcionó.

El otro caso muy peleado fue el de la diputación por el XX Distrito Electoral, donde Martín Pérez Torres, del PAN, aventajó co nueve votos a Maribel Chollet. Ésta impugnó ante el TEE y falló, pero insistió ante la Sala Regional del Trife y consiguió un recuento parcial, en que apenas pudo descontar dos votos de la ventaja panista. Al final intentó con una nueva impugnación que no prosperó, y cuando buscó regresar a la Sala Superior con un nuevo recurso, su partido dio el caso por terminado.

En la muy reciente historia de la judicialización de los resultados electorales, sólo hay un caso con más duración en el establecimiento de un resultado definitivo: la elección de Jesús Aguilar Padilla, quien tuvo que esperar hasta dos días antes de tomar posesión, para escuchar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación desechara el recurso de impugnación que había interpuesto pretendiendo que se reconociese un triunfo a favor de Heriberto Félix Guerra.

Seis años después, el PRI perdió la elección sin recurrir a impugnaciones. La diferencia de votos, por supuesto, fue contundente, aun cuando en trazos gruesos, el electorado sinaloense se dividió prácticamente por mitad. No hubo necesidad entonces de que interviniese el poder judicial.

En el caso de Ahome el resultado electoral no marcó ventajas amplias, pero sí suficientes a primera vista, sólo que se trató de un caso de orgullo en que los partidos que integraron la alianza malovista se sintieron abandonados por quien fuera su candidato y su ganador, de modo que llevaron el asunto tan lejos como pudieron hacerlo.

ARTURO DUARTE, EL CANDIDATO

QUE DEBIÓ PASAR POR TODO

Al conocerse el resultado, un agudo analista reflexionó sobre todas las cosas por las que debió pasar Arturo Duarte antes de quedar confirmado como nuevo alcalde mochiteco. En el aspecto legal pasó por supuesto, por el recuento de votos, que le dio una ventaja muchísimo menor de lo que se esperaba. Después pasó por la impugnación de la Coalición Unidos Ganas Tú ante el Tribunal Electoral del Estado; después por la sala regional del Trife y finalmente por la Sala Superior, obteniendo resultados positivos en cada uno de los casos.

Pero el bregar de Duarte vino desde más atrás: desde que se impuso como candidato de los priístas, los mismos a los que les dio la espalda y ayudó no sólo a derrotar, sino a ridiculizar con un resultado inconcebible para estos tiempos en la tierra mochiteca: 136 mil 358 contra 33 mil 32. Una masacre de 103 mil 324 votos de ventaja.

Pese a ese antecedente, Duarte logró hacer que el PRI lo hiciese candidato, a base de golpes de fuerza y cooptaciones, desde antes que la corriente malovista llegase a los acuerdos con el PRI que ahora se le atribuyen y nadie niega. Y en ese camino llegó a generarle al PRI problemas legales con una precampaña y una campaña adelantadas que incluso costaron multas en dinero para el tricolor. Y eso por no hablar de las encuestas que dejó atrás, y que lo marcaban si no en desventaja, sí menos favorecido que a otros aspirantes.

Luego contradijo a las encuestas que lo marcaban como el amplio favorito de las masas que al final no fue, en una muestra de que en realidad su imposición no fue bien recibida, pues salir de la elección arrastrando la cobija como él lo hizo, cuando compitió en Los Mochis bajo la marca de Malova, es no tener la menor capacidad de aprovechar las ventajas o de aportarle algo a su propia causa, como lo muestran los 55 mil 14 votos obtenidos frente a un Ernesto García Cota que parecía resignado a ir al destazadero y sin embargo obtuvo 53 mil 353, es decir, apenas mil seiscientos treinta y tres votos menos. Para el nocaut que pronosticaban las encuestas y los antecedentes, prácticamente nada.

LAS CUENTAS DE LAS

DEUDAS OFICIALES.

Esa elección, como adelantábamos, dejó fuertes heridas entre los partidfos que apoyaron a Mario López Valdez a llegar al gobierno de Sinaloa (aunque todavía hay versiones en el sentido de que fue Malova quien ayudó a estos partidos a agenciarse su primera victoria sinaloense en ese nivel).

Exacerbados por la derrota en la ciudad donde más cómodamente habían ganado, los dirigentes de PAN y PRD denunciaron que habían sido víctimas de fraudes electorales, de trampas, de intervención del gobierno de Malova en el proceso, de elección de estado, como acusaban al PRI cuando era gobierno.

Esto ha dejado una secuela de encono que de tanto en tanto se ventila como si hubiese compromiso contractual para ello, aunque no se llegue a la ruptura que el presidente del Comité Directivo Estatal Edgardo Burgos Marentes había proclamado, con el aval posterior de su dirigente nacional Gustavo Madero Muñoz, ruptura que al parecer todavía está estudiando –muy concienzudamente ha de ser la dirigencia estatal del PRD.

Ayer Burgos Marentes sacudió a la opinión pública, recriminando al gobernador Mario López Valdez de haber endeudado a la entidad con más de siete mil millones de pesos.

El gobernador no dijo ni sí ni no, simplemente hizo un recuento de las circunstancias en que se dieron los créditos solicitados por él, autorizados por el Congreso y ejercidos o en camino de ejercer. No fueron en lo oscurito, dijo, y si se repitieran las circunstancias que nos llevaron a proponerlos, lo volvería a hacer, dijo, aunque acababa de reconocer que el endeudamiento oficial no es una medida popular. En realidad los créditos pedidos y obtenidos por el gobernador son dos: el primero, que buscó por tres mil millones, del que diputados de todos colores le autorizaron dos mil seiscientos, y el llamado cupón cero, por setecientos millones de pesos, pero por el que sólo se pagarán los intereses. El capital va por cuenta del gobierno federal.

No hay una corrida que nos diga cuánto costará completo el crédito de 2,600 nmillones, pero al menos se duplicará, mientras los intereses del cupón cero andaban alrededor de mil doscientos millones de pesos, que probablemente sean más, debido a que entre los cálculos iniciales y la contratación del adeudo, subió el costo del dinero.

Sólo en esos dos rubros, los siete mil millones de pesos de Edgardo Burgos están prácticamente a la vista. Bien pudo haber cargado más el tercio con el déficit de dos mil millones que enfrenta el gobierno en estos momentos, pero esa es una contingencia financiera y no un crédito contablemente reconocido, aunque al final haya que pagarlo.

El problema con Burgos Marentes es que se venga a escandalizar hoy con esas cantidades y esos porcentajes de endeudamiento, cuando él era parte del aparato que dio el visto bueno y hasta promovió la aprobación de los créditos en el Congreso y ante la opinión pública, combatiendo a los que se manifestaban en contra o simplemente ponían en duda la ´pertinencia de las medidas.

¿Luego entonces para el dirigente panista los gobernantes pueden hacer cuanto les dé la gana si están en buenos términos con él y su partido? ¿Puede lo adecuado y respaldable dejar de serlo cuando la relación política se enfrió a causa de una derrota electoral?

Al margen de la razón que le asista o que no le asista. El joven Burgos Marentes se exhibe a sí mismo con dos raseros diferentes para medir un mismo acontecimiento. Pudiera llamarse incongruencia, pero suena más apropiado el término de deshonestidad.