*La violencia que no termina de irse
*De nuevo, los policías son el blanco
*¿Cómo se hacen ahora las campañas?
FRANCISCO CHIQUETE
Durante la cresta violenta del país, vivida del 2007 al 2011 y no agotada todavía, un elemento que hacía todavía más preocupante el hecho es que muchas de las víctimas eran policías en activo, de todas las corporaciones existentes.
En Sinaloa fueron decenas y decenas los crímenes perpetrados contra agentes de la Policía Ministerial del Estado, y sobre todo contra elementos de las diferentes policías municipales. Si al principio la autoridad desestimaba el alza en los crímenes diciendo que finalmente se mataban “entre ellos”, cuando aumentaron los casos de policías fue la sociedad la que empezó a tratar de tranquilizarse con la consideración de que “estaban en el ajo”.
Seguramente muchos lo estaban, pero hubo casos de víctimas inocentes, como los dos que cayeron en la colonia independencia el 13 de octubre del 2010, cuando una célula de zetas fue y disparó contra los primeros agentes que se encontraron, nomás para “calentar” la plaza, según las declaraciones de los propios implicados, capturados esa misma noche.
Pero el hecho es que la gente llegó a temer la presencia de los agentes policíacos, no sólo por los excesos y abusos que tradicionalmente se les atribuyen, sino por el grave riesgo de caer como “daño colateral” (Felipe Calderón dixit) porque las agresiones eran frecuentes y ya no respetaban ni corporación ni rango, de modo que los policías llegaron a ser un fuerte motivo de inseguridad para una sociedad que realmente no tenía para dónde voltear.
Poco a poco fue bajando la intensidad del problema –de ninguna manera resuelto- y la gente se calmó. Incluso uno de los discursos más recurrentes del gobernador es la referencia a que los policías sinaloenses hoy no están rebasados, no están desmoralizados ni con miedo, sino que han dado la cara por la seguridad de los sinaloenses.
Pese a ello, no han faltado asesinatos, emboscadas, asaltos en carretera que vuelven a cobrar vidas de agentes policíacos y que por los espacios que hay entre caso y caso, no han llegado a generar la intranquilidad que en otros tiempos se dieron.
Pero poco a poco se van prendiendo de nuevo los focos rojos.
Ayer fue una jornada especialmente retratada en esos temores recurrentes, pues mientras en Concordia fueron asesinados dos agentes a quienes les dejaron la patrulla literalmente como coladera, en Culiacán fue levantado un agente con dos de sus hermanos, y los tres aparecieron, también ayer, torturados y asesinados cerca de la caseta de cobro de la maxipista en Costa Rica.
Lo más lamentable es que una inmensa mayoría de los crímenes contra policías (como los de otras víctimas) permanece en absoluta impunidad, de modo que se acentúa la inquietud de la sociedad, que concluye que si el estado no es capaz de proteger y luego no es capaz de aplicar la ley en sus atención a sus propios elementos, mucho menos lo va a hacer con el resto de la sociedad, sobre todo cuando se trata de jóvenes que no tienen notoriedad y por tano no hay grupos de presión que pujen por el esclarecimiento y castigo.
Aunque la semana pasada se produjo una defensa explícita y clara al trabajo de la Procuraduría General de Justicia del Estado, la verdad es que la impunidad sigue siendo un grave problema de nuestra entidad, y un elemento que genera nuevas situaciones qué lamentar y qué condenar.
El caso de los dos policías asesinados en Pánuco es un claro ejemplo. Todo mundo sabe que opera por ahí un grupo delictivo que hace la vida pesada a los habitantes de la región. Hace poco más de un año fue asesinado un minero y un año después fue asesinado un hermano suyo, dedicado a la misma actividad minera. Ninguno de los dos casos mereció una atención que fuese más allá del levantamiento de las actas correspondientes, y quizá el inicio de una averiguación previa
El 22 de octubre del 2012, ocho personas fueron asesinadas en un camino de terracería del la zona serrana de Mazatlán. Se trataba de jóvenes de San Francisquito y La Cofradía que fueron a una fiesta a Las Iguanas, entre los cuales estaban dos menores de edad. El procurador dijo entonces que los culpables, miembros de una gavilla, estaban identificados, que sabían dónde vivían ellos, dónde vivían sus familias. Lo sabemos todo de ellos, nada más que no hemos tenido la suerte de detenerlos, dijo durante una conferencia de prensa.
Una investigación diseñada para cerrarse con un golpe de suerte no puede evitar la comisión de nuevos crímenes. Además de todo es un elemento esquivo, tan esquivo, que en más de dos años y medio, la Procuraduría ha seguido sin suerte. Sin suerte más bien está la sociedad.
¿DE QUÉ SIRVEN LAS CAMPAÑAS?
Comentábamos en la anterior entrega que la visita de los dirigentes nacionales de los dos principales partidos políticos del país suponían puntos elevados de las campañas a diputados por Sinaloa. Se suponía que el arrase de los personajes llamaría la atención de la sociedad, que las respectivas organizaciones harían el mejor esfuerzo por mostrar el músculo y sus capacidades de triunfo, y que el mensaje de los dirigentes serviría para motivar a los electores a participar y abrazar la causa con más ardor.
Pero todos esos supuestos se quedaron lejos. Tanto César Camacho Quiroz como Gustavo Madero Muñoz decepcionaron a sus seguidores y pasaron prácticamente inéditos por la opinión pública sinaloense. Ni uno ni otro trajeron propuestas, planteamientos, retos que pudiesen impactar a una sociedad harta de los excesos y carencias de los partidos políticos.
Pasado el recorrido, a los candidatos del ´PAN en los distritos del sur les quedó una foto, una selfie, en que flanquean al dirigente nacional con el público de fondo, y eso es lo que han subido a sus redes sociales. La foto escueta de sonrisas congeladas, a la que no se acompaña de un concepto vertido, de un compromiso establecido. Ni siquiera una crítica efectiva al gobierno federal (y hay que ver que es lo más fácil del mundo: a Peña Nieto se le puede acusar hasta de provocar el fenómeno de la mar de fondo, y tener éxito de público). Alguna generalidad en ese sentido, para alborotar el cotarro y nada más.
Camacho Quiroz tuvo un gesto de prudencia: no meterse muy de fondo con el tema del presidente, porque sabía que no iba a tener buenas respuestas. Pero si hozo bien en no decir lo que no dijo, en cambio el resto de su discurso fue un vacío que quiso llenar con la gracejada de la oncena. En referencia a las diputaciones sinaloenses que está seguro de obtener (las ocho de las distritos, el famoso ochito, y las res amarradas para los paisanos David López Gutiérrez, Martha Tamayo Morales y Enrique Jackson Ramírez).
Sin dirigentes nacionales, priístas, panistas, perredistas, independientes, panalistas y demás, andan caminando por esas calles de dios esperando convencer personalmente a los electores de que son buenos, honestos y trabajadores, y que están dispuestos al sacrificio y el paroxismo por tal de representarlos en la Cámara de Diputados.
Los únicos momentos de cierta emoción, que por desgracia se quedan en privado, son aquellos en que el ciudadano se anima a reclamar que los políticos van por el voto y ya no regresan; o los muy frecuentes, que dicen que el alcalde Carlos Felton les falló porque les prometió muchas cosas y no les ha cumplido nada (el candidato Martín Pérez ha tenido que salir rápido para no dar pie a que le sigan haciendo reclamos que no considera suyos); o en que el candidato priísta Quirino Ordaz se para a preguntarles por qué insistir en una opción que no les ha respondido. Hasta Antonio Acuña, del Movimiento Ciudadano, les ha contestado que él no es político de carrera, que es su primera incursión y que no ha robado como los de otros partidos.
Fuera de esos encuentros no ha habido mucho de sustancia, como no sean los foros de análisis de la realidad regional que se han llevado a cabo en los tres lunes anteriores sobre turismo, desarrollo social y pesca que se han llevado a cabo con los diversos sectores de cada área. Hoy en el local de la Cámara de la Industria de la Construcción, sobre Infraestructura, Servicios Públicos y Participación Ciudadana. Los anteriores han sido foros críticos, en los que se plantea la realidad como cada quien la ve, sin que los planteamientos se maticen por la militancia del candidato Quirino Ordaz, quien en esos foros sistematiza sus compromisos con el electorado.