*Gerardo Vargas: un pasito más allá
*Los partidos se impusieron en la mesa
*Ayotzinapa le está costando a todos
FRANCISCO CHIQUETE
Orejas y rabo.
Como torero triunfante salió del Congreso el secretario general de gobierno, luego de extender su participación en la ceremonia de entrega del cuarto informe del gobernador Mario López Valdez. Como ya se ha dicho, el funcionario no se limitó a hacer la entrega de los paquetes y a intercambiar frases de cortesía y certezas del deber cumplido, sino que hizo un discurso sobre el estado que guarda la administración del estado.
Las orejas de los diputados quedaron cooptadas por el discurso de Gerardo Vargas Landeros, quien durante los tres años anteriores había limitado su presencia a lo que establece el reglamento, aunque hay que decir que tampoco hay una indicación expresa en contrario, de modo que no se le puede acusar de violentar absolutamente nada.
En una entrega anterior comentábamos que Vargas Landeros aprovecharía el buen fin para proyectarse políticamente, aunque en realidad ya está en un nivel difícilmente equiparable, si se considera su posición dentro de la administración estatal y su influencia sobre los diferentes partidos políticos.
Si ya iba en representación del gobierno sinaloense a hacer la entrega de los documentos ¿qué tanto más podría ganar con un discurso o como se dijo, con un informe? Es cierto que ya tenía aseguradas las fotos de prensa, las notas y comentarios, que nadie sería más divulgado que él, especialmente ninguno de los oros aspirantes a la candidatura al gobierno de Sinaloa, cualquiera que sea el partido por el que se busca competir.
Si a alguien le queda duda de que él es el personaje que en este gobierno quisieran ver convertido en candidato, no debe haberlas más. Tampoco debe dudarse que con él se irá, al menos en principio, hasta las últimas consecuencias. Este es un mensaje directo a la clase política del estado, es la reiteración de lo que todo mundo sabe ya.
Lanzado ese mensaje, Vargas Landeros salió del Congreso con el rabo en sus manos. Ahora a seguir trabajando hasta la conformación del próximo cartel, que habrá de lidiar cuatro de peña y dos de una ganadería todavía sin especificar.
NADIE QUISO ENTRARLE A LA
HOMOLOGACIÓN DEL GOBERNADOR
La presentación del más reciente paquete de iniciativas de la mesa compromisos por Sinaloa fue manejada como “la reforma política” y se habló ahí en términos generales de la homologación de los procesos electorales de Sinaloa como una de las grandes ganancias, toda vez que hasta ahora, éste es un estado en que se tienen cuatro elecciones en un sexenio, con apenas dos de descanso.
El hecho sin embargo es que dejaron por fuera la elección de gobernador del estado, que habrá de realizarse sola y no acompañad, como hasta ahora, de los procesos para renovar ayuntamientos y Congreso del Estado, lo que termina por desordenar un calendario que ya estaba muy bien asentado en la entidad.
Esta es una demostración de que finalmente los partidos se rebelan cuando se ven en riesgo sus intereses fundamentales, y la fecha de la elección de gobernador parece ser uno de ellos.
Ninguna de las organizaciones quiso tocar el tema. No sólo no lo aprobaron: ni siquiera aceptaron discutirlo, como han discutido prácticamente todos los temas que se les pusieron en la mesa.
¿Qué va en juego? Quizá el temor de que un buen candidato, como fue el caso de Mario López Valdez, no sólo gane su elección, sino que además ayude a arrasar con los ayuntamientos, el Congreso, y además la elección federal con la que pudo haber sido concurrente. Hay que recordar que Malova fue factor muy importante para que el PRI perdiera por primera vez la mayoría absoluta en el Congreso del Estado, y también para que los ayuntamientos quedaran en mitades para los opositores al tricolor.
Al gobernador le hubiera gustado que se diese ese cambio, y no se enteró de que quedó fuera. Malova andaba en la Ciudad de México gestionando los recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación cuando se entregaron las iniciativas, de modo que la pregunta sobre el tema lo agarró fuera de base.
También le habría gustado que le entraran a la redefinición del papel de los síndicos procuradores, cuya situación es de absoluta indefinición, por más que de manera general se sepa que sus funciones tienen qué ver con la fiscalización de los recursos que se manejan en los ayuntamientos.
Lamenta igualmente que no se le hubiese metido mano a las regidurías, de las que en su toma de posesión anunció que convertiría en una labor honorífica, es decir, sin sueldo. Es mucho lo que cuestan los regidores a los ayuntamientos, es algo que debiera ser un trabajo sin costos, un servicio a la comunidad, insiste.
Desde el principio se supo que era una reforma prácticamente imposible. Las regidurías son en estos momentos platillos muy apetecidos por toda la clase política y factor de estabilidad y negociaciones entre las corrientes de cada partido. En tiempos de crisis o de competencia excesiva, personajes que han vivido por encima de esas posiciones han aceptado “caer” a una regiduría, que no sólo les da permanencia, sino que constituye además una magnífica fuente de ingresos, toda vez que las plazas se cotizan muy alto y en ocasiones hasta alcanzan para liquidaciones de fin de trienio.
Por supuesto, los partidos no quisieron ni oír hablar del asunto. Ningún dirigente, por más mediatizado que esté, se atrevería a llegar a anunciar a sus cuadros que pactó la pérdida del sueldo en el caso de los regidores.
Por otra parte, dejar esa posición en carácter de voluntario, limita la participación de la gente que no tiene recursos. Un empresario con curiosidad por la política, con interés en ejercer algo de poder, o incluso con vocación de servicio, le mete el tiempo necesario. Un pobre, un asalariado no dispondría de tiempo para cumplir con los requisitos, pues ni idea de andar pidiendo permisos.
O la otra: volver a los tiempos en que con magros sueldos, el regidor era (¿era?) maiceado con dádivas por debajo del agua.
UN COSTO GENERALIZADO
Ayotzinapa es un dolor nacional. Pasan los días y la indignación no cede. Por el contrario, se torna en ira, ira que por supuesto, atizan los interesados en que las cosas lleguen más lejos, independientemente de las justas exigencias de justicia.
El país asiste a la exhibición de irregularidades gravísimas, de prácticas despreciables que engloban a los corruptos de siempre y a los transformadores de antes, a la siempre entrevista desnaturalización de la justicia, que hoy se confirma en todo su más lamentable plenitud. No son sólo los pesimistas quienes concluyen que no hay para dónde hacerse.
El gobierno está desmoronado en su prestigio y en sus capacidades. No le ha sido posible esclarecer la desaparición de los cuarenta y tres estudiantes, y sus avances carecen de credibilidad. Podrían ser reales y precisos, pero aun así nadie los tomaría como buenos. Es más: nadie los tomaría siquiera en serio.
El PRI está paralizado. Al presidente le llueven golpes, acusaciones, invectivas, se le hacen los señalamientos más atroces y no hay una sola voz con autoridad moral que salga a tratar de establecer la versión oficial o a defender la poca honra pública que le queda al régimen. Los santones del priísmo parecen no querer meter las manos por temor a quemárselas, o a ensuciárselas al menos.
El PAN no existe. Metido en su propia crisis, no ha tenido fuerza para hacerse sentir, ni siquiera por interés político
El PRD no ha terminado de pagar las consecuencias de haber postulado al alcalde asesino José Luis Abarca y al defenestrado gobernador Ángel Aguirre Riveros. La invitación que ayer hizo Cuauhtémoc Cárdenas para que Carlos Navarrete renuncie a la dirigencia nacional recién adquirida, es un punto que cimbra a ese partido, aunque por supuesto, ni Navarrete ni sus Chuchos superiores tengan el menor interés en mostrar dignidad.
Ya es hora de que las reservas morales de este país (donde quiera que estén) hagan avanzar a esta sociedad. El problema es que todo debe arrancar con la solución del escabroso caso, y no se ve por dónde.