EN LA GRILLA

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Ernesto Cordero.

*También Cordero le pega a Burgos Marentes

*Buscan en el PAN unidad contra G. Madero

*El predial divide al gobierno municipal y el PRD

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Edgardo Burgos Marentes debe volver a valorar su situación. Ayer se quejó de que el candidato a la dirigencia nacional, Ernesto Cordero vino a Sinaloa y no se reportó con él. Más le habría valido no hacerlo: le llovieron descalificaciones en su propia cuenta de twitter y hasta el propio Cordero le pegó con todo, haciéndole una descalificación de pronóstico reservado.

La gira de Cordero empezó con el pie izquierdo porque no cumplió con la militancia mochiteca, aduciendo problemas técnicos con su vuelo. Llegó directo a Culiacán, donde fue arropado por las corrientes blanquizules que aquí ejercen de oposición.

Francisco Salvador López Brito, Ignacio Nieblas –dirigente municipal en Culiacán- Adolfo Beltrán. Sados Osorio Porras, fueron entre otros quienes lo acompañaron en la capital sinaloense. En las redes hasta el higuerista José Roberto González Gutiérrez se lanzó contra Burgos Marentes, lo que deja incierta la posición del grupo que comanda el exalcalde mazatleco, o por lo menos ya no garantiza unanimidad en esta importante corriente.

Cuando lo entrevistamos, Cordero no sólo descalificó los resultados de Enrique Peña Nieto, sino que insistió en defender los resultados del gobierno que Acción Nacional encabezó durante doce años diciendo que transformaron al país, que generaron crecimiento económico y consolidaron la estabilidad macroeconómica.

Todo un panorama, incluso un gobierno o un par de gobierno espectaculares, que a juicio del exsecretario de Hacienda tienen al PAN bien posicionado, tanto que Calderón y Fox mantienen una popularidad “que ya quisiera Enrique Peña Nieto”.

Pero lo más increíble de todo aquello que dijo a lo largo de la entrevista, incluso con los compañeros de Guardianes de la Noche, es que el PAN está en condiciones de mantener la unidad, de recuperar la participación conjunta una vez que pase la elección, independientemente del resultado.

A estas alturas, con la pugnacidad que se ha generado, con las acusaciones tan abiertas y descarnadas que se están intercambiando, en donde la palabra corrupción va de un lado al otro, es muy difícil pensar que habrá una reconciliación y por supuesto, que habrá disposición para trabajar conjuntamente después del proceso.

Cordero dice que le da mucho gusto y orgullo tener el apoyo de la mayoría de los senadores de su bancada, y aunque reconoció que la mayor parte de los diputados está con Madero, indica que si la participación entre ellos pudiese darse con libertad, las condiciones serían distintas. ¿Cree usted que con tantas acusaciones, tantas suspicacias y tantos rencores acumulados, el PAN pudiese reunificarse sin enfrentar secuelas.

Después de todo, Cordero y sus seguidores, los seguidores de Felipe Calderón, deben recordar que fueron ellos quienes crearon a Gustavo Madero. Él ya era senador cuando lo utilizaron para deshacerse de Santiago Creel Miranda, pero después lo hicieron dirigente nacional del PAN cuando no dieron resultado las dirigencias absolutamente fallidas de Germán Martínez y César Nava. Madero pues, tan acusado de corrupción y de intolerancia, es creación de ellos. Literalmente, que con su pan se lo coman.

ALFREDO VALDEZ MONTOYA

Se suponía que el gobernador de Sinaloa en 1978, Leopoldo Sánchez Celis, tenía todo bajo control. Em efecto, dentro del estado no se movía una hoja sin que “el hombre del paliacate” lo supiera o incluso lo hubiese ordenado, o por lo menos consentido. Fuera de Sinaloa tampoco parecía haber problema: e la jugó y la ganó con Gustavo Díaz Ordaz en la sucesión presidencial previa, y ya le había hecho una valona al chacal de Tlatelolco, enfrentándose a Carlos Alberto Madrazo, un reformista que creía que podía convertir al PRI en un partido real y hasta democrático.

Por eso nadie dudaba que el delfín sánchezcelista, Miguel Leyson Pérez, sería el siguiente gobernador de Sinaloa. Pero no. Fue Alfredo Valdez Montoya, quien se desempeñaba como tesorero estatal y a quien de todas maneras le atribuyeron el padrinazgo de Sánchez Celis, sin que fuese del todo cierto. Iba en la terna, dijeron, pero sólo de relleno. Y por eso lo escogieron a él en el centro del país.

Valdez Montoya estableció un gobierno tecnocrático, de actitudes refinadas que se fue al otro extremo del que ejerció “Polo”, como llamaban a Sánchez Celis. Ello no valió para evitar los acontecimientos posteriores, especialmente el pleito con el presidente Luis Echeverría Álvarez, quien contrariado por la oposición de Valdez Montoya a los proyectos hidráulicos interestatales, dejó de venir a Sinaloa durante los cuatro años en que ambos coincidieron en el poder. Sólo se le vio por aquí en 1976, durante una gira de la que hoy sólo recordamos la primera piedra del penal construido en terrenos del ejido El Castillo.

En 1973 Sinaloa vivió momentos muy graves, derivados de la represión contra la Universidad Autónoma de Sinaloa. El siete de abril murieron dos estudiantes, asesinados por la Policía Judicial del Estado, cuando protestaban contra el rectorado de Gonzalo Armienta Calderón, en el edificio central de la UAS, frente a la Plazuela Rosales de Culiacán.

Ese mismo día la Preparatoria Mazatlán fue tomada por las fuerzas policíacas, y hasta la Preparatoria Federal, una pequeña escuela anodina, donde la mayor parte de los estudiantes no estábamos ni enterados de la movilización estudiantil, fue asaltada también. Dos alumnos fueron golpeados arteramente por el solo hecho de estar sentados en el pasillo de acceso, por donde los judiciales pasaron lanzando culatazos a diestra y siniestra. Si eso pasaba en una escuela tranquila, imagínese usted lo que no harían en las que dependían de la Universidad.

Una de las cosas inexplicables de aquel periodo, el de la omnímoda Presidencia de la República es que no haya caído el gobierno de Valdez Montoya. Por dos ocasiones, los senadores sinaloenses se levantaron en la Cámara Alta para exigir la desaparición de poderes, y en ambas la mayoría les dijo que no. Ni Alfonso Genaro Calderón Velarde, ni Gabriel Leyva Velázquez, los representantes de nuestro estado ante el pacto federal, supieron jamás por qué no lo consiguieron.

El 31 de diciembre de 1974, cuando terminó su periodo, Valdez Montoya entró para siempre en el ostracismo político. Durante los seis años de gobierno de Alfonso Genaro Calderón estuvo ausente de los actos públicos. Con Antonio Toledo Corro volvió a ser invitado, pero nunca más elemento activo. De Francisco Labastida a Jesús Aguilar Padilla salía cada año para estar en los informes de los gobernadores en turno, hasta que físicamente le fue imposible.

Ayer murió a los 94 años, y hoy al mediodía se le rinde un homenaje en el palacio de gobierno, en la capital del estado.

EL PREDIAL HACE QUE

AFLOREN OTRAS ACTITUDES

El Partido de la Revolución Democrática se cansó de la pasividad a que lo tiene sometido la alianza electoral con el PAN y llamó a la sociedad a no pagar el impuesto predial, aconsejándole a que se ampare hasta lograr que los cobros se apeguen a lo que es justo.

No es mucho, no pasa de ser un consejo, pero es la primera actitud de independencia desde que el PRD es parte de los gobiernos que aquí ha encabezado Acción Nacional.

Ni siquiera se necesitó que el perredismo encabezara las acciones, que las organizara para darle a la demanda colectiva de amparo una viabilidad. Sólo se lanzó a dar el consejo para que la gente tomara su decisión.

Esto fue suficiente para que la secretaria del ayuntamiento, María del Rosario Torres Noriega, tildara a sus socios electorales de irresponsables.

Con toda tranquilidad, la funcionaria dijo que si hay inconformidades (¿si hay?) la gente debe ir a Catastro para que le aclaren y hasta recriminó que no se vea lo que hace el alcalde, que en su discurso ofrece apoyos para las personas con esos problemas.

Otro dato interesante: el director de ingresos, Antonio Sánchez Ávila, admite que ha habido quejas de extranjeros a quienes se les ha cobrado de más, pero aclara muy orondo que no ha habido casos de devolución de dinero, por la simple y sencilla razón de que ellos (los afectados) no lo han solicitado. Al parecer la decencia voluntaria no es una política pública.