DOMINGRILLA POR FRANCISCO CHIQUETE

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No falla: autoelogio en seguridad, golpe anunciado; ¿qué queremos de l nueva Corte?; la jubilación de José Ángel Pescador

FRANCISCO CHIQUETE

No falla la conseja, ni fallan los personajes.

Es bien sabido que en cuanto un gobernante o funcionario importante presume avances o control de la inseguridad, ocurre una desgracia que echa por la borda toda presunción.

A pesar de ello, cada persona o personaje que llega a una silla importante o de mediana importancia, insiste en sacar cuentas alegres y aportar cifras espectaculares, a sabiendas de que esa misma noche o al día siguiente se le vendrá una andanada de acontecimientos negativos.

Así le pasó al gobernador Rubén Rocha Moya después de la más reciente visita de Omar García Harfuch, como comentamos en la entrega anterior. Ahora sí vamos a ver resultados, adelantó impactado todavía por la proyección de la batiseñal sobre el cielo sinaloense.

Desde entonces no ha faltado día en que Sinaloa aparezca entre los estados más violentos del país (en el top cinco, y una vez en el meritito primer lugar).

Hasta Mazatlán, que había permanecido no en paz, pero sí con cifras discretas, se encuentra ahora en el tobogán de la violencia con balaceras diarias durante toda una semana.

Ojalá que el gobernador se haya equivocado y no sean esos los resultados a que se refería.

¿QUÉ ESPERAMOS DE

LA NUEVA CORTE?

Ya hasta la presidenta Claudia Sheinbaum le bajó a la intensidad de su defensa a la elección judicial. No la condena ni la desampara, por supuesto, pero ha dejado de insistir con tanto furor en que “fue el pueblo el que eligió a los candidatos ganadores”.

Ahora lo que se argumenta es que el futuro presidente de la Corte es indígena y por tanto, quienes impugnan verbal o legalmente el resultado, lo hacen porque son conservadores, clasistas, discriminadores.

Como esa falsa polémica no les alcanzó, se inventaron otra: el nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación anunció una decisión heroica: no usará la toga tradicional, sino los trajes típicos de las etnias de que proviene.

¿La ausencia de la toga será un elemento clave para que la administración de la justicia sea más efectiva, honesta, pronta? Si estas son las propuestas y reales formas de pensar de nuestros nuevos jueces supremos, estamos aviados.

Más reveladora resulta la convicción de que él personalmente se ganó los votos con que lo eligieron, sin haber invertido dinero ni recibido apoyos ilegales (los acordeones no cuentan). Me recordó el episodio en que un diputado federal suplente (bajacaliforniano) pasó a ser titular, porque el propietario de la curul murió. Yo soy diputado por la gracia de dios, dijo haciendo un chiste. Es que dios se llevó al propietario, igual que con usted, dijo a la mazatleca Elisa Meza Rochín, quien también rindió protesta como diputada federal propietaria, ante la muerte del titular, Jesús Arnoldo Millán Trujillo.

-¡No! Respondió airada. Yo estoy aquí porque aporté votos con los que ganamos el propietario y yo, que era la suplente.

A la gran mayoría de los mexicanos no nos importa o no nos debe importar que el señor presidente in péctore Hugo Aguilar sea indígena o no lo sea. Debemos asegurarnos de que todos, indígenas, criollos o “blanquitos”, por referir su lenguaje o estratificación, tengamos oportunidades para acceder a todos los espacios, como fue este caso.

Lamentablemente Aguilar trae el síndrome de Xóchitl Gálvez, que se pasó la campaña narrando su origen étnico y de sus esfuerzos heroicos para superar las limitaciones de su origen, su condición de mujer y su pobreza, pero nunca pasó a los proyectos específicos con que eventualmente gobernaría. Aguilar insiste en que es indígena y en que va a abrir los espacios para los pueblos originarios, pero sólo esto no puede ser un proyecto de administración de justicia para un país de más de 130 millones de habitantes, que provienen de los más variados orígenes.

Todo sea por hacer olvidar que el gobierno se quedó con la Suprema Corte de Justicia y el resto de la estructura judicial, y acabó con la separación de poderes, sin contar con el aval de un electorado que desdeñó participar en lo que ahora se cacarea como “la máxima expresión mundial de la democracia”.

LA JUBILACIÓN DE

PESCADOR OSUNA

Este viernes José Ángel Pescador Osuna recibió su reconocimiento como consejero emérito del Colegio de Sinaloa, institución que agrupa a buena parte de los pensadores, artistas, creadores e intelectuales más importantes de nuestra entidad.

Se trata de un reconocimiento importante, que permite al exalcalde mazatleco seguir participando en el Colegio sin las responsabilidades de asistencia y presencialidad en los eventos de la institución, atendiendo las aportaciones que ha hecho desde su creación, en 1991. Entendible ahora que llegó a los 80 años.

Fue parte de la llamada “formación de los galácticos”, como se refería a una legendaria plantilla de jugadores del Real Madrid, con Raúl Cervantes Ahumada, Diego Valadés, Antonio Haas, José Ángel Espinoza (Ferrusquilla), Antonio López Sáenz, Jaime Labastida, Jaime Martuccelli, Jesús Kumate, entre otros.

Ha desarrollado una carrera política brillante y controvertida.

De joven, siendo parte del Consejo Nacional Técnico de la Educación, alcanzó notoriedad porque condenó el uso de alumnos en eventos políticos (algunos niños se desmayaron en pleno evento) y se le pronosticó poco futuro porque prácticamente había desafiado al SNTE, que entonces era todopoderoso.

A pesar de eso, llegó a ser secretario de Educación Pública, sustituyendo a Ernesto Zedillo, cuando se fue por la Presidencia de la República. Luego vino la gran decepción porque Zedillo no lo ratificó en ese puesto y en cambio puso al célebre Fausto Alzati (falzati), a quien luego luego despidieron porque lo agarraron presumiendo un título que no tenía.

En Mazatlán hizo época en varios sentidos. Llegó con ideas muy avanzadas para el momento (como alcalde, por ejemplo, hizo públicas las sesiones de Cabildos, que pese a la ley, eran privadas), pero también revivió estilos de gobernar de años anteriores, cuando el alcalde se metía en todo, hasta en los pleitos conyugales de los policías.

Fue especialmente criticado por la clase política cuando encabezó las protestas por el asesinato de dos jóvenes estudiantes, brutalmente sacrificadas. Era el caso curioso de una autoridad protestando contra la autoridad. Pese a las presiones, el gobernador contra cuya policía protestaba, Francisco Labastida Ochoa, vio el asunto con flexibilidad.

Es protagonista de un larguísimo anecdotario y también de múltiples gestiones y apoyos que le pedía la gente, a las que daba seguimiento personalmente, por muy encumbrado que fuese el puesto en que se encontraba.

Con él cambió el actuar de los políticos. Su jubilación implica el cierre de esa época. Hoy los nuevos oficiantes dependen de la mercadotecnia, del dedazo más que nunca, del corporativismo, aunque nunca es bueno generalizar.

Insisto en lo de “jubilación”, pese a que Pescador sigue siendo miembro del Colegio de Sinaloa, con posibilidades de seguir ejerciendo su trabajo de investigación, reflexión y propuestas, sobre todo en materia educativa, como especificó durante su discurso del viernes (por cierto, no tan largo como lo que acostumbraba decir antes, cuando se echaba un mínimo de 50 minutos).

Finalmente se pregunta uno qué se necesita para que los dioses bajen del Olimpo. La ceremonia tuvo mucha representatividad, con dos secretarias (la de Educación Pública y Cultura y la de Turismo, pero no acudieron ni el gobernador, ni la alcaldesa, ni los rectores de las universidades Autónoma de Sinaloa y Autónoma de Occidente. Seguramente tenían ocupaciones más importantes que reconocer a la inteligencia.