Elio Edgardo Millán Valdez.
¿Qué quimera es pues el hombre? ¿Qué novedad, qué monstruo, qué caos, que sujeto de contradicción, qué prodigio? Juez de todas las cosas, imbécil gusano
de tierra; depositario de lo verdadero; cloaca de incertidumbre
y error; gloria y desecho del universo.
¿Quién desenredará este embrollo?
PASCAL
El ser humano (…) es un ser extraño al planeta porque es un ser a la vez natural y sobrenatural. Natural porque tiene un doble arraigo: al cosmos físico y la esfera viviente. Y sobrenatural porque el hombre, al mismo tiempo, sufre un cierto desarraigo y extrañeza debido a las características propias de la humanidad, a la cultura, a las religiones, a la mente, a la conciencia que lo han vuelto extraño al cosmos, del cual no deja de ser secretamente íntimo. Edgar Morin.
Doble anclaje del hombre: somos a un tiempo piedra y metáfora. Extraña conjunción que ha hecho posible el “prodigio” de lo humano, en cuyo sortilegio se entrecruzan necesidad y libertad; la primera nos aprisiona en el ancla del cómputo, la segunda nos sirve de pista para volar con las alas del cógito. Somos, pues, guijarros rodantes que amamos, soñamos y, en esa doble condición, giramos en y hacemos girar el universo y, en cada vuelta, una historia, una esperanza y mil lágrimas. Somos, en fin, natura y artificio. EEMM
QUÉ ES LA COMPLEJIDAD?
Es a primera vista un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados, que presentan la paradójica relación de lo uno y lo múltiple. La complejidad es efectivamente el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que, la complejidad se presenta con los rasgos perturbadores de la perplejidad, es decir, de lo enredado, lo inextricable, el desorden, la ambigüedad y la incertidumbre. Edgar Morin.
…en situaciones complejas, es decir, allí donde en un mismo espacio y tiempo no sólo hay orden, sino también desorden; allí donde no solo hay determinismos sino también azares; allí donde emerge la incertidumbre, es necesaria la actitud estratégica del sujeto frente a la ignorancia, el desconcierto, la perplejidad y la lucidez. Edgar Morin.
El programa es un discurso, un ensayo prolongado de un camino que se piensa. Es un viaje, un desafío, una travesía, una estrategia que se ensaya para llegar a un final pensado, imaginado y, al mismo tiempo, insólito, imprevisto y errante. El programa No es el discurrir de un pensamiento seguro de sí mismo, es una búsqueda que se inventa y se reconstruye continuamente. Edgar Morin.
La complejidad del mundo no es una solidez imperturbable, es devenir; pero un devenir que es cambio y permanencia, es agua fresca que se nos va de las manos en cuanto se le empieza a crear una identidad con nombre y apellido; porque, como dice Manuel Alejandro, somos como humo y es ceniza la palabra.
La complejidad moriniana se parece, valga el mal ejemplo, a los amores desgraciados que, cuando sientes que el oscuro objeto del deseo te pertenece, en ese instante se transforma en virtual espejismo. Ser y no ser, esa es la cuestión de la complejidad, que suele tener mil voces que luego se recubren de largos silencios; silencios que sin pedir permiso, suelen explotar en siniestras carcajadas que anuncian el final y el comienzo de los tantos rostros y máscaras de un devenir que semeja, pero solamente semeja, el retorno de lo mismo, porque en cada vuelta, como dijo Paz, ni volvemos los mismos ni volvemos a lo mismo. EEMV.