CELEBRANDO A FERRUSQUILLA

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José Ángel Espinoza, sinaloense universal, en sus 94 años de vida

FRANCISCO CHIQUETE

Los homenajes se suceden y don José Ángel Espinoza Aragón sigue siendo el mismo.  Este año fue introducido al Salón de la fama de los compositores latinoamericanos, que tiene su sede en Miami, durante un evento esplendoroso, de gran trascendencia internacional. A la semana siguiente hacía uno de sus conocidos recorridos por el Mercado Municipal, saludando a sus conocidos y dejándose querer por la gente que lo identificaba, le pedía una foto, le recordaba una anécdota y a veces hasta le pedían un recuerdo de Pedro Infante, con quien compartió amistad y trabajo.

Este hombre menudito, sobrio pero elegante que departió con las más grandes artistas de la época de oro del Cine Mexicano, vive en Mazatlán como uno más de los nacidos aquí, incluso con más cariño del que muchos muestran a su tierra y a sus coterráneos.

Nadie diría al verlo saludar afablemente que éste es el autor de Échame a mi la culpa, la laureada canción que ha grabado todo mundo, desde Amalia Mendoza y Lola Beltrán hasta Albert Hammond, o Julio Iglesias en español y en francés. O de La Ley del monte, considerada por muchos como la última gran canción mexicana que grabara exitosamente Vicente Fernández, pieza que pasó al cine nacional y que se convirtió en parte principalísima del repertorio de todos los mariachis y cancioneros del país.

Usted lo ve llegar con toda corrección a los comercios locales a preguntar por la mercancía que le interesa, sin apresurar turnos o sin reclamar trato especial, a pesar de lo cual en lugares como el Jade, restaurant de comida china de la familia Chío, apenas lo ven y le abren espacio donde sea, porque saben que él disfruta a plenitud de los exquisitos platillos del lugar, y que ellos, restauranteros y comensales, van a disfrutar de una magnífica velada con este hombre que sin proponérselo, termina captando la atención de todos por lo sabroso de sus anécdotas, lo bien contado de sus historias y las mil ocurrencias que todavía salpica imitando voces de personajes públicos o de personas que están en el entorno, manteniendo el honor de su viejo mote del Capitán Ferrusquilla, el hombre de las mil voces.

Este, que hoy cumple 94 años, es el mismo personaje que hace más de cuarenta, en un descanso de las filmaciones de películas del oeste en el estado de Durango se trajo a una actriz sueca o noruega y la puso a asolear en las playas del Hotel De Cima, inspirándose para componer El tiempo que te quede libre, un cañonazo que retumbó en las estaciones radiofónicas españolas y de ahí a las europeas en general, en voz de María Dolores Pradera, y en los Estados Unidos con Vicky Carr. No se diga en México.

Mucho lo vemos en los canales de películas nacionales, hoy alternando con Ignacio López Tarso en El hombre de papel, mañana en El tunco Maclovio, junto con Julio Alemán; o lo escuchamos dando voz al Señor Smith, aquel gracioso y tramposo secretario del Capitán Garfio, en la película de dibujos animados Peter Pan, porque Ferrusquilla fue de los pioneros en el doblaje. Las compañías cinematográficas se lo llevaban a Nueva York para que trabajara directamente en sus estudios.

Recorriendo el mundo se convirtió en invitado especial durante la visita presidencial que reanudó las relaciones entre México y España, tras la caída del dictador Francisco Franco; recibió en la Organización de las Naciones Unidas la Medalla al mérito por la paz, a la que se hizo acreedor junto con otros artistas mexicanos porque la máxima organización mundial consideró que su trabajo artístico contribuía a la amistad de los pueblos y por tanto a la pacificación del planeta.

De ese tamaño es este hombre sencillo que un día llegó a Mazatlán casi niño, terminando su educación primaria, ayudado por las autoridades de su natal Choix para que buscara una beca que le ayudara a continuar sus estudios. Allá vieron que esa mente infantil era privilegiada y la impulsaron. Aquí lo recibieron con afecto y lo incorporaron a la vieja escuela de Procultura Regional, que lo preparó y lo dejó listo para ir a probar fortuna en la capital del país.

José Ángel Espinoza Aragón aspiraba a ser médico, pero por alguna razón absurda no pudo entrar a la Universidad. –Sí entré, pero de mesero en el comedor, dice muy ufano, ilustrando las ganas que tenía de ser universitario, de estar ahí cerca y cursar la misma carrera que su amigo y compañero de Procultura, el joven Jesús Kumate Rodríguez, quien llegó a ser el gran científico que es, y sobre todo el inigualable promotor de la salud del país que ha sido a lo largo de su carrera.

Pero no le fue mal. Ese tropiezo le permitió a José Ángel convertirse en Ferrusquilla. Su talento lo acercó al mundillo de la radio donde fue imitador, cantante, cabeza de la serie La Banda de Huipanguillo, donde encarnaba a don Celso Boquerones, uin presidente municipal tan atrabiliario como cómico.

Durante su última visita a Mazatlán, para presentar el libro Las Leyes del Querer, el inmenso escritor Carlos Monsiváis pidió a Ferrusquilla, partícipe del evento, que le permitiera ser el cronista oficial de Huipanguillo. Don Celso, a través de Don José Ángel, encarnado en Ferrusquilla, le extendió por supuesto, el nombramiento. No faltaba más.

Este hombre que encarnó junto con Jorge Negrete la lucha gremial de los actores, que ha sido pieza clave entre los compositores, reconocido actor cinematográfico, vivía en un modesto departamento de Tlatelolco, pero vino el remolino de los temblores del 19 de septiembre de 1985, y “lo alevantó”.

Don José Ángel se dijo que era momento de volver a su tierra y para acá se regresó, al corazón del centro histórico, en un barrio donde, privilegios del destino, a todos les parece normal convivir con una celebridad.

Viajero incansable, va y viene, porque en los deefes están sus grandes amores: su hija, la gran actriz  Angélica Aragón y sus nietas (el recuerdo de su hija Vindya le acompaña por todas partes). Y recorre el estado, ya por gusto, ya por sus tareas como parte del Colegio de Sinaloa, donde es el mejor y muy digno exponente de la cultura popular, la del hombre de la calle que sana y resana sus amores llevando de gallo aquello de “quiero verte una vez más, y ya”.

Aquí tenemos, señoras y señores, al sinaloense universal, don José Ángel Espinoza Aragón, Ferrusquilla, que hoy llega entero y feliz a sus primeros 94 años de vida.