Camarón para el Comandante
Corría el sexenio que encabezó Antonio Toledo Corro. Los operativos en contra del contrabando de camarón, la violación a la veda y la anarquía que existía en las pesquerías del sur de Sinaloa, crecía sin que ninguna autoridad hiciera su trabajo.
Las áreas pesqueras de la zona sur de Sinaloa, el sistema lagunario más importante del país el Huizache-Caimanero las Cabras, sufría de un asedio constante. Cientos de pescadores libres violaban la veda del camarón. Los conflictos entre las cooperativas conocidas como “tradicionales” y las de “nueva creación” amenazaban con incendiar los campos pesqueros. Los cooperativistas ante la falta de apoyo oficial se organizaron. Ellos crearon “volantas” de inspección destinadas para cuidar el camarón y evitar que se violara la veda. Famosos fueron los grupos de socios de la Cooperativa La Sinaloense asentada en Villa Unión, que se ganaron la fama de crueles.
Ellos no entregaban a los pescadores furtivos sorprendidos violando la veda a las autoridades. Ellos los castigaban. Los desnudaban en los esteros. Los azotaban con colas de mantarraya. Quedaban muy mal heridos. Otros corrían la suerte de ser desnudados y amarrados a un árbol, para que los “jejenes” hicieron el trabajo de tortura. El gobierno se vio precisado en intervenir. Se realizaron operativos de vigilancia en los que participaban elementos de Marina, agentes de la policía municipal de Mazatlán, El Rosario y Escuinapa, según la zona a la que pertenecían los esteros. Se instalaron retenes. Se buscaba frenar con todo el saqueo de los esteros.
La historia comienza en la carretera Agua Verde-El Rosario. Caía la tarde. Ahí se encontraba un “reten” de policías municipales y estatales. Dos camionetas oficiales de la entonces Octava Zona Naval aparecieron en el horizonte. Venían de la zona pesquera con rumbo a El Rosario. Los policías que realizaban el “reten” les marcaron el alto. Los marinos no se resistieron. Eran solamente los choferes que conducían las unidades militares. Uno de ellos bajó y pidió hablar con el “jefe” del retén. El marino le mostró un documento. El oficial de policía lo leyó. Junto con otros agentes se acercaron a la camioneta y descubrieron la lona que ocultaba por lo menos 300 kilos de camarón.
En esos momentos había “veda” y estaba estrictamente prohibido capturar y transportar camarón. Esa era la orden. Y eso machacaban en todos los medios de comunicación las autoridades. Había muchos agentes de policía. El comandante no podía darse el lujo de permitir el paso de los marinos con el cargamento que llevaban. Entonces tomó la decisión de llevarse a los marinos y las dos camionetas hasta las instalaciones del Ministerio Público de El Rosario. El titular de esa oficina entonces Ignacio Razo Burgueño, recibió las unidades cargadas con el camarón y mantuvo en calidad de detenidos a los dos marinos. Notificó de inmediato a sus superiores en Culiacán. Nadie quería asumir la responsabilidad. Fue cuando alrededor de las siete de la noche, el Agente del MP de El Rosario Ignacio Razo Burgueño se comunicó telefónicamente con este reportero.
Me encontraba en la redacción de El Noroeste. Nacho Razo era amigo mío. No terminaba de explicarme los pormenores de lo que llamó “decomiso” y la detención de dos elementos de Marina, cuando casi a gritos me informó que estaban llegando a las instalaciones del MP varios vehículos de Marina cargados con elementos fuertemente armados. “Escúchalos”, me decía. Pero al otro lado del teléfono no lograba escuchar nada. “Han rodeado la oficina…Y vienen a rescatar a sus dos elementos y seguramente llevarse las camionetas”. Fue entonces que le pedí que me enviara “vía Fax” el acta que se había levantado del caso. Lo hizo casi de inmediato. Y el documento oficial llegó a mis manos. Apenas lo leí corrí hasta donde se encontraba Joel Díaz Fonseca, el Jefe de Redacción. Ahí los dos nos pusimos de acuerdo. Y comencé a redactar la nota.
En el acta elaborada en el MP se mencionaba los nombres de ambos militares que conducían cada una de las dos camionetas. Y lo impactante: “Se les ordenó acudir al estero para cargar camarón que sería destinado para una fiesta del Comandante de la Zona Naval”, en aquellos momentos el Vicealmirante Armando Martínez Flores. Los marinos declararon que el Comandante les había dado la orden y que solamente estaban cumpliéndola. Minutos después y ya que había terminado de escribir la nota, me comuniqué con Nacho Razo a El Rosario. Le pregunte que había pasado. Si los Marinos ya se habían retirado. Y si se llevaron a los detenidos. Me respondió nervioso: “Pues que querías que hiciera. Los marinos armados se metieron a las oficinas. Y se llevaron a los dos detenidos y a las camionetas. -Con todo y camarón- le pregunté. ¡Pues claro!. De loco me les opongo, venían con órdenes de llevárselos como sea.
Al día siguiente la noticia principal de Noroeste fue: “Comandante de Marina convertido en “changuero” como se les conocía a los que violaban las vedas del camarón. El día de la publicación no daban ni las nueve de la mañana cuando a mi domicilio se presentaron unos oficiales de Marina que habían llegado a bordo de un vehículo oficial. Tocaron a la puerta. Salí y me informaron que el “Comandante” quiere verlo en su oficina. Les pedí que me permitieran pasar por las instalaciones de Noroeste ubicadas en aquel momento cerca de la Central Camionera. Llegué a la oficina y le pedí al compañero fotógrafo Armando Montalvo que me acompañara a las instalaciones de Marina. Creo que la unidad de Marina nos seguía a distancia prudente.