Pero esto no es solo un dato interesante en sí mismo. Lo importante es saber que este choque demográfico que está recibiendo la región, sobre todo si vemos los perfiles de edad, y geográficos, tendrá implicaciones económicas y sociales en un futuro inmediato y en el largo plazo.
Esta cifra es un indicador adelantado de la recomposición demográfica, que es un choque tan grande en salud en la región que destruye capital humanos en ciertos sectores y grupos de edad.
P: ¿Existe algún ejemplo concreto de esa afectación en el “capital humano”?
R: Bueno, el ejemplo a destacar sería el de los dos ámbitos más afectados, como son el educativo y el de la salud.
Esta es una crisis de gobernanza, que ha puesto a prueba los sistemas de salud, educación, fiscales y de protección social.
Concretamente, en temas de destrucción de capital humano, es difícil encontrar en el último siglo, salvo la Segunda Guerra Mundial, tal nivel de recomposición demográfica.
Por un lado está el patrón epidemiológico, como por ejemplo los choques de salud, que no sabemos sus implicaciones incluso entre los que se curaron, entonces ahí hay un choque fuerte de capital humano.
En México, por ejemplo, la enfermedad afecta a la población de entre 40 y 60 años, que es donde se concentró gran parte de la mortalidad. Eso es acabar con un grupo poblacional en su momento más productivo.
Y en cuanto la educación, tenemos más de 90 millones de niños fuera de la escuela, sin posibilidad de volver pronto… Y si algo queda claro incluso con la educación a distancia en vigor es que esta es menos efectiva, y hay enormes grupos poblacionales que tendrán una suspensión efectiva de la educación.
Si se combina la destrucción de vidas en etapas productivas, con una destrucción de niveles educativos, esto sin duda tiene implicaciones económicas severas en la región en futuro cercano. (…)
Igual quiero insistir en que el subreporte de mortalidad no es solo por mencionar una curiosidad estadística, sino que es un indicador adelantado de algo que tendrá implicaciones sociales, económicas e incluso políticas.
P: ¿Y porqué la mortalidad tiene consecuencias tan graves en la región?
R: En la región el patrón es diferenciado. El COVID ha sido mucho más democrático en términos demográficos, ha estado más distribuido que en otras zonas. Y un punto importante es insistir en algo que también es un tema de gobernanza, como es la invisibilización de algunos grupos en su afectación.
Porque hay datos invisibles, de poblaciones que no tienen acceso a una red efectiva de salud y que pueden haber muerto y no están siquiera en los registros. De hecho, en este subregistro que estimamos, es muy probable que haya poblaciones que estén mucho más representadas porque fueron invisibles y ni llegaron siquiera a tener pruebas y murieron por COVID sin saberlo, una tragedia de exclusión.
P: ¿Qué pueden hacer los Gobiernos para solucionar esto?
R: Algo que han hecho muchos es reconsiderar los registros de gente que murió con diagnóstico de neumonías atípicas, esa clasificación médica, que no es COVID oficialmente pero que en análisis estadísticos también vemos que han tenido un exceso sobre el promedio de gente muerta por este diagnóstico en años anteriores.
Ese es un crecimiento que se aproxima al subreporte. No es lo exacto, pero se aproxima al subreporte y nos acerca a la cifra.
Pero insisto, acercase a la cifra real, armar el rompecabezas y superar la contabilidad a la baja, no es por hacer un punto político, sino para poder hacer políticas públicas, entender mejor el golpe de la crisis y el patrón demográfico de las poblaciones que está impactando.
P: ¿Qué urgencia hay para conocer la cifra “real”?
R: Se entiende que los funcionarios al frente de la respuesta a esta crisis han enfrentado un enorme desgaste político por la presión muy legítima de la población por información y transparencia.
Desde el punto de vista de respuestas, demográficas y económicas y medicas, es importante hacer este recuento un poco más cercano a la realidad, pero es muy importante también para reconstruir la confianza de los ciudadanos.
Lo que hay que impedir es que se reduzca las confianza de los ciudadanos hacia los gobiernos. Y son así esfuerzos de transparencia y rendición de cuentas que además de su importancia para el diseño de políticas, tienen una importancia mayor para la reconstrucción de la confianza.
Si vamos a salir bien de esta crisis, eso requiere una mayor construcción de confianza entre ciudadanos y gobiernos. Y si este elemento destruye confianza, hay que atenderlo.
Información de EFE