México puede convertirse en uno de los centros de producción de autos eléctricos más importantes para Volkswagen en el mundo.
Steffen Reiche no se va de México con las manos vacías. El ejecutivo alemán, quien fuera, durante tres años, el CEO de Volkswagen México, se llevará una Combi T1, que fue restaurada por él mismo, pero también empaca una idea en su mente: la empresa alemana está lista para escribir el futuro de los autos eléctricos desde nuestro país.
“He aprendido mucho de este equipo. Volkswagen México es capaz de hacer todo para manejar los retos que vienen en el futuro… En este cambio que haremos a autos eléctricos, vamos a ganar con este equipo; tendremos éxito”, dice Reiche, en entrevista.
La historia de Steffen en el país empezó hace casi tres décadas, cuando llegó al país en 1996, en un proceso de training de seis meses, en el mismo edificio donde después dirigió la compañía y que ahora deja para volverse vicepresidente ejecutivo de Producción y Gestión del Producto en SAIC Volkswagen, China.
Aprendió español en España; sin embargo, cuando habla, su acento alemán no desaparece. Mientras camina, nos muestra algo: rodea un Vocho última edición y descubre las llantas con cara blanca, iguales a las deseadas para su Combi, para la que encontrar las piezas fue todo un reto, aunque su restauración, “con las manos mexicanas, no tanto”.
Al preguntarle si México puede convertirse en uno de los centros de producción de autos eléctricos para Volkswagen en el mundo, no tarda ni un segundo en responder que sí. De hecho, ésa es una de sus luchas en este momento.
“[El nuestro] es uno de esos negocios [que existen] para detectar estas oportunidades en el futuro. Pienso que, con todo lo que pasó en el mundo [con la pandemia de Covid-19], este cambio viene sí o sí, más rápido de lo que hemos esperado [el crecimiento del mercado de autos eléctricos]. Los retos que tenemos con los precios de las baterías, el tiempo de carga, la capacidad, eso se va a solucionar, [sabremos cómo] subir la participación de los autos eléctricos. Por eso, hay que pensar como empresa que hay que apoyar este cambio”.
Steffen empezó trabajando, en su juventud, como aprendiz de reparador de máquinas; después, en una tienda de jugos. Sin embargo, eso no lo emocionaba. La pasión la encontró en los autos, una motivación que lo llevó a Volkswagen, empresa que le ha dado muchas oportunidades, desde ser supervisor en una fábrica, hasta responsable de productos y proyectos, donde fue aprendiendo la importancia de los detalles y las pequeñas cosas.
Cuando fue nombrado presidente de la automotriz en México, se sintió emocionado. En estos tres años descubrió que la gente está orgullosa y comprometida con la empresa, lo cual es una fuente de motivación, pero también de retos.
El ejecutivo presenció el “escándalo diésel” (cuando Volkswagen manipuló las emisiones en sus automóviles basados en este combustible). Dice que tuvieron que entender y aceptar que sí ocurrió un problema interno que no habían previsto. Tuvieron que comprender cómo pasó, para evitarlo de ahí en adelante e implementar los cambios necesarios.
México fue una de las 10 entidades del grupo que fueron sometidas a investigación. Primero demostraron a las autoridades mexicanas que los vehículos que potencialmente podrían estar involucrados cumplían ampliamente con los estándares del país; pero fueron más allá, ya que, al ser una operación clave para la empresa en Norteamérica, fue seleccionada por el Departamento de Estado de Estados unidos para ser auditada en miles de procesos.
Por otro lado, la pandemia de Covid-19 representó un reto para la industria en general, llevando a muchos sectores a parar sus operaciones durante algún tiempo; el automotriz no fue la excepción.
“Cuando empezó la pandemia, había una gran incertidumbre porque no se sabía qué tan peligrosa era la enfermedad, la rapidez de los contagios, las medidas a tomar, por lo que se tuvo que cerrar la planta casi tres meses (el tiempo más largo en todo el mundo), para cumplir con las reglas [sanitarias]”, asegura el directivo.
La empresa implementó 130 medidas para sobrellevar la contingencia. Si antes de la pandemia eran capaces de producir 2,500 autos y en 2019 rondaba los 2,300, en la actualidad la producción oscila entre 2,200 y 2,300, pero el problema ahora está en las autopartes.
Los semiconductores, cuya producción en el mundo tiene un panorama complejo y donde VW también ha sido víctima del desabasto, son un dolor de cabeza, lo mismo que ciertos proveedores de plástico, lo que los ha llevado a buscar alternativas, además de gestionar su producción de acuerdo a las necesidades del mercado.
En este sentido, el ejecutivo detalla que los autos en el segmento más alto tienen más semiconductores, por la tecnología aplicada, desde un radio diferente hasta sensores adicionales; pero, cuando ese mismo modelo se hace en versiones más austeras, estas autopartes pueden repartirse entre más unidades. Ésa ha sido la estrategia en la que se han enfocado.
Al pensar en su despedida de México, Steffen Reiche dice que “cuando preguntas a la gente de afuera qué piensa de México, contesta: ‘Es muy peligroso’. La gente no sabe qué es la cultura mexicana. ¡Es totalmente diferente! Por eso hemos implementado las buenas historias, la historia de México, para decirle a la gente: ‘Mira, ésta es nuestra herencia; vamos a seguir con esta herencia’”.
Información por FORBES