«Viviendo a la voluntad de Dios», la pequeña Daria Itzel fue diagnosticada con Microcefalia (Trastorno en el que la cabeza del bebé es significativamente más pequeña de lo esperado, lo que usualmente es provocado por un desarrollo anormal del cerebro), los doctores le dieron 3 meses de vida, mientras que hoy en día ha logrado cumplir 13 años.
Sin embargo, la vida de la pequeña ha sido prácticamente «un calvario», ya que hace más de 3 años su mamá, quien cuidaba y daba la vida por ella, falleció de diabetes, su padre la abandonó a su suerte, apenas su esposa murió y dejó a la menor bajo el «cuidado» de sus hermanos, pero estos viven entre el vicio de drogas.
Uno de ellos tuvo una sobredosis y actualmente se encuentra anexado, mientras que los otros tres «viven con ella» dejándola la mayoría de veces sola.
A simple vista la pequeña presenta un cuadro severo de desnutrición, su cuerpo está escuálido y sin fuerzas, con lágrimas en los ojos, las vecinas narran el vivir de la menor quien apenas puede llorar y sonreír cuando las ve.
Debido a su condición, la pequeña siempre está acostada en un sillón, (sucio, mal oliente y con hormigas merodeando por cierto), la casa en la que habita está en pésimas condiciones, con basura y olor a nauseabundo.
Daria Itzel apenas «come» leche en biberones, mismos que las vecinas se encargan de darle, estas mismas señalan que han buscado ayuda del DIF municipal, «pero solo llegan a dar despensas y decir vamos a darle seguimiento y se olvidan», estas mujeres no piden dinero, ni ayuda en especie para la menor, buscan más allá de una ayuda, «una casa cuna», «alguien que se haga cargo de la menor», «una estancia que la cuide», etc.
La menor no puede hablar, pero escucha y puede verte, sus únicos momentos de felicidad es ver cuando sus vecinas la visitan, ella sonríe y trata de moverse, pero no hace más, las vecinas tratan de alimentarla, bañarla y cambiarle los pañales.
Tristes y con sentimientos de impotencia, piden a las autoridades atiendan el caso a fondo, para que la menor pueda tener una mejor calidad de vida, recalcan que no buscan ayuda monetaria pues hay gente que ha tratado de aportar, pero prefieren que alguien la atienda «bien», ya que en ocasiones la menor convulsiona.
Es justo en la calle Encima con número 7522, del Rincón de Urías donde Daria Itzel habita, mismo lugar en el que sus hermanos y amigos de estos se reúnen para seguir en el vicio.
Por miedo a los hermanos, las vecinas no se han enfrentado a estos, pues temen les hagan algo, pero «lo cortes no quita lo valiente» por eso, hoy hacen el llamado a las autoridades municipales o estatales para que «volteen» a ver el caso.