– Hasta el momento ochenta trabajadores participan en el armado de los escenarios de la fiesta.
– Trabajan incluso muchos con capacidades físicas especiales.
Son los que no se ven. Son los que no se ven, pero su trabajo hace posible lo tangible de la fiesta carnestolenda. Conforman un ejército que actúa, bajo presión, dejando el cuerpo y el alma día a día, son los que bajos sus hombros llevan a cuestas buena parte de la parte física, del quehacer que permitirá a cientos de miles de espectadores, asistentes y admiradores disfrutar de una tradición centenaria. Antes de las ocho de la mañana se dan cita en la bodega y patios ubicados en la calle Francisco Serrano No. 71, del Centro para; algunos; salir a la calle a ir conformando los escenarios. Carpinteros, electricistas, plomeros, chóferes, técnicos de sonido, herreros, ayudantes generales, auxiliares, veladores se reúnen para recibir su orden de trabajo y trasladarse a diversos puntos de la ciudad, a esas calles, rúas y avenidas por donde habrá de disfrutarse y vivirse el Carnaval. Llama la atención el ambiente de camaradería general; a pesar de que muchos de ellos solamente se reúnen unas cuantas semanas, algunos durante pocos días, pero todos con el objetivo común de hacer posible la fiesta de la carne y el glamour.
Alberto Ruelas es una persona joven madura que creció en la colonia Morelos. Atrás quedaron sus años en que, “más joven”, se buscó un futuro en el boxeo profesional, en la división Gallo; donde no alcanzó a concretar carrera. Hoy, como contratista, trabajador y talachero se encuentra prestando sus servicios en los talleres. No pierde su buen humor y gentileza. El es un soldado más, de un ejército cuya leva es voluntaria, aun con la necesidad que trae la necesidad del trabajo. En los patios de dicha bodega, que la conocen como la “Bardalh” se reúnen temprano, checan lista y reciben órdenes. Su jornada es variopinta. Ahí podemos apreciar en el recorrido que hace sinaloaenlinea.com, amén de un árbol añoso y cansado; un bodegón repleto de enseres y mesas de trabajo. Tercia de monigotes reposan sonrientes sobre el responso de una pared. Láminas y madera apilada por doquier; algunos sacan material electrónico de una cuartería.
Llega Sonia a vender las empanadas y para nada se cohíbe ante tanto hombre hormonado. Aquí, sepalo Usted bien tambi’en hay personas con capacidades especiales a los que el Instituto de Cultura les da una oportunidad de trabajo. Ellos, entre todos, conforman las brigadas que se encargan de armar los templetes, de colocar los enrejados en Olas Altas, las puertas, de estructurar y hacer funcionar las luces de los carros; las guirnaldas luminosas, los baños portátiles, tan demandados en la zona de baile y fiesta; son los chalanes, los que bajo sus hombros y con sus sudores hacen el armado de la fiesta; para que Usted vea y disfrute. La cita es antes de las ocho de la mañana, ahí en la Francisco Serrano. Por cierto, todavía ocupan gente.