SIDARTHA MILLÁN
Cuando el futbol se convierte en nuestra segunda piel, dejar sus canchas para siempre es más doloroso que perder la honra en una calle perlada de gatos negros. No hay sosiego a corto plazo. Cuando llega el jueves empezamos a oler el pasto de las canchas; el viernes la adrenalina se nos sube la cabeza y nos imaginamos metiendo golazo desde la media cancha.
El sábado empezamos a velar armas y el domingo, el sagrado domingo, nos ponemos guapos con el uniforme para ir a matar a golazos el mamut que tenemos enfrente. El futbol se ha convertido en mi religión. El problema es que me voy vamos de las canchas, nos sin dolor y no pocas lágrimas. Enumero las causas de mi adiós:
1.- Mi rodilla derecha ya no sirve ni para fierro viejo, se me inflama a los 15 minutos de estar haciendo quiebres con un cintura que hace mucho el tiempo se llevó.
2.- En esos 15 minutos siento que el corazón me va a estallar. Creo que el mismo Maradona tiene más condición física que la que tienen mis atormentados pulmones.
3.- Peso casi 100 kilos y mi abdomen y mis «chichis» de vaca suiza ya delatan una persona de edad de avanzada o que esa triste figura se la ganado porque no guardó nunca las formas para mantenerse en forma bajo los consejos de una nutrióloga.
4.- Estoy jugando de centro delantero; y cuando hay un contragolpe y el balón me llega los pies, todo el vértigo de la jugada se detiene y la sorpresa de la contra se acaba porque no voy al mismo ritmo que los demás.
5.- En uno de esos desfaces, el otro día me gritaron: «Viejo guango», MUÉVASE!!! Y me quede avergonzado a hasta la última gota y me dije a la manera de Juan Gabriel: ¡Pero que necesidad!
6.- Tan guango estoy que estoy que deseando que se acabe el partido antes de que empiece.
7.- Ya no alcanzo a los muchachos del equipo contrario, ni con moto!!!
8.- El tobillo donde tengo la placa y los tornillos se está poniendo frágil y cuando me paso la mano por esa zona, siento que toco aquellos toboganes del «Mazagua» que tenían los tornillos listo para arrancarte una alga
9.- No veo con un ojo, y el otro se me relampaguea con el sol.
10.- Sino me sale una jugada, tengo por costumbre agarrarme el pelo, y como ya no tengo, pues…
11.- Tengo el tabique desviado razón por la cual no puedo respirar y al jugar siento que me ahogo.
12.- Voy a las partidos y me meten los últimos 15 minutos, para hacer una gracia cirquera con el balón y no me sale nada de nada
13.- Necesito cada vez más las pomadas de Yodex, X-ray, Lonol, Voltaren y Rucainol para poder jugar y ni así la hago.
14.- Cuando el entrenador me llama para entrar a jugar, me pide que caliente y la verdad a esta edad… o caliento o juego!!!
15.- El otro domingo jugando en C.U., el día estaba esplendoroso, con un sol radiante y un cielo despejado, cuando entré de cambio se puso nublado y empezó a rondar un «zopilotero» alrededor de mi triste figura.
16.- Juego el domingo y resucito el martes. El lunes amanezco con calentura y en piloto automático.
17.- Hubo un tiempo que recibía una «feriecita» o de perdis no pagaba nada por jugar, ahora tengo que pagar por estar en la cancha aunque el técnico no me meta a echar una cáscara en los últimos cinco minutos.
18.-Ya no puedo hacer chilenas, tijeras ni palomas; tampoco hacer recortes, movimientos y algún ataque de habilidad porque pierdo el balance del cuerpo, con el peligro de tener una caída que huela a un vergonzoso nocaut técnico
19.- Cuando bajo a defender el balón. ya va hacia arriba; cuando voy a atacar, el balón viene de vuelta. En esos momentos que quedo paralizado por el cansancio y algo me dice desde mis adentros que hacer rato se me fue el avión.
20.- Por último, no quiero olvidar que cada domingo termino con calambres, dolores musculares y malestares de todo tipo.
Muchas gracias por leer las razones del porqué me retiro del futbol. Es mejor cerrarle las puertas a esta deporte, porqué que en de darme vigor me lo quita. Y peor aún: siempre me mandar a calentar la banca y no pocas veces la he hecho de aguador.
Estoy pensando sustituir este viril deporte de la parada. Tengo varias opciones: un curso de manualidades, de corte y confección o entolarme el siempre interesante, dinámico y exigente curso de «flauta dulce». Pero también he pensado comprarme un par de leotardos para inscribirme en el bailongo de «zumba». O ya de perdida empezar a tejer bufandas o zarapes…
Pero con todos los sustitutos que me propuesto para dejar el futbol, una pregunta me queda sin contestar: ¿Qué carajos tengo que hacer para mitigar el alejamiento de las canchas?
Sin llorar!!! Seguramente vendrán cosas más interesantes para mi; por ejemplo, la tarjeta del INSEN, 60 y más, el baile de la «cana al aire» y lo que se acumule.