Sinaloa es un estado en el que la religión se encuentra bien cimentada.
Tanto en la zona serrana como en la costa, las diferentes congregaciones cuentan con un sin número de adeptos que están bien apegados a su creencia.
Pero- que nunca falta-, la falta de una promoción adecuada para atraer turismo religioso a los pueblos del sur de Sinaloa es el factor principal de que no se aprovechen los recursos con que cuentan en Rosario y Concordia, principalmente.
Curiosamente, ambas son las poblaciones de más antigüedad, en cuanto a su fundación, y sin embargo, las autoridades adecuadas, como Secretaria de Turismo, no ha sabido o no ha querido hacer trabajos que den a conocer en más lugares lo que ahí tienen.
No es cosa es buscarle mucho.
Concordia, lugar típicamente colonial cuenta con iglesias y santos que datan de siglos atrás.
Todos tienen sus leyendas y anécdotas.
Son cosas que turísticamente se pueden explotar.
Ejemplos hay muchos, como el de Pánuco, donde llevaron la imagen de Nuestra Señora del Rosario, allá por el siglo 18. Sin embargo se dieron cuenta que se habían equivocado por que su destino final era el pueblo de Rosario. Cuando quisieron sacarla en una carreta tirada por mulas, se atascaban las llantas y nunca pudieron llevársela, atribuyéndolo a un milagro.
Copala también tiene su cuento del enamorado que se burló de Belcebú, luego que este le hiciera el favor de darle mucho dinero y que una mujer se enamorara perdidamente de él. Nunca el diablo pudo llevarse su alma.
En San Juan de Jacobo, el misterio de las campanas de oro que se robaron, pero además, los cimientos de lo que nunca fue…. una iglesia que nunca terminaron, pero que tendría las mismas dimensiones que la de San Sebastián, en Concordia. Son ruinas que datan del siglo 17, cuando menos.
En la iglesia de Concordia existen estatuas sin cabeza que también tienen su leyenda.
Hacer un listado de cada uno de los lugares y su tradición, sería extenso.
En Rosario está el cuento de cuando se perdió el diablo por los vericuetos e intrincadas calles del pueblo minero, además de su relación con la iglesia que cambiaron piedra por piedra.
De que hay «tela de donde cortar», la hay.
Es cuestión que a quién le corresponde se ponga las pilas y realmente haga algo, que no solamente los destinos de playa sean los que reciban el mayor beneficio.
Las cosas en estos momentos son difíciles.
La bonanza de unos cuantos contrasta con la pobreza de miles y miles de gentes.
Que bueno sería que a estos les dieran mayores opciones de ganar algo extra. Muchos problemas se acabarían.
El turismo religioso es algo que hasta la fecha no ha sido explotado, dicho en el buen sentido de la palabra.
Esto ayudaría para que los habitantes tuvieran una mejor forma de vida por que es seguro que les aumentarían sus ganancias económicas, además que en parte serviría para que se olvidaran un tanto cuanto de participar en hechos delictivos que sólo causan inseguridad e impunidad, sobre todo en la zona serrana donde es sabido que la falta de oportunidades son factor principal para que mucha gente decida irse por el camino fácil de la delincuencia.
Y lo que son las cosas, la conquista en esta región, como en todos los lugares, no llegó con las armas, sino por la cruz de la religión.
Nuestra cultura está basada en estos detalles
.
ismael.estrella@live.com.mx