Ismael Estrella guerrero
Todos tenemos derechos a votar y ser votados, es de ley. Es legítimo.
Lo que no se vale, es que algunos aprovechen los cargos públicos que ostentan para llevar “agua a su molino” y agandallar a la hora buena con tal de conseguir una candidatura a lo que sea, diputado, alcalde o gobernador. Aún no llega el momento adecuado, pero eso les vale a los que quieren llegar y luego ganar las elecciones ya sea por mayoría o la vía plurinominal.
Estos últimos por cierto, son los que se la llevan más a gusto ya que además de no pagar campaña… No la hacen.
Ora sí que se la llevan de “parguito”.
Ni sudan ni se abochornan.
Si los interesados tienen interés en que la ciudadanía los contemple para ser su representante, que renuncien a los puestos que ostentan, que den las gracias por el tiempo que estuvieron cobrando cantidades exorbitantes que ya la quisiera cualquier empleado común y corriente y que se pongan a hacer la talacha al interior de su partido, el que sea, para que los consideren y luego los pongan en la balanza ante otros posibles pretensos y de allí saquen al que sería su actor en las elecciones.
Además, ya encarrilados como estamos les pediríamos otras utopías:
Que de su propio peculio paguen su campaña; que no ofrezcan lo que no van a cumplir; que enfrenten la corrupción y que cuando ganen, regresen a su distrito, en caso que se trate de un diputado, o que atiendan a la gente a la que pidieron su voto como a cualquier mortal, si es para la alcaldía o gubernatura. Dije que era una alucinación.
En Sinaloa, aún falta un año para el proceso electoral en el que habrán de escoger a los ocho diputados de acuerdo a los distritos que tenemos, y en el que se presentaría un fenómeno inédito: Sería la primera ocasión en la que estarían 4 damas y 4 varones como candidatos por los partidos contendientes. Bueno, siempre y cuando hagan caso a la equidad de género.
Por lo pronto las batallas mediáticas están a todo lo que dan.
Las redes sociales como nunca acumulan los escaparates de los pretensos a ocupar una silla en el Congreso, ya sean utilizadas por ellos mismos o por los que quieren quedar bien y aprovechan que tienen espacios para derramar el mejor de sus elogios, o en caso contrario, defenestrar a quien le esté haciendo sombra.
A los periódicos ya poco los involucran en esto, principalmente porque resulta muy oneroso pagar un espacio, además que son las redes las que atraen ahora el mayor número de público- que no necesariamente de lectores- y en su mayoría son jóvenes.
Los partidos políticos ya comenzaron a hablar de alianzas, a filtrar nombres de posibles candidatos en un afán de ponerlos en el escaparate y que la raza los vaya conociendo o en su caso, los vaya tomando en cuenta.
A lo anterior hay que agregar el asunto de las alianzas.
PRI y PAS andan de coquetos, pero todo hace indicar que aún no afinan la baterías sobre qué distritos le tocaría a uno y otro.
Del PAN se advierte que irían solos, pero a cómo está la caballada de este organismo, difícilmente conseguirían algo bueno; Morena acaba de parecer de manera oficial en el firmamento y su dirigente Guillermo Benítez pregona que obtendrán buenos resultados; del PRD y el PT, están a espera de cobijarse con otros, al igual que Nueva Alianza, aunque por lo acontecido en otros procesos, podría irse con el tricolor de nuevo.
Los procesos electorales ocasionan que de la noche a la mañana aparezcan organismos cuyo propósito fundamental es el de llamar la atención para que volteen a verlos cuando menos y poder dar el“sablazo” y colarse por cualquier rendija para estar a la hora buena, aunque sea de “relleno”.
Antes, que esperanza que viéramos situaciones como las que ahora vivimos, de reunir a la izquierda y la derecha-en cuestiones de ideologías, desde luego- para ir en la búsqueda de triunfos que les permitiera mantener posiciones o bien para buscar nuevas.
No hace mucho tiempo todavía, el menosprecio entre corrientes o partidos políticos diferentes era muy evidente.
Tanto unos como otros se criticaban y nunca estaban de acuerdo en las disposiciones que emanaban de sus representantes ya fueran diputados, senadores o de cualquier puesto de elección popular.
Izquierda y derecha no se mezclaban.
Eran aceite y agua.
En el centro estaba el PRI.
O así lo dibujaban cuando menos.
Izquierda y derecha “se reconciliaron”.
Atrás dejaron los ideales de sus fundadores y se unieron con un solo objetivo en común:
¡El poder!
Ganar a como sea fue la consigna.
Sin embargo, al final de cuentas las cosas vuelven a volver a tomar su cauce normal. Ni para que preocuparse.
¿Por qué?
Por la sencilla razón de que las ideologías adversas jamás han conseguido ser semejantes.
En la actualidad la conveniencia los mueve a trabajar al parejo. O cuando menos así lo quieren aparentar.
Es cosa de que pasen los días. Pocos, no se apure no son muchos para que las cargadas empiecen a formarse a favor de tal o cuál.
Usted, ¿Ya tiene su gallo?
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