Eso de que algunos medios quieran hacer “leña del árbol caído” con el afán de vender más papel, no pasa de ser una repetición de lo mismo que han publicado desde hace décadas y siempre es igual. El mismo contenido.
Nos señalan los hechos de violencia que ocurren en diferentes partes de la entidad y de comunidades que siguen abandonado por inseguridad. Desgraciadamente tales sucesos son continuos, aunque nos digan las autoridades que la paz y tranquilidad retornaron a Sinaloa.
Sencillamente no pueden asegurar algo así por que desde la década de los 40 a los 50 del siglo pasado, se intensificó el sembradío de drogas en nuestra entidad, principalmente en la zona de Badiraguato, y desde entonces aumentó el movimiento armado y de contrabando, sin que hasta el momento algún gobernador encuentre la fórmula mágica como para asegurar, “se acabó, ahora sí, a respirar y vivir tranquilos, ya no hay nada que nos haga daño”.
Esto desde luego sería una utopía, que ojala se hiciera realidad.
Que sepamos, antes no existían asesinatos de esa magnitud, sin embargo, saben que la inseguridad en la región de los altos siempre ha campeado, aunque años atrás, curiosamente, existían “patrones” que se encargaban de mantener el orden y el respeto cuando menos a niños, mujeres y autoridades.
Hoy nada de eso existe.
Desde luego también que no es un caso único el de los altos.
En Rosario, en los noventa- fíjese, va para tres décadas- ya escribíamos que “los altos empiezan a poblarse… de pueblos fantasmas”
¿Las causas?
Las mismas de ahora:
Inseguridad, falta de oportunidades y otros agravantes.
Poco ha cambiado, aunque ahora nos digan que a esos lugares ya los integraron al mismo rol de oportunidades que a los de la zona urbana.
En su momento, el entonces alcalde rosarense Aaron Flores señalaba que muchas comunidades empezaban a quedarse solas por que la gente no tenía con que comer.
Hoy es lo mismo.
Y si le busca en la hemeroteca de cualquier periódico se encontrara con lo mismo, no importa cuántos años haga.
Entonces hay que preguntarnos.
¿Todas esas promesas que nos hacen cada tres y seis años siempre han sido iguales?
Es decir, cuando nos dicen que erradicarán la violencia, ¿no cumplen?
“Pos no”, como dicen en mi tierra de El Fuerte de Montesclaros, tierra del Zorro y de hombres cabales.
Y podemos enumerar todos los municipios que cuentan con zona serrana, donde la nota principal roja es precisamente esa:
“Abandonan…”
Nos encontramos en una nueva etapa de la política, o la misma que ocurre cada vez que se aproximan elecciones locales, estatales, federales o como quiera.
En el 2015 habrá proceso para renovar el Congreso de la Unión- Diputados Federales- y queremos que el asunto de la violencia e inseguridad no lo tomen como bandera de campaña, porque la raza los va a rechazar.
Priistas, panistas, pasistas, panalistas, perredistas, petistas o como se llamen, tendrán ante sí una oportunidad histórica.
Se trata de cambiar el derrotero de las cosas aterrizando programas que realmente permitan un cambio cultural en las nuevas generaciones para que no vean en las armas y las drogas la única ruta de escape a su destino inexorable de seguir los ejemplos de tantos y tantos que torcieron el camino por no tener mejores oportunidades.
Los que pretenden una diputación tienen que buscarle bien el caminito para encontrar las respuestas a tantas interrogantes que ahora tienen miles y miles de jóvenes que salen de secundaria, prepa o Universidad y que se enfrentan a la más cruel de las realidades al no tener ante sí la mínima de las oportunidades.
Podemos decir que pueden abrirse puertas que den cabida a todos esos que pese a tener capacidad de desarrollarse en su ámbito, llámese social, deportivo, cultural o como desee, no reciben al final de cuentas el apoyo que realmente merecen.
Que algunos presidente municipales dejen de presumir que tuvieron “saldos blancos” como la Semana Santa que acaba de pasar y pese a que hubo una cincuenta de muertos, nadie dijo “esta boca es mía”. Que mejor se dediquen a decirle a la comunidad que trabajarán en su bienestar, que para eso los llevó al poder político y económico que ahora gozan.
Y no se trata de “Un mundo feliz” (Aldous Huxley)
ismael.estrella@live.com.mx