Los Pueblos Fantasmas de la sierra
Ismael Estrella Guerrero
Lo del abandono de pueblos de la zona serrana por problemas de inseguridad u otro problema, no es algo nuevo.
La migración de la gente por buscar lugares más cómodos en la zona urbana es algo que por décadas ha ocurrido.
Razones hay muchas, no solamente por la violencia.
Tan sólo en la década de los noventa, en Rosario, contamos una media docena de comunidades que se convirtieron en “pueblos fantasmas” porque sus habitantes se fueron al no tener mayores oportunidades de empleo, principalmente, y educación, ya que para cursar la primaria o secundaria, no digamos bachillerato o profesional, sencillamente no había lugar al que asistir.
Además, con el cierre de la minería, la debacle económica aumentó y no hubo proyecto que pudiera salvarlos de la desdicha, convirtiendo aquello en lugares desérticos.
Ni los más viejos se quedaron.
Ahí abandonaron todo, lo que más les importó en ese momento era lograr algo que pudiera salvar a la familia.
Algunos de esos sitios se repoblaron posteriormente con la reactivación económica de la región.
Y qué decir de los desplazados por la presa Picachos, no podemos dejar de lado su historia, hartamente contada; seis poblados que ahora se encuentran bajo las aguas.
Sin embargo, no debemos aplicar el término de inseguridad al hecho de que la raza se vaya a otros sitios.
En todo caso, es un serio problemas sociológico que viven en esos lares y en el que además se conjugan otro tipo de valores culturales en el que las autoridades deben intervenir para detener la problemática, porque de seguir así las condiciones, aquello se convertirá en un Comala- El pueblo de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, en el que moraban solamente fantasmas- sin que nadie pueda evitarlo.
La violencia creada por el narcotráfico y el ansia de conquistar y tener el poder de la región convirtió aquello en un campo de batalla, aunque nuestras autoridades no lo quieran ver de esa manera.
Ellos dicen que se tratan de “ajustes de cuentas” entre bandas enemigas.
No lo dudo.
Pero y, ¿los que pagan justos por pecadores? A esos ¿solamente hay que pasarlos a las estadísticas?
Es mucho lo que falta por hacer en la sierra, el lugar que por decenas de años proveyó de riquezas a los que vivían en los “bajos” gracias a sus minas hoy agotadas en su mayoría, pero que las quieren revivir aunque sea con capital extranjero, algo de lo que ya sabemos, por la historia, como se las gastan. Tajada de león, pues.
Es cierto, crean empleo de manera directa e indirecta, pero ¿qué no podrían aplicarse otro tipo de programas de los que tanto contempla el gobierno estatal y federal- y que sacan a relucir y presumir en épocas de elecciones- para darles una mejor oportunidad de vida?
¿O serán sinaloenses de segunda?
¡Ni madres!
Tienen los mismos derechos.
Los problemas de la inseguridad desde luego que golpea a Sinaloa en el sentido promocional.
Pero, ¿Sabe qué?
Desgraciadamente es cierto.
La violencia no nos ha dejado de la mano.
Qué más quisiéramos hablar de otra cosa, pero como dice el trillado refrán:
“No se puede tapar el sol con un dedo”.
Los últimos acontecimientos rudos que hemos tenido en este puerto nos volvieron a poner en el ojo del huracán, ya nos habíamos desacostumbrado a ver en los titulares de los periódicos los hechos.
Semana Santa sin duda será un fuerte sinodal para quienes se encargan de la seguridad.
Crucemos los dedos, apretemos el buchi, cerremos los ojos, y otra cosa y esperemos que no pase nada.
ismael.estrella@live.com.mx