Ismael Estrella Guerrero
Históricamente, los recursos económicos que emanan de la federación al Estado para los diferentes rubros sociales, los que menos apoyo reciben son la cultura y el deporte.
Jamás de los jamases, (como dicen en El Fuerte; pueblo mágico, tierra de El Zorro y orgullo de Sinaloa), estos dos conceptos no han tenido la “suerte” de ser considerados de real valía por quienes han detentado el poder estatal y mucho menos el municipal.
Podemos advertir que, sin embargo, por separado han hecho cosas que desde luego fueron de real valía como los realizados por Alfonso G Calderón – creador de la desaparecida Difocur, hoy Instituto Sinaloense de la Cultura- y con Francisco Labastida, iniciador de los festivales culturales. Después de él siguieron realizándose, sólo que municipios de bajo presupuesto ya no recibieron los apoyos para seguir adelante. Curiosamente son sitios donde la violencia e inseguridad galopan a toda velocidad.
El centralismo provocado en las últimas administraciones causa hondo penar entre quienes se dedican a la proliferación de las bellas artes.
Lugares donde todo el año se dan manifestaciones culturales, tendrían que recibir mayores apoyos y recursos económicos.
Los resultados favorables en cultura bien pueden ser considerados para provocar un crecimiento económico en los apoyos.
Que se acabe esa vieja tradición de que es elitista y los de la “alta” serán los únicos que accedan a ella”, por que “a los de abajo” no les gusta.
Simplemente hay que recordar el significado de cultura, del verbo latino “cultum” que etimológicamente quiere decir cultivar.
Es pues, educación, formación, desarrollo o perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales del hombre; es el mundo propio del hombre; es también el producto de tal actividad, de tal formación, o sea, es el conjunto de maneras de pensar y de vivir, cultivadas, que suelen designarse con el nombre de civilización.
En él están comprendidos tanto el lenguaje, la industria, el arte, la ciencia, el derecho, el gobierno, la moral, la religión, como los instrumentos materiales o artefactos en los que se materializan las realizaciones culturales y mediante los cuales surten efecto práctico los aspectos intelectuales de la cultura (edificios, instrumentos, máquinas, objetos de arte, medios para la comunicación, etcétera).
¿Quieren más?
¿Y qué les digo del deporte?
Andamos peor con el asunto de los apoyos económicos.
Paradójicamente, contrario al asunto anterior, en este caso los que menos tienen son los que más abundan, por que así pretenden salir del marasmo social en el que viven; es decir, jugando con la pelotita- los deportes que más se practican dependen de un objeto redondo- y muchos buscan llegar al profesionalismo, por que es la única oportunidad con que cuentan para salir de pobres.
Desde luego que no es censurable, al contrario, cada quién busca la mejor forma de pasársela bien con los suyos.
Sin embargo, mientras se carezcan de espacios dignos; preparadores capaces; eventos estatales y municipales auspiciados por las autoridades correspondientes y seguimiento a nuestros deportistas, imposible conseguir buenos propósitos.
Ambos casos son alicientes para una mejor convivencia y en consecuencia tener una entidad con índices más bajos de violencia, que al final de cuentas es lo que más nos debe preocupar como sociedad.
Cultura y deporte son dos conceptos que de acuerdo a sicólogos, sociólogos y todos los estudiosos del fenómeno llamado violencia e inseguridad, nos pueden ayudar a componer la figura de un sociedad. “Si nuestros niños y jóvenes tienen acceso a la cultura (y no solamente la que se ve en teatros) desde luego que su comportamiento será diferente.
Lo mismo en el caso del deporte, elevando a lo máximo la frase aquella que reza «Mens sana in corpore sano».
Mente sana en cuerpo sano.
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