Ismael Estrella Guerrero
Ver los destrozos que causan tornados o ciclones en otras geografías alejadas de la nuestra, sin duda que nos hace pensar en la vulnerabilidad de nuestro puerto, tan expuesto al azote de cualquier fenómeno natural.
Año con año sufrimos inundaciones; unas más graves que las otras, pero siempre estamos en el “ojo del huracán”. Mazatlán siempre ha sido fiel reflejo de eso.
No hay época de ciclones en la que no soportemos las de Caín, esperando los golpes fuertes.
Y dicen los que saben que cada vez puede ser peor debido a los cambios climatológicos que sufrimos.
No`mbre, mejor que ni lo digan.
Si de ya de por sí “temblamos” cada vez que escuchamos tronar el escape de una motocicleta y nos tiramos a cualquier lugar para escondernos, como si un sargento militar gritara con todo su rencor “pecho a tierra” y encima nos dicen que los fenómenos naturales vendrán más duros que nunca. Ta´cabrón, entonces.
Por lo pronto, el meteorológico nacional ya nos anunció que esta temporada están “programados” 14 ciclones para el Pacífico y 9 para el Golfo de México.
Ya nos dijeron también que frente a las costas de Michoacán se formó la primera baja presión. Es cierto, está lejos, pero ya es una amenaza.
Cada una de las temporadas de calor que me ha tocado vivir en este lugar veo lo mismo: Anuncio de que cuando menos un ciclón nos pegará fuerte, además de los aguaceros que provocan inundación en colonias; el desbordamiento del estero Infiernillo y el arroyo Jabalies; calles hechas pedazos; drenajes tapados o rebosando; el mar saliéndose de su normal apariencia llegando hasta el malecón en algunos puntos de la avenida del Mar, así como pérdidas materiales por millones de pesos, sobre todo en asentamientos que fueron “invadidos” con anterioridad y que no contaban con la infraestructura adecuada para resistir los embates naturales.
Este tipo de irregularidades también lo han padecido en sitios donde supuestamente no tenían por qué tener problemas. ¿Se acuerdan como se ponía frente a la López Mateos?
Luego de sufrir tales embates venían las declaraciones de funcionarios:
Por lo regular siempre se daban en el sentido de que “haremos lo necesario para que no se repitan este tipo de cosas”. Según decían los gobernantes en turno.
Siempre me pregunté ante tales manifestaciones populistas: ¿Acaso inventarán un ventilador gigante que desbarate los ciclones? De otra manera no veía como evitarlos.
Hoy se ve una posible solución, algo que empezó como un proyecto plausible para convertirlo en un recurso necesario: La construcción de la presa Picachos, que además de detener las fuertes avenidas de agua, acabaría con las sequías.
Sin embargo hasta el momento no ha sido así.
Una serie de irregularidades impide que trabaje al cien por ciento.
Se convirtió también en un artilugio político.
Bueno, ya estamos por iniciar en otra temporada de huracanes.
Ejemplos de destrozos hay muchos.
Vimos en septiembre del año anterior los destrozos de Sofía y Manuel, en el sur, centro y norte de la entidad, donde hubo miles de damnificados, así como cientos de miles de millones de pesos en pérdidas.
Mazatlán puede estar en el camino de tales circunstancias, y no hay fuerza que detenga algún embate de la naturaleza.
Entonces lo mejor que podemos hacer es estar al pendiente de cualquier eventualidad que se presente y protegerse lo más posible.
Aquí no hay que al más “jodido” se lo llevará la corriente.
No, todos estamos en las mismas circunstancias.
Si bien es cierto que en los últimos años no hemos sufrido recibido ciclones de gran magntitud, también lo es que siempre estaremos “de la mano de Dios”, como dicen en mi Pueblo Mágico de El Fuerte de Montesclaros y tierra del Zorro, también.
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