Tercera Llamada

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 Ismael Estrella Guerrero

 Sigue la mata dando.

 Se acabó la semana santa. ¿Y qué?

Vecinos mazatlecos respiran aliviados por que se terminó el viacrucis del desmadre.

Pobrecitos.

Como dijera el cronista deportivo cubano Buck Canel: “Esto no se acaba, hasta que se acaba”.

No queremos pecar de moralinos ni mucho menos;  tampoco se crean que dejamos de unirnos a la banda del Pacífico y más con los de la Pacífico, porque están muy equivocados, pero nuestro puerto (y digo “nuestro” porque es nuestro, ¡que caray!) seguirá siendo sede de eventos en los que el alcohol “correrá a mares” (que no a ríos), aunque algunos se jalen los pelos gritando desaforados  que se controle todo lo que huela a desmán.

Ojalá y así ocurriera

Por lo pronto este miércoles da inicio la semana de la moto. Así corren mejor, como dice el viejón.

De no ocurrir otra cosa, hasta el domingo el malecón de punta a punta, el estacionamiento del SAM y otras avenidas serán el escenario para el lucimiento de las llamadas jacas de acero. Y de las acompañantes que traen en la parte trasera. ¡Huy nanita! Esas máquinas sí que están de rechupete.

Hablan de más de quince mil visitantes provenientes de la Unión Americana y Latinoamérica, además de los nacionales que estarán presentes en esta ciudad para disfrutar y gozar de todo lo que se pueda. Y de lo que no, también

Los que gustan de estos espectáculos, lo consideran un evento deportivo.

A los que no comulgan con las motos ni andar moto, desde luego que no le aplican el mismo concepto.

Pero bueno.

Como destino de playa, Mazatlán es un puerto turístico al que hay que imprimirle el gesto cultural. Así tenemos que verlo y entenderlo.

Sin embargo hay choques de algunas corrientes.

Si no, va a manera de comentario.

Por ejemplo, la iglesia critica cosas que denomina como excesos de carnaval y hacen marchas para limpiar las injurias.

En Semana Santa ocurre algo parecido.

Cubren las imágenes que tienen en el interior y se dedican a personificar la crucifixión de Jesucristo.

Mientras que los fieles católicos realizan sus eventos, otros se van a disfrutar de los “gustos de la carne”.

Y le dan a lo que pueden.

Durante los cuatro días de la llamada semana mayor tuvimos de todo.

En tanto que unos rezaban, otros se la mentaban entre sí.

Entre copa y copa el mundo les valía un centavo.

Total que esta ciudad es y seguirá siendo el lugar al que sinaloenses y demás raza se venga a disfrutar y gozar de nuestras playas, sol, el mar del Pacífico y la Pacífico, la plazuela Machado, el Ángela Peralta y otras cositas.

En Mazatlán el escándalo bullanguero que se convierte en carnaval siempre será parte de su esencia.

¿Y se lo quieren quitar?

¡Imposible!