-¡Y oscureció…¡
El reloj marcaba las 11:07 horas, la luna arropó totalmente al sol; duró unos 4 minutos en su misma posición, mientras que los miles de observadores daban rienda suelta a la algarabía con gritos, cánticos llantos y otras formas de expresar la alegría que sintieron por ser testigos de un Eclipse Total de Sol.
Esto es algo que volverá a ocurrir hasta dentro de tres siglos, según comentaban los astrofísicos que estuvieron ilustrando a la gente con información en el templete que se instaló en el parque Ciudades Hermanas, que sirvió además para que la Camerata Mazatlán deleitara musicalmente a quienes estuvieron ahí, presentes.
Mazatlán fue el epicentro de este prodigio; fue el punto en donde se pudo observar mejor.
Fue una experiencia única, destacó el encargado del Despacho de la Secretaría de Turismo, Ricardo Velarde Cárdenas, quien enfatizó que este fenómeno cósmico permitirá que Mazatlán y Sinaloa sean vistos en todo el mundo.
El funcionario estatal comentó que se cumplieron con las expectativas creadas alrededor de este prodigio de la naturaleza, al tener Mazatlán ocupación hotelera al 100 por ciento, además de la presencia de miles de visitantes que se aglomeraron desde Valentinos hasta Olas Altas, el Faro, la Isla de la Piedra, Cerritos y otros puntos de observación que se instalaron en lugares como Concordia, Teacapán, Escuinapa, Elota, la zona arqueológica de Las Labradas, en San Ignacio y otros más a todo lo largo y ancho de Sinaloa.
Desde temprana hora la gente empezó a llenar los espacios indicados en la espera de algo único como el eclipse que presenciaron.
Los minutos empezaron a transcurrir, el malecón y demás sitios se convirtieron en espacios de fiesta, de alegría y de expectación.
La emoción maravillosa de un eclipse caminó por todos los impulsos humanos.
El reloj llegó a la hora marcada desde aquel 12 de julio de 1991, cuando presenciamos el último de estos espectáculos:
Todo oscureció a las 11:07 de la mañana.
Los pájaros buscando sus nidos.
Propios, nacionales y extranjeros estaban extasiados, y no era para menos, “esto es lo que provoca ser testigos de esta experiencia”, agregaría Velarde Cárdenas.