*Químico, la reelección?
*Llamado de atención
*México, la ciudad del horror
QUÍMICO, LA REECECCIÓN?
La lucha, pareciera hasta visceral del químico Luis Guillermo Benítez Torres contra la candidatura de Morena al gobierno de Sinaloa, en la figura del Senador Rubén Rocha Moya, tiene una de sus aristas finales: buscar la postulación para una eventual reelección en Mazatlán, pero ni eso quiere conceder el dirigente nacional morenista, el Diputado federal con licencia Mario Delgado.
La factura de la Síndico Procuradora, Elsa Bojórquez Mascareño, se cobró a través del Tribunal Estatal Electoral que prácticamente inhabilita al químico para contender por cualquier cargo público. Benítez Torres paga hoy su soberbia y el ser una autoridad que se ha brincado las leyes que, como alcalde, juró respetar.
Por suerte, esta mañana ya dio la primera reunión entre el Senador y el químico y parece que las cosas van por muy buen camino, pues el evento, en Casa Lucila, término como “grandes camaradas”. Fue una reunión de poco más de media hora y no quisieron hablar de lo que trataron, sólo coincidieron en que platicaron de “amigos”.
Sin embargo, el hecho mismo de verse y dialogar por esos más de 30 minutos es reflejo de que el alcalde Benítez Torres ya “dobló las manos” y posiblemente esté buscando la negociación con el Senador y el líder nacional de Morena para que el munícipe porteño vaya por la reelección.
Pronto saldremos de todas estas interrogantes, aunque la reunión nos deja un buen sabor en busca de la unida que desea el Senador y obtener, en su caso, la gubernatura, aunque la alianza PRI, PAN y PRD es fuerte y seguramente presentará un candidato atractivo que reúna el consenso de las tres fuerzas políticas de Sinaloa.
LLAMADO DE ATENCIÓN
Y siguiendo con el mismo tema de la reunión entre Rocha y Benítez, queremos hacer un llamado de atención para el jefe inmediato de la persona que anda de asistente con el químico.
Esto debido en que en varias ocasiones intentaba entorpecer el trabajo de los reporteros que de manera exclusiva cubrían la reunión, la empelada municipal por más de una ocasión quiso impedir el trabajo del fotógrafo plantándose enfrente y hasta bloqueando el lente de la cámara con una de las manos.
Solo para recordarle a la asistente que en lugares públicos no puede prohibir el trabajo de los medios de comunicación, hay para que lo tome en cuenta.
MÉXICO, LA CIUDAD DEL HORROR
A la gran ciudad de México, la más grande y más poblada en el mundo no se le acaban las tragedias que parecen películas de terror pues no basta con ser la metrópoli con mayor índice de muertos y de contagios, sino que ahora se le suma que los panteones están saturados para enterrar a los fallecidos o que los hornos crematorios tienen que esperar hasta 48 horas para incinerar al ser querido. Lo mismos sucede en varias ciudades del conurbado estado de México.
El tortuguismo y la falta de expedición de certificados de defunción escasean ante un mayor número de muertes por Covid-19 en los últimos días. Las escenas se repiten en varias alcaldías de la Ciudad de México y el Estado de México.
Un médico corroboró la muerte de una mujer de 85 años por Covid, pero se tuvo que retirar sin poder hacer nada más, pues la jurisdicción sanitaria del gobierno mexiquense entrega unos cuantos certificados de defunción cuando son muchos más los que se requieren en el norponiente del Valle de México.
Un médico certificante señaló que sólo le dieron cinco certificados y no le alcanzan porque a veces tiene que hacer hasta 12 o 13 a la semana. Otra médica certificante señaló que no le dieron ni un certificado y que al menos necesitaría llevarse siete.
Sumado a la escasez, hay jueces del Registro Civil que regresan los certificados a los médicos por errores de omisión o de ortografía, que resultan menores ante el tamaño de la crisis sanitaria.
En el panteón San Nicolás Tolentino en la alcaldía Iztapalapa, tan sólo durante una hora entraron 12 carrozas fúnebres la mayoría con víctimas de coronavirus.
En ese cementerio, los crematorios trabajan de 8 de la mañana a 5 de la tarde. La puerta de entrada es de un ajetreo constante, el tráfico no cesa y no hay tratos preferenciales.
Las carrozas hacen fila y las familias esperan horas y hasta días para poder tener en las manos la urna con los restos de sus seres queridos.