*Un cambio profundo requiere acomodos profundos
*Los días de Juan Alfonso Mejía
UN CAMBIO PROFUNDO REQUIERE ACOMODOS PROFUNDOS.
Dice una columna de El Debate de hoy, lo siguiente: “A punto de cumplir los primeros tres meses de gestión, el alcalde ya empezó a dar pistas (…) al declarar ante los medios de comunicación que había recibido una administración endeudada, desgastada y llena de corrupción que le estaba impidiendo iniciar su gobierno como lo había planeado. No obstante, en el municipio se levantan voces preguntando: ¿Hasta cuándo el munícipe dejará de repartir culpas y empezará a realizar obra pública en el municipio”.
Excelente preocupación y mejores preguntas. Pero no hay que comer ansias con las uñas o como se diga. Para no vociferamentar requerimos saber que desde el primero de diciembre del 2018 hubo cambios de presidente, diputados, senadores y presidentes municipales en Sinaloa. Este ramillete de “entrega/recepción” de autoridades hace más lenta la entrega de las partidas presupuestales, tanto estatales como municipales que, por lo general, se conjuntan con los recursos federales para hacer obra constante y sonante. Recordemos de un año normal a otro –sin elecciones- los recursos empiezan a llegar a las arcas del estado y de los municipios casi casi en el mes de marzo. Y no agreguemos las licitaciones para no irnos hasta abril.
De los desesperados es el reino del infierno; pero tomarle el pulso al tiempo de la república es una deber ciudadano. En lo que si estoy de acuerdo con quienes quieren obra pública, aunque no haya dinero; es en que el presidente municipal, Guillermo Benítez Torres, debe bajarle a su enojo, pues puede enfermarse de hipertensión y/o diabetes. En tal sentido le recomiendo como ciudadano y como amigo que -entre tanto no haya obra- investigue con toda rigurosidad a los implicados en la corrupción y con las pruebas bien armadas vaya o mande a la fiscalía la lista y las pruebas de aquellos que saquearon al municipio. No más, no menos. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Dicho en otra forma: no es lo mismo Chana que Juana.
LOS DÍAS DE JUAN ALFONSO MEJÍA.
Juan Alfonso Mejía es un intelectual de fusta y fuste. Hoy ostenta el mérito de ser el Secretario de Educación Pública del Gobierno del Estado de Sinaloa. Antes de arribar a su actual encomienda fue presidente de la Asociación Civil Mexicanos Primero, cuya tarea fue doble y sin concesiones: 1.- Por una parte vigilar que los diferentes órdenes de gobierno cumplieran fielmente los postulados de la Reforma Educativa que signó Enrique Peña Nieto. 2.- Pero junto a ese esfuerzo fue también ejercer la crítica sin concesiones a la CENTE, que desde los primeros días en que fue impuesta renegó ella en las calles, en las plazas y en las aulas.
Hoy pienso en él en voz alta. Y me pregunto cómo serán sus noches cuando le asalta el pensamiento de que la reforma la defendió hasta con su honra, y que de pronto vaya a desparecer de las aulas porque va ser sustituida por una bien llamada Reforma Educativa. Quizá durará cavilando en las noches hasta las tres de la madrugada, preguntándose el porqué sus esfuerzos –como el de todos los humanos- de un día para otro se convierten en polvo, se evaporan, se eclipsan, porque todo lo sólido se desvanece en el aire. Quizá se repita atribulado, cejijunto y ojeroso un famoso verso de Neruda: “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Tal vez el ritmo de este hermoso verso le produzca sueño y se vaya a platicar con Morfeo sobre la derrota histórica que está a punto de caerle encima.
Aunque hay niveles y mira que los hay, este aprendiz de brujo también anda muy preocupado porque se nos va la mal llamada Reforma Educativa. Un día me fui a buscar al Senador Rubén Rocha Moya, que es presidente de la Comisión de Educación en la Cámara Alta. Y para mi sorpresa lo encontré en El Rosario, acompañando a AMLO en su periplo por Sinaloa. Lo saludé con efusividad y él me correspondió con un abrazo, y sin mediar otras cortesías, le pregunte: ¿Rocha la Reforma educativa que se va implementar no nos regresa a un pasado ominoso donde los profesores eran simplemente carne de cañón del PRI? Con la serenidad que le distingue y la capacidad que le brota por todos los poros de la piel, me dijo: ¡no, de ninguna manera, vamos a mejorar la anterior…. Lamentablemente tenía una reunión urgente, su explicación se quedó a media hasta.
Quizá por ello sigo comiéndome los dedos de la mano izquierda; pero aún con mi incertidumbre, sé que para Juan Alfonso –así le decía cuando discutíamos en la radio – el cambio de la bien por la mal llamada… lo traen por la calle de la amargura. También en la pesadumbre hay niveles, la de él es de caballería, la mía es de infantería, un poco parodiando al Piporro.