– No pueden ir a la pesca de atún por edad y la diferencia en la documentación requerida.
– El empleo temporal es una miseria de una semana, dicen.
Algunos se encuentran departiendo en las mesas de estanquillos bebiendo cerveza y platicando; mientras otros se alimentan con el clásico refresco de cola y churros o totopos; unos, más deambulan brincando a los barcos amarrados en los muelles del Bónfil, en la búsqueda de cualquier jale.
El sol cae a plomo; las vendimias ambulantes ya no predominan tanto, sin embargo hace su agosto el señor de la camioneta que vende cocos con calamar, o camarón, cocohorchata y ceviches.
El del estanquillo móvil bautizado como La Negra que las Afloja; para algarabía de la gallada que se reúne en torno.
En varias de las embarcaciones, igual de oxidadas que el resto de la flota vieja y mal cuidada; se hacen labores de reparación; guardan redes embolsándolas en mallas amplias; cubren partes de la embarcación con bolsas negras gigantes, mientras que otros impermeabilizan cubiertas y hasta los techos de cabinas; el agua blanquecina y jabonosa cae al mar, ahí en pleno canal de navegación.
Afuera de algunas cooperativas hay personas que están a la espera de pagos atrasados.
Don Luis Buenaventura, está reunido con un grupo de amigos, recargado en la saliente de una de las embarcaciones; en todos es el mismo llanto y las mismas ganas de platicar y compartir.
Lo peor de todo, nos dice, es que son largos seis meses de espera para la gente que, cómo él, tienen más de cincuenta años de edad.
La única esperanza es acomodarse en algunas de las pocas embarcaciones que saldrán al tiburón y a la escama; aunque la paga no es la misma.
“Al atún no podemos ir porque es diferente, con una libreta diferente, pues se necesita Libreta Clase A y la camaronera es clase B”, señala Martín Godínez; agregando que ahí los patrones prefieren a los más jóvenes.
Por la plancha de los muelles resulta sorprendente la gran cantidad de perros que vagan por ahí, algunos se buscando afanosamente una sombra.
La temporada camaronera, nos comentan que si bien no hubo tanta producción el precio fue bueno, lo que permitió a los dueños obtener buenas ganancias, no así los pescadores quienes terminaron ganando el mismo porcentaje por tonelada capturada.
Siempre es la misma: Pido aquí para pagar allá; y lo del Empleo Temporal, déjeme decirle, que es una miseria que no dura más que una semana.